Ambas realidades tienen que ver con el racismo y el colonialismo de los países ricos, sobre todo europeos, que lo han practicado a lo largo de la historia. Occidente ha querido imponer sus valores al resto del mundo porque tenía más poder. Valores que llenan la insuficiente Declaración de los Derechos Humanos, redactada por hombres, blancos, occidentales, que defiende a la persona individual y tiene poco en cuenta a la comunidad, algo fundamental en las culturas orientales.

Uno de los fundamentos del racismo en Occidente ha sido y es esta creencia de superioridad sobre el resto de personas que habitan el planeta Tierra.

Existe un racismo “light”: cambiarse de acera o de asiento según a quién veamos, matricularse en escuelas donde no haya recién llegados ni gitanos, no dar trabajo según el color de quien lo solicita o negar el alquiler de un piso por el mismo motivo… Estas conductas no son delitos, pero son el caldo de cultivo de comportamientos abiertamente racistas, violentos verbal o físicamente: intentos de prohibir actos religiosos musulmanes, atropellos intencionados…

Los actos violentos provocan miedo entre los recién llegados, aunque tengan empleo fijo y lleven años viviendo en España. Las policías deberían intervenir y no mirar hacia otro lado cuando los delitos los cometen personas de derechas. Y la justicia, tan diligente a la hora de perseguir supuestos delincuentes de izquierdas, no lo es tanto ante actos de racismo. La dejadez de los gobiernos en este punto es muy mejorable.

Todos somos racistas, pero podemos cambiar estas actitudes y evitar que ganen las posiciones xenófobas. En los años 80 del siglo pasado hubo importantes manifestaciones en el barrio del Besòs (Barcelona) para evitar que se construyeran viviendas para familias gitanas. Participaron antiguos luchadores vecinales que habían dado la cara para lograr mejoras en el barrio. Unas ciertas mejoras que podían hacerles pensar que los nuevos vecinos podían degradar el entorno. Ahora bien, no son adecuadas las actuaciones pensadas para un colectivo concreto: evidencian cierto paternalismo que alimenta sentimientos racistas. Hay que construir viviendas dignas para todos los que las necesiten; la vivienda es un derecho.

El racismo de la sociedad justifica y aumenta las desigualdades existentes

Es lógico, según su posición de clase, que Anglada, creador de Plataforma per Catalunya, Orriols con su Aliança Catalana, Heribert Barrera en su momento o Pilar Rahola hoy desprecien a los recién llegados. Pero la clase obrera ha perdido, al parecer, la perspectiva de clase social. No se da cuenta de que los poderosos de la economía fomentan las confrontaciones con los inmigrantes; a ellos les interesa que lleguen en situación irregular para conseguir mano de obra barata y no subir los salarios de los autóctonos.

El racismo de la sociedad justifica y aumenta las desigualdades existentes. Las actitudes racistas permiten aislar a un chivo expiatorio, a un enemigo claro, inferior a nosotros, para poder culparlo de las carencias que tenemos (que ya teníamos antes de que llegara la inmigración masiva): del estado del bienestar, de la sanidad y la educación públicas, de las viviendas dignas…

No es fácil comentar hechos y sensaciones tan graves con el alumnado. Pero nos corresponde hacerlo. La escuela no puede ser neutral. Quienes nos dedicamos a la educación en un sentido amplio tampoco. Es una tarea difícil porque hay muchos intereses políticos y económicos en mantener el racismo, en mantener las confrontaciones y luchas entre las personas, en incidir en las diferencias de etnia, religión, sexo, ideología… y no en todo aquello que nos hace iguales dentro de la única raza humana. Antes de estallar la Primera Guerra Mundial, partidos de izquierdas europeos hicieron un llamado a preservar la solidaridad de clase, a no ir a matar a otros trabajadores para defender los intereses de los poderosos. El llamamiento no tuvo éxito y prevalecieron las ideologías patrióticas. Nos toca intentarlo de nuevo: que no ganen quienes nos quieren divididos y enfrentados porque así aumentan sus beneficios económicos.

