Uno de los temas centrales a tener presente depende del grado de incertidumbres que representa el futuro económico y energético dada la profunda transformación que están teniendo tanto la producción y los servicios. Y no son menores las transformaciones sociales que impactarán derivadas del profundo cambio demográfico que se vivirá por todas partes factores que requieren un ejercicio de prospectiva y definición de estrategias realistas.
Buen ejemplo es el caso de nuestro país. Cuando se habla de que Cataluña está inmersa en un proceso de crecimiento de su población que acaba de superar ya los 8 millones, que en los próximos años alcanzará los 8,5 millones, y que en recientes declaraciones del gobierno de la Generalitat se hace referencia a 10 millones, aspectos que obligan a replantear como este crecimiento demográfico, con impacto directo en la economía, los servicios y las infraestructuras nuevas demandas. (Figura 1, evolución población).
A este factor debemos sumarle las incertidumbres que ofrece hoy día de cómo evolucionará la producción y distribución de la energía, y cómo los cambios productivos derivados de la digitalización o de las transformaciones en la organización de la producción.

Este crecimiento demográfico progresivo de Cataluña va en paralelo con las perspectivas económicas tal y como muestran los datos del Producto Interior Bruto (PIB), que una vez superada la crisis de 2008 y los efectos del coranovirus, parecen indicar que Cataluña ha recuperado la trayectoria de crecimiento sostenido que ya se intuía en períodos anteriores. Esta evolución permite extrapolar una tendencia de recuperación que no sólo se mantiene, sino que se intensifica, apuntando hacia un modelo económico que, pese a los retos globales, consolida niveles de actividad superiores a los previos a las crisis pasadas. Figura 2 .

Este aumento progresivo del PIB no sólo refleja el aumento en la población sino un progresivo incremento en la capacidad de productividad tal y como se muestra en la figura 3 que corresponde a la contribución al PIB por habitante, siendo más estructural que coyuntural. Cuando se analiza la contribución del PIB por habitante, el resultado es claro y corresponde al hecho de que Cataluña no sólo crece en volumen demográfico, sino que genera mayor riqueza per cápita, como pone de manifiesto la figura 3 , que evidencia este aumento relativo en términos de eficiencia productiva agregada.

El aumento del PIB per cápita no es un accidente estadístico, sino que responde a una mejora objetiva de la eficiencia productiva en los principales sectores económicos ya una ganancia de competitividad en el acceso a los mercados. El PIB de todo el estado español fue en 2024 de 1.591.627 M€ que estimando una población de 48,8 Millones de habitantes da un PIB por habitante de 32.615€ por debajo del PIB/habitante de Cataluña.
Estos resultados económicos requieren probablemente también un mayor consumo de energía final a menos que los aumentos en eficiencia energética sean mucho mayores . Así pues, la evolución en el consumo final de la energía también nos indica que a mayor productividad mayor consumo de energía tal y como muestra la tendencia representada en la figura 4.

Cuando coinciden el crecimiento demográfico y el aumento del PIB, la presión sobre la demanda energética se intensifica inevitablemente. La alternativa es clara: o se compensa con ganancias sustanciales de eficiencia energética –y no sólo incrementales–, o bien el sistema se tensiona. Sin embargo, comporta un aumento de las demandas en todas las infraestructuras, en vivienda, en transporte,…que inmediatamente altera todas las previsiones realizadas sobre las emisiones de gases de efecto invernadero, esencialmente CO2. Estas previsiones o presupuestos de CO2, por ser mínimamente válidas, deben considerar todos estos incrementos de actividad. La efectividad de la lucha contra el cambio climática es, en valor absoluto, devolver a las cantidades de 1990 que estaba en Cataluña de 38,69Mt. Por tanto, plantear una reducción porcentual por sectores cuando éstos ofrecen una prospectiva de fuerte crecimiento puede ser un sistema de autoengaño. Si se mira la evolución del consumo final de energía por sectores en relación con el número de habitantes, figura 5, cabe destacar especialmente, por ejemplo, el comportamiento del sector del transporte.

