En este recorrido por Vilapicina hemos transitado por muchas de sus encrucijadas, la mayoría centradas en su homónima calle, con confluencias clave en todas sus latitudes, de Fabra i Puig a la riera d’Horta.
En el tramo final del carrer de Vilapicina se hallaba Can Gaig. El espacio de la masía generó huertos y viviendas en lo que ahora es Mare de Déu de Les Neus. Esta vía secundaria, paralela a la principal del barrio, es fundamental para entender su crecimiento más allá del núcleo original.
Mare de Déu de les Neus tiene varias fases. La última, si la caminamos desde su inicio con el carrer de Vilapicina, transcurre de Arnau hasta el carrer de Santa Matilde, donde damos con otro eje porque en ese punto también emerge el carrer de Serrano, y el verbo es muy correcto. Podemos comprobarlo por su numeración.
La comento porque desde mi experiencia imagino a la mayoría contemplando Serrano desde su conclusión en l’avinguda dels Quinze, cuando se abre en una perspectiva serpenteante, estrechándose hasta su adiós, que es comienzo, en Mare de Déu de Les Neus.

Serrano, Aragón en sus balbuceos, no adquirió su morfología actual hasta finales de los sesenta o principios de los setenta del siglo pasado, y si me apuran hasta 1980, fecha que el catastro otorga al instituto Barna-Congrés, donde antaño se instaló la fábrica de Tintes Hermanos Santaló.
Si caminamos Serrano desde els Quinze, con Virrei Amat y Fabra i Puig a nuestra derecha, podremos comprobar sin muchos problemas las fases de la calle, siempre con la clara premisa de estar andándola al revés de su origen. Lo hacemos así porque, cuando nos acercamos a Amílcar se produce un achicamiento, la calle se vuelve mucho menos ancha y en su lado izquierdo la altura de las edificaciones es muy del momento anterior a la Guerra Civil. Pondremos el foco en Serrano 14, antes 21 como sugiere una numeración medio invisible en su fachada, de color anaranjado en un % hegemónico, prepotente como para ocultarnos a su siamesa, más deslucida, del carrer de Sant Ferrán.

Esta casa tiene valor por distintas tazones. La primera de ellas prosigue en el discurso de cómo evolucionó la construcción de la calle, donde Amílcar, así como para todo el entorno, era un hito primordial en anchura y conectividad hacia el passeig de Maragall o las montañas del Guinardó.
Serrano progresó en función de atender a próximos avances. La demolición de las instalaciones de Hermanos Santaló completó la cuadratura del círculo hacia y hasta la entonces avenida Borbón.
Cuatro décadas atrás, según los papeles del archivo en 1931, un tal Francisco de Paula Garí encargó al arquitecto Joan Ventura un inmueble elegante sin excesos, sobrio y reconocible en su territorio. El proyectista no ha dejado mucho sello, si bien se le atribuye la remodelación de uno de los grandes mitos de la Barcelona ajena a las guías, el Edificio Alhambra del carrer del Berlinés, repleto de historietas y con un patio como imitación al monumento granadino.

No he localizado ninguna información sobre el propietario en las fuentes habituales. Pese a ello, en esta ecuación hay otro elemento a sumar. La Casa Garí tiene su segunda fachada en el carrer de Sant Ferran. En un pliegue del 24 de abril de 1931, diez días después de la proclamación de la Segunda República, leemos cómo la vía aún no es oficial, prueba inequívoca de cómo todo ese trecho de Serrano a la riera de Horta aún estaba en pañales y por lo tanto era magnifico para invertir, como hizo Francisco Payarol. En 1922 debió meditar algún sueño empresarial con la adquisición de maquinaria.
Payarol debía creer estar poseído por un sexto sentido en áreas con mucho futuro. Residía en el número 2 del carrer de la marquesa de Caldes de Montbuí con passeig de Maragall, una intersección de tiempos y caminos porque al lado mismo se inauguran els Quinze, modernísimo nombre del viejo camí de Sant Iscle. En ese bloque, en general ubicado en el quilómetro cero de las políticas de casas baratas, Payarol sufrió en 1929 un robo de alhajas y dinero tasado en tres mil ochocientas pesetas.
Ignoro qué planes albergaba con sus posesiones colindantes a la riera d’Horta. En los documentos de 1931 solicita edificar un conjunto de fincas. Los planos llevan la rúbrica del veterano Andreu Audet y Puig, de trayectoria sensacional. Haber descubierto su firma en estos documentos riza el rizo de su cronología, pues una de sus primerísimas contribuciones, la Villa Esperanza del passatge Isabel de Vallcarca, es un paradigma de protomodernismo, datada en 1893.

Esta guinda de Audet se enmarca en ese extraño limbo arquitectónico barcelonés de finales de los veinte a los treinta, de la Exposición de 1929 a la proclamación republicana. En ese lapso convive el paulatino despegue del Racionalismo con la victoria popular del estilo Noucentista, cuya estela se alargó durante todo el primer lustro de la década. Audet debió consentir las peticiones de Payarol, feliz por ese dúo con jardín en el ingreso y decoración muy efectista, embellecida por el paso del tiempo.
No en vano, en 1931 tanto la casa Garí como las de Payarol eran casi una excentricidad en ese perímetro aún copado por un sinfín de masías. Su urbanización, así como las previsiones para Serrano, se conjugaba a la lanzada con mucha timidez hará una centuria en calles brotadas desde la riera d’Horta, como Baró d’Esponellà y Antonio Miracle, hoy en día Ftancesc Bolós, cuyo triunfo ha sumido en el olvido al promotor de muchas casas baratas, las más remarcables en el carrer del Comte Güell.

Por lo tanto, Serrano siguió el son de cada época. Hacia 1930 emprendió su ruta hacia els Quinze desde Mare de Déu de les Neus hasta Amílcar, mientras tendía vías que la cruzaran para juntar la riera d’Horta con Vilapicina. Estas urbanizaciones mezclaban la manga ancha de los jefes de los clanes rurales, conscientes de cómo debían ir desprendiéndose de sus hectáreas ante la imparable crecida barcelonesa, y las expectativas de los recién llegados, desde promotores hasta pequeños propietarios. Más tarde, en el alba del Porciolismo, Fabra i Puig descompondría este orden, anunciador de una velocísima y salvaje transformación del ayer al hoy del siglo XX.


