El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, ha anunciado que vuelve a poner en marcha la comisión técnica que debe hacer propuestas sobre la ampliación del aeropuerto. ¿Qué piensan?
J.M.C.- Nosotros tenemos una postura bastante clara sobre lo que debería hacerse. Estamos en una situación en la que tenemos pendiente una serie de cosas que se hicieron mal en la anterior ampliación. Antes de hablar de una nueva deberíamos terminar lo que tenemos empezado. La ampliación anterior está siendo objeto de un procedimiento de infracción por parte de la Comisión Europea, que básicamente trata cuatro puntos. Lo primero que debería resolverse son estos cuatro puntos. El primero es que no se han hecho bien hasta ahora las medidas que debían tomarse por la ampliación anterior del aeropuerto. Es decir, que tenemos una estructura natural en decadencia. En los humedales de Cataluña se ha perdido un 50% de biodiversidad entre los años 2000 y 2020. El más afectado ha sido éste. Aquí es más del 50%. En segundo lugar, la Carta de Emplazamiento que envió la Comisión Europea decía que se hizo mal la evaluación de impacto ambiental. Habría que volver a hacerla. Se debería hacer una nueva evaluación para cualquier cosa que se haga ahora. La prueba que se hizo mal es que no se lograron los resultados previstos. La Comisión Europea no entra en la forma como debe gestionarse el espacio. Simplemente dice que se está haciendo mal. En tercer lugar, dicen que las medidas compensatorias propuestas no se han llevado a cabo. Es más, no sólo no se han llevado a cabo sino que se han adoptado medidas contrarias a las compensatorias, como los parkings que se construyeron en el municipio de Viladecans. Aquí existe un procedimiento judicial abierto y se ha empezado a retocar algo. En cuarto lugar, la Carta de Emplazamiento dice que la delimitación de la zona ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves) que existía hasta ahora es insuficiente. Y pone como referencia el estudio de BirdLife Internacional, que en el caso de España es la Sociedad Española de Ornitología BirdLife. Si entras en la web de BirdLife Internacional verás que existe un mapamundi donde están todas las áreas importantes para los pájaros que esta asociación tiene detectadas. Si amplías el Delta de Llobregat, verá una delimitación, que es la que debería servir de referencia para la delimitación de la zona ZEPA. El Gobierno de la Generalitat, en el último momento, ha aprobado una delimitación de la zona ZEPA, que se encuentra dentro del perímetro.

J.G.- Es coherente con la zona ZEPA, pero existe un factor más y es que necesita justificarla, y es lo que no ha hecho. No está justificado porque cogemos una parte y no toda. En 2021 se hace toda la movida de la ampliación, una vez ha llegado la Carta de Emplazamiento. Es el momento en el que se dan cuenta de que es o ahora o nunca.
J.M.C.- Un ingeniero aeronáutico en una discusión anterior sobre la ampliación del aeropuerto dijo algo que me pareció bastante claro: El problema de la ampliación del aeropuerto es que es ahora o nunca, porque por problemas ambientales será cada vez más difícil. Probablemente tenía toda razón. En primer lugar, pues, resolver todo lo anterior pendiente. En segundo lugar, mientras estemos en una situación de emergencia climática, no tiene sentido incrementar la capacidad de una infraestructura que funciona ahora exclusivamente con combustibles fósiles. Debemos llegar a 2050 siendo neutros en emisiones. Por tanto, ¿qué sentido tiene ahora incrementar la capacidad aeroportuaria? La capacidad aeroportuaria del aeropuerto de El Prat, la de España y la de Europa es enorme. China, con muchísima más población que Europa, tiene tres hubs.
J.G.- En Estados Unidos, tampoco hay tantos. En Europa cada país tiene los suyos. Y dentro de cada país, cada región quiere tener el suyo.
