La aparición de las innovaciones tecnológicas ha servido –en manos de los creadores, y de forma histórica– como estímulo capaz de sacudir los viejos esquemas y generar nuevos lenguajes, procesos y expresiones artísticas. La irrupción de la inteligencia artificial (IA) está provocando un debate transversal que no habíamos presenciado desde que internet irrumpió en nuestras vidas. La denominada cuarta revolución industrial está sacudiendo muchas de las estructuras de un mundo en plena transformación. La 12ª edición del Sónar+D –13, 14 y 15 de junio– prepara los escenarios adecuados para escuchar, ver y entender cómo los creativos y las industrias culturales se adaptan a una nueva realidad donde las tecnologías de la IA reclaman un papel protagonista. Hemos quedado con Antònia Folguera, comisaria del Sónar+D, para hablar sobre el impacto de la IA en las artes y la sociedad, y sobre las novedades y nombres más destacados de esta edición.
¿De qué modo la IA está alterando la naturaleza del arte?
Es una buena pregunta. Creo que hay artistas, como Nicole L’Huillier, que cuestionan cómo relacionarse con esta tecnología y hacer un buen uso creativo. Buscan la forma de darle la vuelta o de mostrar sus trabajos con una formalización estética que huye de la IA más habitual. Pero creo que todavía es muy pronto. En el ámbito estético nos proporciona modelos de IA masivos que acaban pareciéndose porque están hechos con la misma herramienta. Creo que lo que está cambiando en la naturaleza del arte es quizás la forma de trabajar, una forma distinta de relacionarse con las herramientas, mucho más intuitiva que los instrumentos musicales o los ordenadores. Con los ordenadores, para utilizarlos, hemos tenido que aprender su lenguaje, un lenguaje creado por humanos, que es la programación, es utilizar el teclado y el ratón, es aprender unos determinados menús, es como hasta ahora hacemos servir estas herramientas. Las herramientas para hacer música, por ejemplo, unas son más fáciles, otras más complejas, pero también se trata de aprender ese lenguaje. Ahora, las herramientas creadas con IA nos permiten, quizás, interactuar de forma más natural a través de gestos, de la voz, a través del prompting, no es necesario que sea escrito. Esto proporciona una forma de interactuar con la máquina que no existía hasta ahora y que seguramente traerá resultados interesantes, pero es un poco pronto para comprobarlo.
El sentimiento que más existe en torno a esta tecnología es que todavía cuesta entender
¿Existen más peligros o más dudas en torno a la IA?
Hay de todo. Por un lado, existe ilusión y curiosidad. También excitación. Hay gente que está muy contenta, se lo está pasando muy bien con la aparición de esta herramienta y la utiliza muy bien. Incluso hay artistas que están esperando ver cómo evoluciona y los hay a quienes la IA les ha permitido posicionarse artísticamente o han cambiado su manera de trabajar. Por otro lado, hay miedo y rechazo. El sentimiento que más existe en torno a esta tecnología y cualquier otra emergente es que todavía cuesta entender; les da miedo quedarse fuera, perderse algo importante, considerando que todo va muy rápido y que no llegamos a todas partes. Yo creo que éste es el sentimiento más universal.
¿Nos debe dar miedo la inteligencia artificial?
