Los profesores especializados en Comunicación Enric Marín y Joan Manuel Tresserras forman un tándem ideológico y político vinculado con Esquerra Republicana. Tresserras fue consejero de Cultura del tripartito de izquierdas presidido por José Montilla y Marín fue secretario de Comunicación en el que presidió Pasqual Maragall antes de presidir la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales entre 2010 y 2012. Marín es secretario de Educación y Cultura de la actual Ejecutiva Nacional de ERC. En 2019 publicaron juntos el libro “Obertura republicana. Catalunya després del nacionalisme” (Pòrtic).

Esquerra apoyó a Illa, como presidente. ¿Lo ven bien o mal?

E.M.- Bien. Es lo que tocaba hacer. Había un doble escenario: o ir a una repetición electoral o, sencillamente, condicionar los contenidos de un gobierno de izquierdas. O garantizar políticas de izquierdas o ir a una segunda vuelta electoral. Nos encontramos en esta situación por la no aprobación de unos presupuestos que eran los más expansivos de la historia reciente. Cuando se convocan las elecciones, las izquierdas globalmente pierden peso y el soberanismo también. En esta situación puedes repetir elecciones para que aún pierdan más peso unos y otros o puedes decidir que debes condicionar las políticas públicas para que sean lo máximo de progresistas y lo máximo de catalanistas.

J.M.T.- De hecho el gobierno de Pere Aragonès se encontraba con esta situación: El PSC sólo tenía que esperar. Podía tener una actitud de ayudar a mantener al gobierno condicionando la gestión. En el caso de Junts era evidente que lo que procuraba era obtener el máximo deterioro posible de la labor de gestión del gobierno; era una oposición directamente destructiva. La del PSC era una oposición de mantenimiento con respiración asistida porque esto le favorecía en una posterior convocatoria electoral. En estas condiciones, cuando todo el mundo vive, de hecho, de complicarte las cosas, seguramente continuar no tiene demasiado sentido. Con un buen presupuesto que te permite mejorar las políticas sociales, que te acerca mucho al 2% en materia de cultura, que te permite hacer políticas de fortalecimiento nacional en el terreno de la lengua y en muchos otros, tú puedes decir “durante un año sufriremos pero podemos realizar unas políticas que avancen en la línea que hemos ido marcando”. Tienes una situación en la que todo el mundo está especulando con el calendario. Unos esperan que finalmente les llegará el turno a ellos y apoyarte les hace más creíbles como opción equilibrada que piensa más en el país que en el beneficio de partido pero que, de hecho, va esperando porque sabe que en la siguiente elección ganará por el propio desgaste del independentismo. Los otros simplemente se dedican sistemáticamente a intentar erosionar la obra del gobierno. Esto ya viene de lejos. La prioridad de Junts es el desgaste de Esquerra. Ellos se plantean puramente recuperar la hegemonía del mundo convergente en lo que consideran el espacio nacionalista y su nacionalismo lo conducen hacia un independentismo formal, un nacionalismo revestido de independentismo. Su principal objetivo, ahora, es intentar erosionar al máximo el independentismo no nacionalista.

J.M.T: “La prioridad de Junts es el desgaste de Esquerra, erosionar al máximo el independentismo no nacionalista” | PRF

E.M.- Como decía, después de las elecciones, la suma de las izquierdas fue hacia abajo. Existe todavía un tercer factor: la irrupción de la extrema derecha catalanista, que es algo disruptivo. Hay muchas razones para pensar que no irrumpe por casualidad, porque esa señora no es alcaldesa de Ripoll por una fatalidad sino porque algunos miraron hacia otro lado para permitir que lo fuera. Una vez que ha ganado visibilidad y ya tiene voz parlamentaria, todo apuntaba a que con las condiciones actuales, una segunda convocatoria querría decir más retroceso de las izquierdas y más avance de la extrema derecha, la españolista y la catalanista.

¿Eso pesó en la decisión de Esquerra? Todo el mundo daba por hecho que si había elecciones bajaría y, por tanto, no le convenía repetirlas

E.M.- En ERC, lo puedo decir con cierta información, en el debate interno la posición era clara, en el sentido de decir “si somos capaces de llegar a un acuerdo que sea muy positivo para el país, debe hacerse. Debemos sacar el máximo rendimiento de los veinte diputados que tenemos. Si no somos capaces de eso, iremos a elecciones”. Pero Esquerra no podía negociar en una posición de debilidad. Y esto se hizo saber muy claramente, muy abiertamente y muy directamente a los negociadores socialistas. “No penséis que porque hemos perdido trece diputados, negociaremos a la baja. Esto tiene sentido para nosotros si existen unos acuerdos muy sólidos en el tema de la financiación, derechos sociales y lengua”.