Hay que luchar contra el racismo estructural, claramente visible en Torre Pacheco y en otros lugares menos mediáticos (Vallirana, Piera…). Hay que evitar que estos comportamientos queden impunes, reconocer que el aumento de la llamada seguridad —más policías, más cámaras, más controles— no es ninguna solución; harían falta políticas distributivas que redujeran las desigualdades, también entre los autóctonos, y que, como decíamos, facilitan que se busque a los culpables entre los recién llegados y no entre los explotadores: quienes tienen el poder económico y ante quienes los gobiernos se comportan como mayordomos a su servicio. Los partidos de extrema derecha (o derecha) no aceptan realmente la democracia, solo cuando les sirve a sus intereses.

PALESTINA: hoy es el referente de una sociedad sin valores

La persecución del pueblo palestino empezó en 1948, pero se ha agravado con el genocidio y la destrucción de su tierra, que ya dura casi dos años; son cifras espeluznantes: más de 400.000 personas han sido prácticamente asesinadas, casi la mitad de ellas menores de edad, niños. Y no hay reacciones serias por parte del resto de países del mundo. No hay ningún interés en sancionar, evitar o detener el genocidio, que pesará sobre todos aquellos y aquellas que lo estamos contemplando. Las reacciones de la sociedad civil no son lo bastante fuertes como para obligar a los gobiernos a intervenir, romper relaciones, dejar de enviar armas…

Intereses económicos, fabricación y venta de armamento, yacimientos de gas, negocio de la reconstrucción… hacen que no haya ningún interés en enemistarse con Israel y/o EE.UU. Se continúa manteniendo relaciones económicas con el gobierno y las empresas israelíes, mientras personas de todas las edades mueren de hambre, de heridas de metralla, por falta de lo mínimo para vivir…

Israel no abre el muro. Ningún gobierno europeo lo exige seriamente.

Se están muriendo de hambre: las criaturas mueren por falta de alimentos básicos. Israel no abre el muro. Ningún gobierno europeo lo exige seriamente. No lo exigimos lo suficiente, no nos manifestamos lo suficiente, no recordamos las luchas pacifistas contra la guerra en Irak. Las horribles barbaridades que está cometiendo el gobierno de Israel con su ejército, armado por EE.UU. y la UE, no pueden pasar impunes.

¿Podemos enseñar al margen de estos hechos? Como si no pasara nada, como si no nos afectaran a nosotros, a nuestro alumnado, a sus familias, al país entero.

“En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario.”
George Orwell

No dejemos de hablar de Palestina. Intensifiquemos las acciones y las manifestaciones, intensifiquemos las denuncias públicas a los gobiernos que podrían actuar. Boicoteemos a Israel si no lo hacen quienes deberían hacerlo. Usemos las redes sociales para algo positivo: informar de todo lo que sepamos sobre el genocidio en Gaza y en toda Palestina.

Los gobiernos que han sido elegidos deberían entender que, si no actúan, perderán nuestros votos, si no sancionan a Israel, si no rompen relaciones diplomáticas y comerciales; en primer lugar, la compra de material militar; si no denuncian los crímenes sionistas en los tribunales internacionales (La Haya, ONU…).

Lucharemos por un mundo donde ningún pueblo oprima a otro. Los mismos bancos que financiaron a Hitler financian hoy los asentamientos ilegales en Cisjordania. Los mismos países que cerraron las puertas a los judíos que huíamos del nazismo hoy proporcionan las armas necesarias a los verdugos de Palestina.

“Somos los olvidados, los desamparados, los traicionados por todos. Los horrores que soportamos desafían la comprensión humana. La verdad de Gaza se escapa de la imagen, de la escritura o de la palabra. No estoy aquí para generar compasión; estoy aquí para revelar la verdad sobre el sufrimiento más prolongado del mundo: un ciclo criminal perpetrado durante 76 años.”

Mahmoud Mushtaha (2024). Sobrevivir al genocidio en Gaza. Ed. Escritos Contextatarios. Madrid(1) https://www.elextremosur.com/nota/54553-harvard-revela-que-israel-hizo-desaparecer-a-casi-400-000-palestinos-en-gaza-la-mitad-de-ellos-ninosLa ONU calculaba hace tiempo un 15% de los 2,4 millones de palestinos muertos.

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