La iglesia de Santa Anna, junto a la plaza de Catalunya, se llenó este martes 12 de noviembre para acoger un acto de recuerdo de las 84 personas sin hogar que han muerto en la ciudad de Barcelona entre el 25 de octubre del 2023 y el pasado 25 de octubre. Una de estas personas era Tamara, una rumana, que solía recibir ayuda en esta parroquia y que estuvo cuatro horas muerta en un banco de la plaza de Catalunya sin que nadie se diese cuenta. Una de las acciones que se realizaron en la ceremonia de este martes fue la interpretación de una canción dedicada a ella titulada “Tamara, dormida en el banco de la vida”.
El Manifiesto que cerró el acto, organizado por Arrels Fundació con la colaboración de una veintena de entidades sociales que acompañan a las personas sin hogar, recuerda que de los 84 miembros fallecidos de este colectivo 73 son hombres y 11, mujeres. El mayor, Lluís, tenía 92 años cuando murió por causas naturales; el más joven, Arturs, tenía 18 cuando fue asesinado mientras dormía en la calle.
Desde 2016, son 580 personas sin hogar las que han muerto en Barcelona. La esperanza de vida de estas personas es 25 años inferior a la del resto de población que vive en la ciudad. La dureza de sus condiciones de vida lleva a algunas de ellas al suicidio. Es el caso de Bachir que, según el Manifiesto, “se suicidó después de un duro proceso migratorio, incapaz de soportar más el peso de sus vivencias, dejando consternadas a las vecinas de Nou Barris, el barrio donde dormía”. Un 5,7% de las personas sin hogar se suicida.
“En los últimos doce meses, una persona sin hogar ha fallecido cada cuatro días en Barcelona. Algunas nos han dejado en soledad y hemos conocido de su pérdida por la policía. Otras se han sentido acompañadas por vecinos y vecinas, por el personal sanitario del hospital, por los comerciantes del barrio… ¿Sabéis que a Diego, cuando vivía en un centro, lo que más le gustaba era salir a pasear y que los vecinos le dijeran ‘hola’? Eugen iba siempre acompañado de Pattua, su perro inseparable. Y Dominic, que nos ha dejado con 44 años, nos compartió parte de su vida cuando se sintió cuidado. Vecinas, comerciantes, personal sanitario, centros de convalecencia, servicios y entidades… Gracias por ofrecer momentos de luz y por sostener. Gracias por ser hogar, por mantener el recuerdo de todas las personas que en algún momento han vivido en la calle y nos han dejado”, se lee el Manifiesto.
Año tras año se repite esta ceremonia de recuerdo de las personas sin hogar que nos han dejado y los dirigentes de las entidades sociales que se preocupan se lamentan de que esta tragedia se produzca en una Barcelona y una Cataluña que se supone que son sociedades avanzadas, justas y respetuosas de los derechos de los ciudadanos.
El suelo de la parroquia de Santa Ana, especializada en la atención a personas vulnerables, se llenó este martes de casitas de luz con el nombre de las personas sin hogar que han muerto en Barcelona en el último año. Un buen número de ellas tienen nombres árabes, africanos o de países del Este de Europa. Se quiere “recordar a las administraciones que vivir en la calle no es algo normal y que el derecho a la vida de muchas personas depende de sus acciones”.
“Para evitar que nos vuelva a pasar”, concluye pidiendo el Manifiesto en una esperanza que desgraciadamente nunca se hace realidad.