¿Qué piensan del acuerdo al que se llegó?

J.M.T.- La impresión es que se negoció bastante bien, fijando la atención en los puntos que inicialmente se habían planteado como fundamentales y llegando a unos resultados que van mucho más allá, en términos de cálculo realista, de lo que se había llegado hasta ahora. Porque el tema de la mala financiación, del déficit fiscal, del expolio fiscal, es un tema recurrente que se ha planteado durante 30 años como un tema fundamental, pero ni durante la etapa del ‘procés’ con gobiernos independentistas, se había podido llegar a plantear una cuestión de estas características. La vez anterior en la que se había planteado la cuestión con cierta contundencia es el viaje de Artur Mas a Madrid para ver a Mariano Rajoy justo antes de que se acabe de formalizar el desembarco de Convergència en el independentismo. Ya se había intentado hacer algo de estas características, pero nunca había funcionado. La primera vez que existe un acuerdo escrito y que genera un compromiso por parte del gobierno del Estado es ésta. Luego ya se verá si se cumple o no y existen mecanismos para intentar garantizar que se va cumpliendo. En caso de incumplimiento se puede llegar a hace caer el gobierno, aquí o allá. Es una buena negociación. Con buena lógica, si Junts per Catalunya realmente tuviera en mente mejorar el autogobierno de Catalunya, estaría a favor y ayudaría a hacer presión. Esto haría ese acuerdo difícilmente reversible. Pero, en ocasiones, la gesticulación independentista les evita comprometerse en todo lo que son los espacios concretos de soberanía y autogobierno. Depende de si pueden colgarse la medalla o no.

E.M.- No pueden estar en contra porque lo llevaban en su programa. Por tanto, no dicen que están en contra, lo que dicen es que no se cumplirá y que, como siempre nos engañan.

ERC habla de “concierto económico”, los socialistas de “financiación singular”. ¿El nombre es importante o no?

E.M.- En esto nos hemos complicado demasiado la vida.

J.M.T.- Es el balance contable. Lo decisivo es que la recaudación se produzca por parte de la Generalitat. Es absolutamente fundamental. Aquí el cambio es por un lado conceptual y por otro que acabe teniendo repercusiones contables. La virtud que tendrá también el cumplimiento del acuerdo es que hará mucho más transparente el tipo de relación entre Catalunya y el Estado en términos fiscales y de transferencias de recursos.

E.M.- Sólo se habla de financiación pero en el acuerdo hay muchas más cosas… El tema de la financiación es como los diez mandamientos. Al final se reducen a dos: quien tiene la llave de la caja, ponle el nombre que quieras, quien recauda, ​​quien regula, y después cuál es la cuota solidaria. Si la llave no la tenemos aquí y no podemos negociar la cuota solidaria, pues de poco servirá todo esto.

De los otros puntos del acuerdo que han hecho posible el apoyo de ERC a la investidura de Illa, ¿qué piensan?

E.M.- El tema de la lengua es crítico y es más importante de lo que se ha destacado. El nacionalismo español es muy cínico cuando plantea según qué temas. Le cuesta muy poco entrar en la provocación del dinero y le cuesta muy poco potenciar el relato de los catalanes, judíos, el enemigo interno que quiere quedarse con todo el dinero porque es insolidario. Tienen una oportunidad ahora de actuar así y lo harán hasta el final. Por tanto, en términos de atención mediática, estaremos muchos meses hablando del sistema de financiación. Pero si se mira el redactado del acuerdo, existe toda una carpeta de políticas sociales que es muy potente. Y no estamos hablando de ello. Hay otra carpeta que es el tema de la lengua, la cultura, que es muy exigente porque de la misma forma en que estamos viviendo en una situación de emergencia climática, estamos viviendo en una situación de emergencia lingüística. Esta fue una condición muy dura, muy severa. Las políticas en el terreno cultural y de la lengua que hemos empezado estos últimos tres años no pueden detenerse. Y la forma con que esto se ha logrado y que demuestra que el pacto va en serio es que Esquerra Republicana planteaba una consejería de Política Lingüística y proponía claramente que el anterior secretario de política lingüística fuera consejero en un nuevo gobierno republicano. Y el Partido Socialista y Salvador Illa lo han entendido perfectamente; lo han asumido. Más allá de qué banderas se ponen y cuáles no, con el tema de la lengua, el relato del Partido Socialista ha cambiado. Hace sólo dos años estaba muy próximo al relato de Ciudadanos. Y esto, en dos meses, ha dado la vuelta como un calcetín.