Mientras que sectores como los servicios o el residencial o el primario muestran una tendencia contenida, consecuencias de las ventajas debidas a la electrificación, o, incluso en el sector industrial donde las firmes medidas impuestas por las declaraciones de huella de carbono y sus planes de contingencias hacen considerar factible un mayor control de los objetivos, en el sector eléctrica, el origen verde de ésta, la mínima introducción de otras tecnologías verdes para el transporte pesado por carretera, el poco uso del tren para el transporte de mercancías,…y la fuerte demanda de vehículos ligeros ligados al uso personal o familiar- justifican este aumento. Todo ello justifica un incremento de hasta el 30% en el consumo final de energía del sector, si se mantiene la correlación histórica entre el número de habitantes y el parque de vehículos, como puede verse en la figura 6 .

Es evidente que esta extrapolación –basada en la correlación entre población y aumento del parque de vehículos– se verá afectada por una oferta mucho mayor (con el consecuente aumento de consumo energético para su realización) de infraestructuras de transporte público, (nuevas carretas, nuevas vías, nuevas opciones de transportes interurbano, nuevas opciones transporte urbano , tren , cargadores , soluciones ) . por hacer mientras que
la demanda de vehículos y un mercado para atenderle ya existe.
Este aumento comporta un incremento en las emisiones de CO2 y elimina todas las recomendaciones y objetivos definido en los presupuestos de CO2 debatidos en el Parlamento de Cataluña. Si se observa la distribución de las aproximadamente 40Mt de emisiones de CO2 equivalente, más de 12Mt provienen del sector transporte según los datos actuales, figura 7.

Si no se toman medidas de fondo, el simple seguimiento marcado por las tendencias actuales nos lleva a superar las 15Mt y si no se hace lo suficiente, nos deja todavía un aumento en las emisiones GEI provenientes del sector transporte.
Existen los deberes por hacer en relación al sector transporte incluyendo todo el sector (aéreo, marítimo, carretera, terrestre). Mientras en otros sectores por diversas razones –electrificación más aplicable, industria intensiva con emisiones difíciles de abatir, las declaraciones de huella de carbono,……- se intuyen algunas alternativas, en el sector transporte y logístico, que representa sobre el 15% del PIB de Cataluña, todo parece todavía incipiente o pendiente. ¿Dónde están las infraestructuras necesarias? Si éstas ya son totalmente insuficientes por la situación actual ¿cómo afrontarán soluciones para cubrir una demanda con más del 25% de incremento?
Tabla comparativa final: previsiones oficiales vs. escenario plausible (horizonte 2030)
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Variable |
PNIEC/PIENCAT |
Escenario Plausible |
Comentario |
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Población |
7,8 millones (estabilizada) |
8,8 – 9,2 millones |
La migración y la demanda laboral empujan al alza la demanda |
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PIB real |
+25% (en comparación con 2020) |
+30–35% (en comparación con 2020) |
Crecimiento vinculado al sector servicios ya la actividad urbana |
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Consumo final de energía |
Reducción del 17% |
Estabilización o ligero aumento |
La electrificación no frena la demanda si crecen población y actividad |
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Emisiones totales de GEI |
Reducción del 32% |
Reducción del 15-20% |
Objetivos inalcanzables sin cambios estructurales urgentes |
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Transporte (emisiones) |
Reducción del 35% |
Aumento de hasta el 25% |
Sector crítico: falta de infraestructura y cambios reales |
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Intensidad energética/PIB |
Mejora del 40% |
Mejora del 20-25% |
Sin reformas fiscales y digitales será difícil conseguir mejoras más importantes |
A modo de conclusión, es necesario rehacer los análisis de la prospectiva energética de modo que consideren las situaciones de crecimiento en habitantes y en la economía que se están produciendo y todos estos aspectos deben contemplarse dentro del callejón sin salida para plantear unos presupuestos de carbono adecuado a los objetivos exigidos para la lucha contra el cambio climático.
Habría que volver a hacer —posiblemente desde cero si es necesario— el análisis prospectivo energético de Cataluña, incorporando de forma central las variables de crecimiento demográfico y económico más realistas, con las contingencias de las enormes incertidumbres que se observan en el entorno, así como la realidad operativa de cada sector. Sin embargo, los presupuestos de carbono corren el riesgo de quedar desconectados de los objetivos reales de lucha contra el cambio climático , y, por tanto, de perder toda relevancia como herramienta de gobernanza estratégica.


Catalunya Plural, 2024 