Este lunes ha empezado la campaña de las elecciones legislativas francesas que se celebrarán los días 30 de junio y 7 de julio, después de la disolución por sorpresa de la Asamblea Nacional, decidida por el presidente Emmanuel Macron después del hundimiento de su partido en los comicios europeos. Ante el riesgo de una nueva victoria de la ultraderecha, los partidos de izquierdas y ecologistas se han unido en un Nuevo Frente Popular que sueña con la victoria. “La llegada al poder del Agrupamiento Nacional (RN) ya no es una fatalidad” concluía el primer comunicado de la nueva coalición progresista.

La convocatoria de elecciones legislativas adelantadas provocó un terremoto en la política francesa. El impopular presidente –cuyo partido recibió la mitad de votos que el partido de Marine Le Pen en las europeas– esperaba que la división de la izquierda convirtiese su formación de nuevo en la única alternativa a la ultraderecha, pero se equivocó. La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, el Partido Socialista, Los Verdes y el Partido Comunista ya habían concurrido juntos a las legislativas de 2022, obteniendo el segundo lugar y rompiendo la mayoría absoluta de Macron, pero desde entonces las izquierdas habían vuelto a su tradicional lógica fratricida.

Presionados por las movilizaciones en las calles desde la noche electoral de las europeas, los líderes de los partidos progresistas han decidido “arrojar el rencor al río”, como lo expresó Mélenchon con su habitual lirismo. Solo cuatro días después nació el Nuevo Frente Popular, con un programa común y un acuerdo para repartirse las circunscripciones entre los diferentes partidos. El nombre de la candidatura hace referencia a la histórica alianza de izquierdas que gobernó Francia a partir de 1936, mientras en otros países europeos triunfaba el fascismo. El Frente Popular, que consiguió conquistas sociales como las vacaciones pagadas, es una referencia histórica para la izquierda francesa del nivel de la Revolución de 1789.

Esperanzas de victoria

Las encuestas colocan al RN en primer lugar, seguido de cerca por el recién creado Frente Popular. Ensemble, el partido de Macron, está en una tercera posición que puede ser desastrosa –el sistema electoral francés es mayoritario, lo que significa que en la mayoría de territorios se enfrentará un candidato de izquierdas con uno del RN, dejando fuera a los ‘macronistas’.

El Frente Popular tiene de su parte el entusiasmo del electorado progresista, que por fin ve razones para la esperanza en un panorama político cada vez más derechizado. También tiene el apoyo de los grandes sindicatos, que convocaron masivas movilizaciones el pasado fin de semana en apoyo de la candidatura de izquierdas. Todavía están frescas en el recuerdo las manifestaciones y huelgas que paralizaron Francia el año pasado en protesta por la reforma de las pensiones de Macron, las más numerosas en décadas. Volver inmediatamente a la jubilación a los 62 años es una de las promesas estrella del Nuevo Frente Popular, que contrasta con las vacilaciones de la ultraderecha en este tema.

Por una vez, es la derecha la que está dividida. El líder de Los Republicanos –el partido de la derecha tradicional– ha sido expulsado de su propio partido por intentar una alianza con el RN. Reconquête, un partido ultra situado a la derecha de Le Pen, también ha visto cómo su candidata a las europeas –Marion Maréchal, sobrina de Marine Le Pen– saltaba del barco para irse al RN.

Todos estos factores han llenado de esperanza a la izquierda, pero el resultado es incierto. La derechización de Macron, que acaba de impulsar un ley de inmigración racista copiada de la ultraderecha, ha ayudado a la estrategia de desdiabolización del RN. Además, parte de la derecha tradicional se unirá a las filas de Jordan Bardella, el joven candidato ultra a primer ministro.

A pesar de todo, los líderes de la izquierda intentan contagiar a su electorado una moral de victoria para repetir la hazaña de 1936, y convertir el desastre anunciado de un gobierno ultraderechista en esperanza de un giro social y ecológico en la política francesa.

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