De la misma forma que estamos viviendo en una situación de emergencia climática, estamos viviendo en una situación de emergencia lingüística

Illa ha nombrado consejera de Cultura a Sònia Hernández, que era directora general de Patrimonio Cultural en el gobierno Aragonés

E.M.- No es tanto personas como políticas. Salvador Illa, en la campaña, no se abstuvo, en un debate, de elogiar las políticas culturales del gobierno. Lo hizo abiertamente.

J.M.T.- Mucho antes de las elecciones ya hizo un elogio de Natàlia Garriga. Dijo que consideraba que Esquerra en Cultura lo había hecho muy bien. Existe una cierta unanimidad entre los sectores culturales al realizar una valoración positiva de la gestión hecha en el Departamento durante estos últimos años y el esfuerzo manifiesto de incrementar unos presupuestos que nada tienen que ver con las etapas anteriores. En este ciclo nos acercamos al 2% del presupuesto, que era la reivindicación histórica. Por lo general, se ha hecho un muy buen trabajo en este departamento. También en otros, pero en éste, específicamente. Mantener esas políticas le conviene al PSC, porque los sectores estaban contentos con la política que se hacía.

E.M.- No se explica demasiado pero con el tiempo se reconocerá que la actitud de Esquerra respecto al PSC cuando ha asumido la Generalitat ha sido más elegante que la que tuvo el PSC con Esquerra cuando estaba en el gobierno. El PSC lo que hizo fue que “os dejamos gobernar, pero os haremos tragar dos sapos: la ampliación del aeropuerto y la B40”. Esa era línea de flotación por Esquerra. Esquerra no ha hecho cosas así. Al contrario: “todo lo que nosotros proponemos que mantengáis ayuda a reconectar con el catalanismo y con políticas menos ambiguas en el campo del progresismo”. Por otra parte, el pacto no es sólo PSC-Esquerra. El pacto no es viable si no existe una implicación a fondo del PSOE y del gobierno español, porque muchas de las cosas pactadas dependen de competencias que se regulan desde Madrid. El pacto de financiación no puede garantizarlo Salvador Illa. Debe garantizarlo Sánchez. Por tanto, es un pacto que va más allá del PSC. Aquí hay un pacto entre Esquerra y el PSOE.

Al PSC le conviene mantener las políticas de Cultura de Esquerra porque el sector estaba contento con las que se hacían

Se habla mucho de federalismo en el acuerdo. ¿Ha llegado ya la hora de la España federal?

J.M.T.- Se vuelve a hablar de federalismo por parte del PSOE y por parte del PSC, que habían dejado de hablar de él durante muchos años. Las condiciones hacen que hayan ido al rescate incluso de terminología que ellos mismos hacía tiempo que habían abandonado. En el caso de Esquerra, desde este punto de vista, estando en el gobierno o no estando en el gobierno, el objetivo de la República se mantiene inalterable. Simplemente lo que ha pasado en ERC es que, tras las elecciones de diciembre del 2017, lo que se intenta es aterrizar en la nueva realidad a medida que se va desplegando la represión por parte del Estado y que existe la Generalitat intervenida. Se hace un balance de lo ocurrido en los años anteriores durante el ‘procés’ y se ve claro que ha habido dejadez en las políticas concretas. Esquerra lo que intenta es leer la nueva etapa, que ya se ve que no será breve sino que tendrá un cierto recorrido, y reajusta su posicionamiento y estrategia. CDC/PDCat/Junts… acaba de desembarcar en el independentismo y su prioridad es desalojar a los que ya estaban allí. Aparecen como los conversos puros, más estrictos e intentan desplazar a Esquerra con todo tipo de acusaciones, diciendo que ya no es independentista. La apelación desde Esquerra es que hay que atender a lo concreto y el mientras tanto, y que si no se aplican políticas sociales lo que haces es contribuir a partir el país por la mitad. Si vuelves a refugiarte en discursos identitarios, de carácter nacionalista, lo que haces es contribuir a hacer aún más profunda la brecha y la división interna en el país. También entre los sectores populares. Esquerra lo que hace es reajustar su análisis, pero el campo de los objetivos y propósitos sigue intacto. Lo que ocurre es que tienes que llegar ahí de un modo que te permita hacer política. La política más radical es siempre una política posible. Las políticas imposibles nunca son radicales. Y la radicalidad de una política se mide por los resultados que se obtienen. Por tanto, si realmente cambia el modelo de financiación y Catalunya tiene uno mucho más justo del que había, la política de Esquerra habrá sido genuinamente radical.