J.M.C.-. Lo que no tiene mucho sentido es incrementar la capacidad aeronáutica mientras estemos en esta situación. El día de mañana veremos. Si los aviones no van con combustibles fósiles, si son neutros en emisiones, podremos hablar. Ahora estamos en esa situación del ahora o nunca. Por ahí vienen las prisas, porque hay unos incumplimientos, porque estamos en esta situación de emergencia. Nosotros lo tenemos muy claro. El aeropuerto no debe ampliarse y hay que responder a los incumplimientos anteriores. A nivel de Cataluña, existe otro motivo. Y es que no tiene mucho sentido que la región metropolitana de Barcelona, siendo el 10% del territorio, tenga el 70% de la población y de la actividad, cuando tenemos otros territorios que tienen aeropuertos muy infrautilizados. Por tanto, incluso en un contexto de no crecimiento o de decrecimiento de la actividad aeronáutica, tendría mucho sentido utilizar Girona y Reus.
También se ha hablado de Alguaire, en Lleida
J.M.C.- Estaría bien empezar a descentralizar la región metropolitana de Barcelona. Reus y Girona son dos ciudades que son la mitad que Sabadell y Terrassa, junto a Barcelona. Podrían ser el doble. Me dediqué al planeamiento territorial durante un tiempo y creo que, en una situación de reconsideración del sistema aeronáutico, tiene sentido, incluso con un decrecimiento de la actividad, pensar en alternativas. Hay que quitar presión sobre los ecosistemas del Delta y sobre la región metropolitana, porque si no los problemas que tenemos de vivienda, de congestión… no tendrán solución. No podemos estar concentrando en el 10% del territorio el 70% de la población y la actividad y en el otro 90%, sólo un 30%. No es que en Catalunya tengamos una enorme densidad de población. La tenemos en Barcelona, L’Hospitalet y, en general, en la región metropolitana. Si el aeropuerto realmente es una fuente de economía, quizás tengamos que ir pensando en otras soluciones. Insisto en que estamos en un contexto en el que no debemos incrementar la capacidad. Tenemos mucha capacidad y tenemos mucho trabajo por hacer. Tenemos que hacer los deberes antiguos y repensar un poco la estructura del país.
J.G.- Hay quien se queja de que hay que ir a Madrid para coger un avión para viajar a Shanghái o para ir a otros lugares. Madrid es cómo es y Barcelona es como es. Barcelona tiene el mar que no tiene Madrid, y tiene unas montañas a su lado y una estructura geográfica que determina unos límites de crecimiento que Madrid tiene más amplios. Comparar Barajas con el aeropuerto de Barcelona no se puede hacer porque no tienen la misma estructura. El impacto del ruido de los aviones allí no es el mismo que tiene aquí sobre la zona residencial o espacios naturales. No podemos querer ser como Madrid a toda costa y repetir su esquema. Tenemos que encontrar nuestro propio esquema.

Madrid también quiere ampliar su aeropuerto
J.G.- Sí, pero Madrid no tiene ningún problema. Madrid no ampliará nada que no sea dentro de su territorio. No afecta a nadie. Ellos ya hicieron la ampliación en 2002. Fue muy grande, afectó a muchas zonas que ya compensaron del río Jarama, y ahora todas las actuaciones que hacen las hacen dentro del territorio. Ponen pistas, pero no afectan nada. Allí no tendrán que pedir ningún permiso especial a la Comisión Europea ni a nadie. Pueden hacerlo directamente, aprobando y haciendo una declaración de impacto. Es muy diferente a lo que ocurre en el aeropuerto de Barcelona. Esto es lo que mucha gente no quiere ver o simplemente no sabe.