La IA, como todas las tecnologías, no es inofensiva. Cuando me preguntan si la IA puede acabar con la humanidad, les respondo que, si hacemos un mal uso de ella, puede ser catastrófico. El peligro no son los límites de la inteligencia artificial, sino el mal uso que hacemos de ellos los humanos, los que roban las ideas. Sin embargo, soy de la opinión que los artistas con talento no deben sentirse amenazados por la inteligencia artificial. Sin embargo, es verdad que si estudiamos el arte digital desde sus inicios, encontramos que, en un principio, las herramientas principales se desarrollaron dentro del ejército. Por ejemplo, los motion graphics (gráficos en movimiento) que podemos encontrar en videojuegos, películas de animación, programas de televisión, series, etc., fueron creados por un ingeniero con vocación de artista llamado John Whitney, que durante la Segunda Guerra Mundial trabajó en una fábrica de aviones del ejército estadounidense. Utilizaba el software de ordenadores obsoletos un poco para jugar, para cotillear, deshaciéndolo, observando qué pasaba. Cogió un software para medir la trayectoria de los misiles y con este software empezó a crear piezas artísticas. Por eso es considerado el padre de la animación por ordenador. Lo que debía ser una máquina pensada básicamente para dañar, se ha convertido en algo que ha hecho aflorar muchísima creatividad. Hoy en día es una industria muy poderosa, más allá del arte y de la cultura. También internet salió en el seno del ejército estadounidense. Cuando apareció internet comercial, o antes de que salieran los primeros internets comerciales, muchas personas que se mueven en torno al arte, como comisarios, comunicadores, periodistas y entusiastas, lo incorporaron. Y creo que son los que han contribuido a que internet sea esa explosión de creatividad que es, que lo fue en los años noventa o en los primeros dos mil y nos sorprendió. Creo que el arte siempre demuestra que puede hacerse un buen uso de la tecnología. Es más, no sólo se puede hacer un buen uso, sino que puede darle la vuelta para hacer algo completamente diferente.
La IA está disparando la imaginación de muchos artistas, ya sea porque la han integrado para crear o como elemento que los inspira
La IA, en cierto modo, lo está transformando todo o, al menos, lo está replanteando.
Sí. A veces lo empeora y en ocasiones lo mejora. Está presente en herramientas de producción, sobre todo en formas de machine learning, y seguramente muchos productores musicales lo utilizan sin ser conscientes de ello. Pero también está disparando la imaginación de muchos artistas, ya sea porque la han integrado para crear o como elemento que los inspira. Otros, sencillamente, especulan y piensan en cómo va a cambiar el mundo, sin tocar ninguna de las herramientas.
¿Cuantificar los beneficios de la IA e integrarla con otros componentes tecnológicos podría ser la fórmula perfecta?
Absolutamente. Debemos utilizar la IA de forma positiva y constructiva. Aunque la conferencia inaugural de Sónar+D se llama Generating Panic?, esperamos que acabe con una nota positiva o esperanzadora. La mezcla de conocimientos y disciplinas, con personas que miran hacia delante, hacia el futuro, será muy inspiradora. Hay nombres que nos hacen mucha ilusión. La periodista y escritora Marta Peirano, el profesor Eduard Alarcón, o Adam Adamatzky, que explora el lado menos ortodoxo de la informática, especialmente en lo que hace referencia al uso de componentes orgánicos y sistemas naturales; ha utilizado mohos para planificar sistemas viarios y desarrollar sistemas nano-robóticos… Normalmente, las personas que estudian esta área siempre dicen que en un futuro los ordenadores, en lugar de construirlos, crecerán como si fueran una planta o un animal. Y también contamos con Rebecca Fiebrink, que es pionera del uso de la IA en el entrenamiento de redes neuronales. Ella se centra en cómo el machine learning y la IA influyen en el proceso creativo y en la forma de utilizar estas herramientas para mejorar la accesibilidad de las personas con discapacidad. Por ejemplo, en 2009 creó el software Wekinator, utilizado hasta la fecha por artistas y diseñadores de todo el mundo.
Hay un clamor bastante extendido a favor de regular de alguna manera la IA, pero no sé hasta qué punto es posible hacerlo con millones de usuarios
Que la evolución tecnológica va siempre más rápida que la legislación es un clásico que el boom de la IA ha hecho aún más evidente.