Si la llave no la tenemos aquí y no podemos negociar la cuota solidaria de poco servirá el acuerdo de la financiación

E.M.- Para entender lo que ha pasado los últimos siete años y para entender la posición de Esquerra respecto a la investidura de Illa y para entender también los debates que debe haber en el Congreso de Esquerra, deberíamos ser un poco marxistas en el siguiente sentido. Hay un ciclo político que va de 2010 a 2017 y después continúa de 2017 a 2024. La primera fase es ascendente y la segunda fase es claramente descendente. ¿Cómo se explica la fase ascendente? Es la respuesta de la sociedad catalana a tres amenazas. El primer factor son los efectos perversos de la globalización tal y como está gestionada por encima de las realidades locales (turismo, gentrificación, lengua y cultura…). Hay otro factor de carácter global que es la pésima respuesta a la crisis de 2008. Y, finalmente, hay un tercer factor que es la ruptura unilateral del pacto constitucional por parte de España con la sentencia de 2010. Sumas los tres factores y tienes un proceso de empoderamiento popular que acaba cohesionándose en torno a la idea rupturista de la República catalana. Todo esto es lo que ocurre entre 2010 y 2017. Aquí hay una cuestión de hegemonía, no en el sentido que utilizamos periodísticamente muchas veces cuando hay elecciones, sino de hegemonía social, cultural, política. Todo esto es la República Catalana. “Han roto el pacto, ya lo hemos entendido. Las políticas sociales no nos gustan. Tenemos que reforzar un poder local basado en la hegemonía popular”. Esto llega hasta 2017. Pero en otoño de 2017 no se calcula bien la relación de fuerzas y esto acaba como acaba. En la lamentable gestión política posterior, existe un esfuerzo brutal por parte de la derecha catalanista por reapropiarse de todo. Para la derecha todo es una cuestión identitaria. Y esto le permite polarizar interna y externamente. Polariza internamente la sociedad catalana y dentro de la sociedad catalana, al independentismo. Están los buenos y los malos, los traidores, los botiflers, que curiosamente siempre son los de izquierdas, y ellos, los de derechas, son los patriotas. Y también respecto a España. Es un discurso muy emocional. Esto ha llegado hasta dónde ha llegado. Cuando el proceso pincha, ya no tenemos esas defensas. Aparece una extrema derecha catalanista y, de repente, resulta que aquí también se normalizan los discursos xenófobos.

La actitud de Esquerra respecto al PSC cuando ha asumido la Generalitat ha sido más elegante que la que tuvo el PSC con Esquerra cuando estaba en el gobierno

J.M.T.- El planteamiento de la derecha en torno al tema de la identidad se hace en clave de resistencia. Durante el proceso, la reivindicación de la república estaba en clave de proyecto, no de resistencia. No mirando al pasado, sino mirando al futuro. Esto es lo que acaba separando a la derecha independentista respecto a la izquierda independentista. El independentismo de izquierda se formula no como un proyecto identitario, sino en clave del futuro, como una identidad de proyecto; mientras que la derecha se plantea la defensa de una nación más o menos mítica que ya se ha concebido como acabada y definitiva y que ellos ya saben cómo debe ser.