El nuevo gobierno de la Generalitat ha nombrado al ornitólogo Jordi Sergatal como Secretario de Transición Ecológica. Él ha defendido que se puede ampliar el aeropuerto cambiando de sitio la biodiversidad afectada. Ustedes rechazan esta propuesta
J.G.- Esto ya se ha planteado muchas veces y los intentos que se han hecho han sido un fracaso. No es un trasplante de pelo. No es cuestión de ir a Turquía a que te pongan cuatro pelos. No tiene sentido. Un espacio tiene unos valores. Sargatal es muy buen ornitólogo, pero no sé si tiene una visión holística sobre el entorno natural y menos del Delta del Llobregat. Él ha estado en los Aiguamolls de l’Empordà y ha tenido una visión un poco de una parte, pero aquí no se trata sólo pájaros que vayan de un lado para otro. Los pájaros, muchas veces, tú quieres que vayan a un lado y van a otros. En los mismos aiguamolls de l’Empordà han hecho mucha oferta de espacios y en muchos de los lugares donde lo han intentado el éxito ha sido escaso. ¿Por qué? Porque no todo es dos y dos son cuatro, y menos en la naturaleza. La Ricarda puede que ahora no sea el mejor lugar de los pájaros porque, entre otras cosas -volviendo a la declaración de impacto ambiental del 2002- hubo muchas cuestiones que se escondieron, como es el control con cetrería de todo el entorno del aeropuerto. Ante cualquier ave de cierto tamaño que haya, envían los halcones para que se la carguen. Además de las afectaciones hídricas, a estas zonas las han machacado mucho. Hay hábitats que son únicos y que son de interés comunitario que requieren una especial protección. Un pájaro quizá tenga la suerte de que no cojan su espacio pero afectarán otro. En La Ricarda hay un hábitat de una especie de malvas en peligro de extinción que se llama trencadalles, que en Cataluña sólo existe en el Delta del Llobregat, y que todos los intentos de traslocarla han sido un fracaso. Si te cargas La Ricarda, te estás cargando esa especie única en el país.
Se ha perdido mucha biodiversidad en los últimos años
J.M.C.- Un estudio de 2020, realizado por la Generalitat y por las universidades catalanas, con el CREAF, el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales, a nivel general de Cataluña dice que hemos perdido un 25% de biodiversidad. En los humedales hemos perdido un 50% y en las zonas forestales, un 10%. No tengo datos de cada zona húmeda, pero, evidentemente, la que más territorio ha perdido desde el 2000, cuando todavía no estaba hecho ni el desvío del río, es la del Delta del Llobregat.
J.G.- Cuando hablamos de biodiversidad, existen dos criterios. Nosotros hemos trabajado siempre con las especies de pájaro que son las más fáciles de controlar y son un buen indicador, pero después está el tema de los insectos y los invertebrados en general, que suponen la mayoría de la biodiversidad. Por ejemplo, aquí en el Delta del Llobregat, y en concreto en La Ricarda y su entorno, hay 3.000 o 4.000 especies citadas de artrópodos.

Normalmente sólo se habla de los patos de La Ricarda
J.G.- Considerar sólo los patos o no los patos es hablar del sexo de los ángeles. Los patos son un indicador entre otros, pero existe un catálogo de especies que el anexo 1 de la directiva de aves, que es de obligado cumplimiento, dice que deben mantenerse o evolucionar en positivo. Nosotros hicimos un estudio que enviamos a la Comisión Europea de unas treinta especies de aves y muchas de ellas están en peligro. Muchas están fuera de las zonas protegidas, sobre todo por la presión que ejerce el aeropuerto. Antes, los patos y las rapaces estaban mucho más en el Remolar y La Ricarda. Es a partir de que se crea la presión del aeropuerto en esta zona que las especies tienden a ocupar otros hábitats. Está el tema de los halcones y también el de las luces de la T-1. Hay zonas del Remolar que por la noche es de día. Esto tiene un impacto que nadie ha evaluado y debe evaluarse. Primero debe solucionarse lo que se ha hecho mal y después ya hablaremos. Ésta es nuestro posicionamiento.
¿Con qué aliados cuenta DEPANA? ¿Qué apoyos tiene en esta lucha contra la ampliación del aeropuerto? En frente está todo el empresariado y lobbies muy potentes.
J.G.- No somos muchos, pero la gente con la que contamos tiene conocimiento del tema.
J.M.C.- Si yo me fijo en el ataque anterior, lo que vimos es que todos los gobiernos están divididos. Tanto el gobierno de España, como el de la Generalitat y el de Barcelona, están divididos. No puede decirse que exista una posición de consenso sobre el tema. Y esto lo constatamos. Nuestra función es defender el patrimonio natural. Los aliados, básicamente, son gente de los movimientos sociales y del movimiento ecologista. También algunos partidos políticos. Hasta ahora, ¿cuáles son los partidos políticos que habían sido contrarios a la ampliación del aeropuerto? Comunes, Esquerra y la CUP, con sus divergencias.