Siempre digo que esto es una especie de remix, pero salvaje, llevado al extremo, aunque el remix es algo que está muy integrado en la cultura de hoy en día, tanto el remix visual, la apropiación, la música, el sampling, etc. Es lo que más preocupa a los artistas. Un artista me dijo una vez que si la gente remezclaba sus piezas, en cierto modo, era un reconocimiento a su obra, pero lo que no le gustaba es encontrarse de repente una de sus canciones en una campaña política fascista o en un sitio que le hiciera sentir incómodo. Esta preocupación es anterior a la IA. Existe desde los años setenta, cuando el rap empezó a samplear discos antiguos para hacer nuevas canciones. La legalidad en torno a esta práctica está bien resuelta. Digamos que hay posiciones por todo; sí hay un clamor bastante extendido a favor de regular de alguna manera, pero no sé hasta qué punto es posible hacerlo con millones de usuarios.

¿Qué escenarios ha planteado en Sónar+D para entender cómo los creadores están adaptándose a esta nueva realidad?
Nuestro rol es observar y aprender lo que implica para intentar capturar estos cambios y novedades. Presentar las historias de los artistas al público. Este año pondremos énfasis en la relación entre la IA y la música. Organizamos el AI and Music Festival, una iniciativa de la Comisión Europea, con la que hemos renovado el compromiso para los próximos años, hasta 2026, dentro del mismo Sónar+D o el propio Sónar para que incluya actuaciones musicales. Haremos un seguimiento de cómo va avanzando la IA, cómo se relaciona con la música, cómo se va introduciendo, cómo los creadores y creadoras la transforman. Una herramienta muy popular es la red neuronal Raves. La utilizan muchos productores musicales. Es un software que se puede entrenar con los tipos de música que uno desee y facilita recoger bases de datos y utilizarlas para hacer música. Otra herramienta interesante es Combobulator, que permite utilizar la IA con el estilo de un artista, pero de forma legal y ética. Los artistas pueden ser retribuidos por el uso de su música o de su esencia. Puedes comprar una especie de paquete y el artista recibe un porcentaje de dinero por la venta. Así, la gente que hace música puede utilizar el diseño de un artista con su consentimiento, de forma, sostenible y ética.
¿Y más allá de la música?
Por segundo año consecutivo, hemos hecho equipo con la Universidad Pompeu Fabra para participar en el +RAIN Film Fest, en el simposio y en las actividades asociadas que tienen lugar dentro del recinto de Sónar+D. Esta iniciativa nos permite explorar cómo la IA interacciona con la narración fílmica de nuestro tiempo.
También profundizará en temas que tocan áreas de pensamiento y otras disciplinas, no necesariamente enfocadas a la práctica musical o audiovisual.
En este sentido, este año hemos invitado a tres escritores. Nunca habíamos invitado este tipo de perfiles y queremos hacer una apuesta más performativa, más narrativa, que esperamos que guste al público. La idea es generar una mezcla de historias con aspectos que son verdad y otros que son ficción; sabemos que la ficción –y sobre todo la ciencia ficción– acaba siendo a veces realidad en un futuro. Sasha Costanza-Chock, por ejemplo, investigadora y diseñadora, trabaja para apoyar procesos comunitarios que construyen poder compartido. Impartirá una conferencia audiovisual en la que abordará los prejuicios arraigados a la tecnología, que ha sido siempre concebida desde una perspectiva blanca, masculina y privilegiada. Cómo el diseño debe incluir determinadas colectividades y así crear soluciones tecnológicas que beneficien a toda la sociedad, no sólo a unos privilegiados. También vendrá Joanne MacNeil, que hizo un libro hace dos o tres años, durante la pandemia, titulado Lurking, How a person become a user, en el que cuenta la historia de internet, pero no tanto desde cómo avanza tecnológicamente y cómo lo hacen las grandes compañías, sino desde el punto de vista de cómo nosotros, como usuarios, nos transformamos y acabamos convirtiéndonos en una prenda muy pequeña del puzzle que en el fondo alimenta el capitalismo de plataformas. A Joanne y al resto de escritores les hemos pedido que en lugar de dar una conferencia sobre su trabajo o sobre el proceso creativo, que es lo que hacemos normalmente con los músicos o los artistas visuales, nos cuenten una historia. Joanne hablará de lo que ella llama Stories from the AI Underclass, ese trabajo oculto, el trabajo humano, que ha permitido desarrollar la IA. Hay muchos colectivos de gente increíblemente mal pagada por realizar muchos trabajos absolutamente invisibles. Y también hemos invitado a Tim Maughan, que tiene una novela traducida al castellano, Detalle infinito, donde imagina un mundo distópico en el que internet ha desaparecido. Él dice que inevitablemente la IA es el futuro del arte, y éste es el punto de partida de su historia, 2 tired 2 prompt, que documenta los intentos de extraer de una IA la respuesta sobre su impacto en las artes.