E.M.- Hay dos conceptos, la nación hecha o la nación en construcción permanente. La posición de la izquierda es la de la nación en construcción permanente, de toda la gente que participa en su construcción. Hay dos conclusiones de esto. En 2024 es muy obvio que el ciclo político que empezó en el 2010 ha terminado. Estamos en otro momento muy distinto. Y en este momento, la emergencia climática, la lingüística, la amenaza cada vez más angustiosa de la extrema derecha a nivel global, están marcando este ciclo político. En este ciclo político existen claramente, en Catalunya también, dos campos. Está la derecha y la extrema derecha, por un lado, y la democracia por otro. La democracia en el sentido profundo del concepto, que significa democracia social, democracia política. Las claves para hacer política en Catalunya hace catorce años ya no son útiles. Ahora son otras. Y esto afecta a todo: estrategia, esquema de las alianzas, relato, concepción de las organizaciones políticas… En esta nueva situación, ¿cuáles son las nuevas prioridades y cuáles son los liderazgos que mejor pueden dar forma al nuevo proyecto? Éste es el debate. Y no es sólo un debate de Esquerra Republicana, sino que es un debate de todas las izquierdas y las formaciones de tradición democrática.

Hay voces que reclaman un cambio de liderazgos absoluto, que afecte a todos los dirigentes del período del ‘proceso’. Quim Torra es uno de los que lo reclama

Quim Torra lo dice en una clave muy diferente a lo que decimos nosotros, porque él está pensando estrictamente en quien debe liderar el independentismo. No se trata sólo de quien debe liderar el independentismo. Ya podemos darnos por satisfechos si la izquierda independentista sabe ordenarse y si la derecha acaba asumiendo su papel. Aquí está otra cuestión, que es la de la unidad independentista. La unidad independentista tiene mucho sentido en un contexto de guerra de movimientos cuando quieres proclamar la República. Toda la gente que está a favor de la República debe acordar cómo se hace, pero cuando estás en un proceso de construcción nacional, se trata de ponerte de acuerdo con las políticas. Si para construir la nación necesitamos impuesto de sucesiones y resulta que la derecha independentista dice que no quiere impuesto de sucesiones, no podemos ponernos de acuerdo. La unidad independentista no debe servir de coartada para la subordinación de las políticas de izquierdas.

J.M.T.- Las personas que dirigen proyectos políticos durante mucho tiempo acaban representando y simbolizando momentos, episodios y políticas concretas. Si tú, después del 2018, decides que, independientemente de la represión y de la correlación de fuerzas, lo vigente es el mandato del 1 de octubre y el presidente se va al exilio, él acaba representando, sobre todo, ese tipo de mandato. Puede acabar haciendo políticas fundamentalmente de gesticulación y episodios más o menos emblemáticos y mediáticos, pero no propone políticas concretas. ¿Por qué? Porque él representa sobre todo una actitud y una lectura de la realidad. En Esquerra Republicana tenemos el liderazgo de Oriol Junqueras. Si vas mirando dónde están los líderes que protagonizan, sobre todo, del 2011 al 2017, prácticamente no queda ninguna de esa etapa. Quedan en el marco del independentismo porque, de algún modo, ha habido aquí un dilema, unas tensiones muy internas del independentismo que han hecho que algunos liderazgos se hayan mantenido; en ocasiones, en parte, como consecuencia de la misma represión. Es decir, que en un ciclo normal de las cosas, sin el peso de la represión, de la cárcel y del exilio, habría habido un debate político más abierto, más dinámico, menos condicionado por la propia represión del Estado. Lo que en estos momentos está en juego -no sabemos qué hará Carles Puigdemont, no sabemos cómo le irá a Junqueras- es si se cierra esta etapa y este tipo de debate y se pasa al de la política ordinaria, a hablar de un independentismo de derechas y un independentismo de izquierdas, y a ver cuáles son las propuestas políticas que hace cada uno en cada momento para avanzar hacia el proyecto de la República.

J.M.T: “La unidad independentista no debe servir para la subordinación de las políticas de izquierdas” | PRF

E.M.- Los liderazgos se consolidan a partir de la acción política. Esquerra Republicana no ha acabado de ser consecuente con lectura de la realidad que ha hecho desde el 2018. Ha habido, en mi opinión, demasiada dependencia del discurso de la derecha, de Junts. Esquerra no ha sido capaz de sobreponerse a la polarización propuesta por la derecha independentista, a esa invitación constante a la bronca, a la descalificación. Los liderazgos no son una fatalidad. Un líder o equipo directivo se legitima cuando hace lecturas de la realidad y hace propuestas a partir de estas lecturas. Se trata de saber qué lecturas hace cada uno.