J.G.- La Carta de Emplazamiento enviada por la Unión Europea es lo más relevante de todo. Sin esta Carta, las máquinas no estarían trabajando pero estarían prácticamente hechos todos los informes. Hay varias entidades, de mayor o menor nueva creación o de nueva preocupación por el delta en los últimos años, algunas relevantes como Zeroport, pero nosotros con quien más hemos colaborado a la hora de realizar actuaciones europeas es con SEO BirdLife. Son más “viejos” que nosotros y nosotros estamos a punto de cumplir cincuenta años. Los informes de la delimitación de ZEPAs los hacen ellos y tienen relación directa con la Comisión Europea. A nivel de estado, han hecho muchas quejas y han llevado ya en muchas ocasiones al Reino de España a los tribunales europeos por temas ligados a la naturaleza. Tener contacto con Seo Birdlife es, por tanto, muy importante.
Tienen como aliado a la Unión Europea, que también han aprobado la Ley de Restauración de la Naturaleza. ¿Qué debería implicar esta Ley para los gobiernos español y catalán? ¿Qué esperan de su implementación?
J.M.C.- Es muy importante la Ley de Restauración de la Naturaleza. Es el tema importante de cara a los próximos años, con el horizonte 2050, al igual que el tema de la neutralidad en carbono. Es una Ley especial porque así como con la directiva de hábitats o la de aves cada estado debía realizar la transposición a su legislación, esta Ley de Restauración de la Naturaleza es de obligado cumplimiento. No se puede transponer. Parte de la constatación de que el 80% de los ecosistemas de la Unión Europea están en mal estado. Plantea dos cosas. Una, de aquí a 2030 frenar su deterioro, y, otra, de aquí a 2050 restaurarlos. A veces entra en contradicción incrementar las energías renovables, según se haga, y la degradación de la naturaleza. En lugares donde se han realizado grandes parques fotovoltaicos, hemos perdido biodiversidad, se han deteriorado ecosistemas. Por tanto, deben hacerse las dos cosas a la vez. ¿Tiene solución? Todo tiene solución en esa vida. Hace falta algo de ingenio. En Catalunya se calcula que, para consumir la energía que consumimos ahora, harían falta 50.000 hectáreas dedicadas a las energías renovables. Tenemos ocupadas del orden de un cuarto de millón de hectáreas por ciudades, por infraestructuras. Se pueden hacer dos cosas: ocupar un 20% más de territorio o utilizar de otro modo un 20% del territorio que tenemos ocupado. ¿Qué significa utilizar de otra manera? Ir a saco con las cubiertas, con las infraestructuras, con determinados espacios. Es factible. En la Zona Franca, por ejemplo. O placas en las vías que tenemos en muchos sitios. Si lo hacemos de esta forma, además tendremos la producción muy cerca del consumo, porque esto será sobre ciudad o sobre infraestructura. Imaginémonos que todas las líneas ferroviarias, cuando pasan a cielo abierto, tuvieran placas. El territorio más vacío, rural, tiene mucho techo por habitante, mientras que la ciudad densa tiene poco techo por habitante. Ellos pueden facilitarnos energía a nosotros, porque no la gastan toda. Hay formas de hacer que pueden ser beneficiosas para la ciudad y beneficiosas para el mundo rural y la naturaleza. Hay actuaciones que pueden solucionar un problema y estropear otro. La ley de Restauración de la Naturaleza viene a decir que nos hacía falta otra pata para poder cumplir con la neutralidad en carbono en 2050. Fue bastante polémica. Ha salido a última hora, pero afortunadamente se ha aprobado. Habla de que es tan importante lo que es Red Natura 2000 como lo que no es red Natura 2000, y es tan importante la parte natural como la parte agrícola, porque la parte agrícola también está muy degradada. En la parte agrícola, un elemento que puede retener mucho carbono son los suelos. Pero los suelos, en muchos años de práctica de abonos químicos, han perdido carbono orgánico; es decir, organismos, y deberían recuperarse estos organismos para ser un reservorio de carbono. Además, harían una mejor producción de alimentos. Llevamos muchos años con una agricultura intensiva que ha descuidado esto. Aventuro una idea que es mi opinión, no la de DEPANA: más que ir a un decrecimiento, debemos ir a hacer cosas distintas a las que hacemos. La ley dice que llevamos setenta años de malas prácticas agrícolas. Hace setenta años, ¿cuánta gente dirías que había en el mundo? Ahora somos 8.000 millones.