Sólo desobedeciendo y poniendo en cuestión la realidad, el statu quo, podremos innovar
El baile siempre ha sido un elemento fundamental en el Sónar, sea en la pista o sobre el escenario. Este año, bailarines y coreógrafos ofrecerán una serie de espectáculos que presentan el baile como medio radical para la exploración, la experimentación y la narración.
Nuestra voluntad es también romper disciplinas y acercarnos al mundo de la danza. Hay muchos espectáculos con bailarines, coreógrafos, que muestran diferentes maneras de expresarse en el escenario. Lo recogeremos en la mesa redonda Dance dance revolution, con Gabber Eleganza, Kianí del Valle, Meritxell de Soto y Tianzhao Chen. Todos los bailes que vienen del rap, del hip-hop, son los que han configurado un poco como se baila hoy en día. Cuando vemos a todos estos grupos de k-pop (música popular coreana) bailando, sus movimientos provienen de la tradición del hip-hop, mezclado con otros estilos, y creo que esto tiene un valor, como otras expresiones como el bopping y el ballroom. Gabber Eleganza trabaja a partir del hardcore techno, construye un puente entre el panorama sonoro y el lado estético del hardcore, los movimientos post-rave y la cultura contemporánea. El estudio digital Team Rolfes presentará 321Rule, una representación teatral de club en tiempo real con títeres de realidad virtual y avatares de captura de movimiento. Visuales, animación 3D, gafas de realidad virtual, baile, música, performance, todo mezclado, imperdible. Tianzhao Chen y el colectivo de artes visuales ASIANDOPEBOYS también lo mezclan todo. El alcance de su trabajo llega a todo, desde las bellas artes y la estética de internet hasta la cultura tradicional china y la danza teatro Butoh japonesa. Es muy interesante experimentar para hacernos una idea de hacia dónde va el mundo del espectáculo. Myriam Bleau hará tándem con la coreógrafa y diseñadora de iluminación Nien Tzu Weng para ofrecer un nuevo espectáculo, Second Self, inspirado en la fascinación de ambas por los espacios existentes entre la realidad física y los mundos imaginarios y virtuales. También me gustaría destacar Lee Gamble, que compuso su último álbum Modelos con voces sintéticas generadas por IA que utilizan un lenguaje sin apenas palabras. Para darle vida, colabora con la coreógrafa Candela Capitán. Nos ofrecerán una performance muy bonita que reflexiona sobre la tecnología. El trabajo coreográfico y sobre el escenario de Candela Capitán dialoga mucho con la tecnología, con las pantallas, y cómo éstas nos transforman; a veces nos esclavizan, a veces nos proporcionan libertad.
Justamente, para poder experimentar libremente dentro del mundo del arte y de la creatividad, ¿debemos desobedecer?
Mira, en Sónar, cuanto mejor nos autodefinimos es como evento “antidisciplinario”. Esto no significa que seamos indisciplinados. Bueno (ríe), ¡sí que lo somos! Esto significa que nos gusta recoger aquellos proyectos o hacer posible aquellos proyectos salpicados por todas las tecnologías o que rompan las barreras que existen para crear un nuevo espacio. Me gusta mucho más “antidisciplinario” que multidisciplinar, porque creo que invita a desobedecer. Porque sólo desobedeciendo y poniendo en cuestión la realidad, poniendo en cuestión el statu quo, poniendo en cuestión las normas, poniendo en cuestión las disciplinas, podremos innovar, hacer cosas nuevas, crear, sorprender.