J.M.T.- Las personas que lideran proyectos políticos normalmente, y sobre todo en las primeras etapas, imprimen una parte de su carácter personal en el proyecto que lideran, pero al mismo tiempo, estas personas, en la medida en que perduran, van siendo esclavos del movimiento que lideran. El movimiento les atrapa y condiciona y no hacen en cada momento lo que quieren sino que acaban haciendo lo necesario para mantener su liderazgo. Ésta es una cuestión relevante. La represión ha marcado mucho esos liderazgos. Por la cárcel, por el exilio y por todo lo que ha pasado. Los recientes cambios en la esfera pública han sido muy profundos. Pongo un ejemplo histórico. Cuando el 6 de octubre de 1934 se proclama el estado catalán, hay represión y el gobierno de Lluís Companys es encarcelado. Cuando gana el Frente Popular ha transcurrido algo más de un año, el gobierno es liberado y vuelve. Hay más de un millón de personas en la Gran Vía y son recibidos como héroes. En el caso de Oriol Junqueras y de Carles Puigdemont, que lo han sacrificado personalmente todo, esto ya no ha ido así. Han sido bien acogidos por los suyos, pero han sido incluso insultados por gente que iban con la estelada. Ha cambiado el escenario, los mecanismos de toma de conciencia política, los de construcción de la opinión pública sobre el papel de los liderazgos. Es un cambio brutal. Incluso desde una perspectiva histórica cuesta entender por qué hay tanta diferencia entre dos episodios que formalmente no serían tan diferentes. Tú intentas cumplir con un deseo multitudinario que te ha llevado a encabezar un gobierno, no va bien, te reprimen, te encarcelan, vuelves como un héroe en un caso y en el otro vuelves puesto en duda. Esto es muy complicado de interpretar y creo que las mismas personas que se encuentran con ello lo tienen muy difícil para poder interpretar exactamente qué está pasando.

Lluís Companys fue recibido como un héroe. En el caso de Oriol Junqueras y de Carles Puigdemont esto no ha ido de esta forma

¿Cómo ven el Congreso de ERC? ¿Existe el peligro de que desestabilice el partido?

J.M.T.- A estas alturas veo difícil que pueda haber un acuerdo previo entre las candidaturas. Evidentemente, hasta el último día puede haber margen para llegar a acuerdos y pactar una candidatura de consenso, pero lo veo muy difícil. Muy difícil porque aquí existen concepciones de la organización distintas. En algunos aspectos, quizás muy diferentes. Y además se concentran debates que durante cierto tiempo no se han hecho. Como consecuencia de la misma represión, ha habido temas que no se han discutido, que no se han hablado. No se ha creado un nuevo consenso en torno a estas cuestiones en el interior del partido. En el caso de Junts me parece que ocurre lo mismo. En Junts existe la figura que se supone que es aglutinadora de Carles Puigdemont pero ¿qué propuestas políticas han ido haciendo? En Esquerra existe esa sensación extraña de que hay un presidente que sale de la cárcel por el que todo el mundo tiene devoción, que ha garantizado muchos años de unidad interna y un liderazgo indiscutido sin ningún tipo de oposición interna significativa y generando un consenso muy amplio, pero que para renovar su presidencia plantea formalmente que se aparta -y lo hace en un momento que se está negociando si se avala una investidura-, desentendiéndose de los resultados que durante cuatro convocatorias electorales consecutivas han ofrecido malos resultados. Y se desentiende también de algunos problemas internos que han surgido durante este período con episodios más bien lamentables. Representa que en todo esto él no tiene nada que ver. ¡Pero él era el presidente! El partido acordó, tácita e implícitamente, en 2018, que “no aceptaremos que la represión nos condicione el funcionamiento del partido”. Y por tanto “decidimos que el partido continuará dirigido por las mismas personas independientemente de que uno esté en prisión u otra en el exilio. Haremos todo lo necesario para que el partido se pueda seguir rigiendo tal y como hasta ahora”. La represión se ha alargado mucho y en la perspectiva del tiempo transcurrido se puede discutir si aquélla fue la mejor decisión. Visto el tiempo transcurrido, está bien que el Congreso plantee lo que no se había planteado en casos anteriores, en los que la inercia inspiraba la toma de decisiones con unas mayorías abrumadoras. En estos momentos se abre un espacio para que exista un debate político, sobre la concepción de la organización, sobre el modelo de militancia, sobre la forma de insertarse en los movimientos sociales, sobre el coste que ha tenido haber estado tan presente en las instituciones y el hecho de que una parte muy importante del partido tenía cargos de representación a nivel municipal, en los consejos comarcales, en el gobierno de la Generalitat. El partido debe reanudar el contacto raso con la realidad, estar más presente en todos los ámbitos de la sociedad civil, en las luchas sociales, y recuperar el pulso. El Congreso es la oportunidad de hacer todo esto. Más que la cuestión de las personas. Por las personas el respeto máximo, el tratamiento más honorable posible y el agradecimiento más profundo por todo el esfuerzo que unos y otros han hecho, por los sacrificios personales gravísimos que en muchos casos han tenido que hacer. El partido debe tener en cuenta todo esto, pero no se puede mover sólo por eso. Hay que hablar de política. La política no se detiene. La realidad sigue siendo muy dura y exigente. Hay mucha gente sufriendo, hay muchas tensiones, y el partido lo que quiere es postularse y ofrecer soluciones para resolver de la mejor forma posible estas cuestiones.

A estas alturas es difícil que en el Congreso de Izquierda pueda haber un acuerdo previo

E.M.- En el Congreso debería discutirse de ideas y equipos directivos, de personas. Mediáticamente parece que el Congreso será sólo hablar de Junqueras sí, Junqueras no. Yo creo que el Congreso servirá para realizar el debate de las ideas. Estoy convencido de que va a servir para hacerlo. Hay una pista positiva al respecto, y es que en realidad el partido ha pasado una prueba mucho más dura que el Congreso. En las condiciones de excepcionalidad que vive el partido, se debía decidir qué se hacía respecto al pacto de investidura, y el grueso de la ejecutiva de Esquerra Republicana, apostó claramente por lo mismo: llegar a un acuerdo de máximos con Salvador Illa y con Sánchez. Y, además, se pidió que esto fuera avalado por la militancia. Toda la dirección hizo campaña por el SÍ por todo el territorio, los que apoyan a Junqueras y los que no.

J.M.T.- Y quienes votaron que NO lo hicieron fundamentalmente porque no creían que se cumpliera, no porque no estuvieran de acuerdo con el pacto, sino porque estaban convencidos de que, al final, no se cumpliría.

E.M.- El debate era éste. Nadie criticó el acuerdo. Nadie. El resultado del referéndum se vivió como una fiesta en la ejecutiva. Todo el mundo, junqueristas y no junqueristas. Hay urgencia para hacer debate de ideas, para discutir qué políticas hacer y cómo actualizar la organización y después está la cuestión de los equipos directivos. Estoy bastante convencido de que de aquí al Congreso lo que primará públicamente será el de los liderazgos, pero en el Congreso habrá un debate real sobre ideas y políticas.

EM: “De aquí al Congreso primará el tema de Junqueras sí, Junqueras no, pero allí habrá un debate real sobre ideas y políticas” | PRF

¿Creen que el partido saldrá reforzado o debilitado del Congreso?

E.M.- Yo tengo la impresión de que gane quien gane la parte que no gane entenderá la necesidad de dar apoyo a quien gane.

J.M.T.- Pueden pasar ambas cosas a la vez. Al principio, cuando pierdes la sensación de unanimidad y consenso, te sientes más débil, sientes que hay más división. Es posible que el Congreso no cierre completamente el debate, pero sólo que lo haya abierto es ya una gran conquista. En el medio y largo plazo, seguro que fortalecerá al partido. Ahora bien, es posible que al día siguiente la sensación no sea ésta. Venimos de una confortable unanimidad que además en algunos momentos nos ha dado un gran protagonismo. De hecho, hemos terminado teniendo, sin quererlo, un gobierno en solitario. Todo esto debe acabar de digerirse. Ha habido un momento en el que en alguna conversación interna decíamos que el partido se estaba convirtiendo en un partido de cuadros. Y uno de los más veteranos de la casa decía que “no, no, no un partido de cuadros; es peor, estamos llegando a ser un partido de cargos”. Este sobredimensionamiento de la presencia institucional condiciona al partido porque lo aleja de sus propias bases electorales. Puede acabar entendiendo la política desde la lógica de la institución y no desde la lógica de la calle. Esquerra necesita recuperar esta relación entre lo que es el mundo de la política institucional y el mundo de la política de base, más de calle y del día a día.

Uno de los más veteranos de la casa decía que estamos llegando a ser no un partido de cuadros sino un partido de cargos, que es peor

E.M.- Esquerra, como partido de izquierdas con voluntad transformadora, tiene muy clara la voluntad de gobierno pero esto no puede ser contradictorio con la voluntad de conexión con los movimientos sociales. Los partidos de derechas no tienen que planteárselo y los partidos de izquierdas que no son demasiado disruptivos, tampoco. Pero si tú quieres tener cierta capacidad transformadora, debes saber mantener este equilibrio entre la voluntad de ser un partido de gobierno y la de estar conectado con la sociedad, que exista la máxima capilaridad. Es posible que lo que le haya pasado a Esquerra estos últimos años es que se ha perdido este equilibrio y ahora sea necesario rehacerlo.

J.M.T.- El juego electoral es una parte de la política. A veces pierdes electoralmente porque no te has sabido explicar, porque las corrientes de la opinión pública van en otra dirección, porque dices a la gente cosas que no quiere oír. Esquerra sufrió un gran batacazo electoral a finales del 2010, pero el partido que había ganado aquellas elecciones con un programa autonomista se iba desplazando hacia el independentismo al cabo de un año. Esquerra perdió electoralmente en 2010 pero políticamente estaba ganando y arrastró al catalanismo hacia el independentismo. No siempre ganas o pierdes por completo. El juego de la política es de gran complejidad. Que tú pierdas las elecciones es una llamada de atención, es muy importante, y te obliga a reflexionar y pensar porqué, qué es lo que no haces bien y qué es lo que falla, incluso poniendo en discusión tu estrategia, pero esto no acaba la política. Hay objetivos a medio y largo plazo que no dependen tanto del resultado electoral puntual de un momento dado. Si en estos momentos, por ejemplo, PSOE y PSC vuelven a hablar de federalismo y rescatan lenguaje que habían abandonado hace muchos años, eso responde a un juego complejo de correlación de fuerzas y que en estos momentos dependen un poco más de nosotros. Resulta que tras la derrota electoral última existe un acuerdo en materia de financiación como nunca antes se había alcanzado. El partido debe ser lo suficientemente inteligente para saber discernir exactamente qué pasa. Una cosa es tu ticket electoral, tu capacidad de ilusionar a través de unas propuestas, en un estado de ánimo afectado todavía por el ciclo represivo y descendente del que hablaba antes Enric, pero eso no impide que, en muchos aspectos, el proyecto de Esquerra sea extremadamente fuerte.

¿Esquerra Republicana debería entrar en el gobierno de la Generalitat más pronto o más tarde?

E.M.- Esto es imposible decirlo ahora. Esquerra debe tener voluntad de gobierno, pero depende de cómo evolucione la política. Esto no está en el orden del día. Dentro de un año, dos, vete a saber qué puede pasar. La política española y catalana son muy inciertas e inestables. Hacer predicciones puede ser un ejercicio inútil. De momento, lo que se ha hecho creo que es lo correcto, que es condicionar las políticas públicas en Catalunya y condicionar la relación entre Catalunya y el Estado de la forma más positiva posible para la sociedad catalana. Ahora hay que ver cómo evoluciona todo esto. Y en virtud de cómo evoluciona habrá que tomar decisiones. Según cómo, más que entrar en el gobierno habrá que decir “como no habéis cumplido prácticamente nada, os dejamos caer”. Todo depende de lo que ocurra. Sería muy imprudente hacer previsiones más allá de seis meses porque hay que ver qué ocurre en la política catalana, en la política española y en la política europea también. Pero sobre todo qué ocurre con el cumplimiento de los acuerdos.

J.M.T.- Dentro de pocos meses hay elecciones americanas. Un resultado u otro cambia muchas cosas. La evolución de la economía china en los próximos meses, lo que ocurra en Gaza y en Israel y el conflicto cada vez más complejo que se está gestando a su alrededor… El desenlace de todo esto acabará teniendo impacto aquí. Lo que hará Junts en Madrid con el gobierno Sánchez y el grado de estabilidad o inestabilidad que tendrá, si habrá una convocatoria anticipada de elecciones en España,…

E.M.- Si Sánchez es capaz de cohesionar al PSOE o no. Hay muchas variables, y como decíamos, no todas pasan por Catalunya.

J.M.T.- El Congreso de Esquerra quizá sea lo más plácido de todo lo que tenemos por delante.

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