¿3.000 millones?
J.M.C.- No llegaba. 2.500. Lo que no podemos hacer es lo mismo que hacíamos, gastando menos y siendo muchos más. No podemos volver a las prácticas que hacíamos hace 70 años intentando decrecer cuando somos tres veces más. Debemos inventar, hacer cosas distintas. El sistema alimentario debe ser diferente, probablemente debemos ir más a la alimentación primaria, a los vegetales, a los cereales… Debemos dejar de hacer determinadas cosas y, en cambio, crecer en otras. Tenemos que cambiar un poco la fisonomía del país colocando placas fotovoltaicas y esto significa un incremento de infraestructura, no una reducción de infraestructura. Ahora bien, esto debe ir acompañado de cerrar las nucleares, las petroquímicas y una serie de cosas. Cuando nos invitaron a Fomento del Trabajo para hablar de este tema nos decían que la gente pide el servicio aeroportuario, pide viajar, pero, claro, si seguimos haciendo lo mismo que estamos haciendo, no cambiamos nada. Si debemos ser neutros con emisiones, debemos hacer cosas diferentes. Hemos llegado a un punto en el que la naturaleza que tenemos no es capaz de neutralizar el efecto que producimos sobre ella, no es capaz de almacenar el carbono que emitimos. El carbono son árboles. Cuando me dicen que nos hemos de descarbonizar pienso que es una tontería. Nos descarbonizamos cuando morimos. No podemos descarbonizarnos. Somos agua y carbono, básicamente. Hay quetener cierta seriedad con el tema. Plantear la ampliación del aeropuerto es contradictorio con llegar a la neutralidad en carbono. Seremos neutros cuando los ecosistemas naturales puedan absorber el carbono que producimos. Esto significa que el carbono fósil no deberemos utilizarlo. Es un almacén que viene de millones de años y quizás podremos utilizar una parte, que es la que los ecosistemas son capaces de incorporar. Pero, claro, será muy limitado.
La gente que tiene cierto criterio a nivel de cultura medioambiental tiene claro que labrar es lo último que debe hacerse. No se tiene que labrar
En este combate contra la emergencia climática, a menudo se contraponen los intereses de los ecologistas y los campesinos
J.G.- Yo creo que no o no tanto. Hay intereses en crear ese enfrentamiento.
J.M.C.- La ley de Restauración de la Naturaleza dice que unos ecosistemas a restaurar son los agrícolas. Hay que recuperar el carbono orgánico en los suelos y las prácticas agrícolas tienen que ser de otra manera. Y ahí viene el gran problema. Si llevamos 70 años de mala praxis, significa que ya lo hacían nuestros padres y, tal vez, nuestros abuelos. Debemos hacerlo de otra manera para recuperar el carbono. Esta ley tiene estudio económico, habla de lo que debería invertirse y de los beneficios que reportaría. A corto plazo, si dejo de utilizar determinados abonos inorgánicos, químicos, tendré una pérdida de productividad. Cuando produces arroz ecológico tienes la mitad de producción y cuesta más. Existen otras formas de compensarlo, con ventas directas por ejemplo. La ley calcula que implementarla costaría, en 2050, unos 154.000 millones de euros. Ahora bien, el factor multiplicador de esta inversión es 12. Multiplica 154.000 millones por 12 y son los beneficios que obtendremos al final del período.
J.G.- Lo que pasa es que quienes quieren dinero, los quieren para hoy, no de aquí al 2050.
J.M.C.- Aquí entramos en otro tema de debate que, para mí, es muy relevante. Todo el mundo ahora, a nivel político y mediático, dice que la agricultura y la naturaleza nos producen servicios ecosistémicos y que esto es una infraestructura verde. ¿Conoces alguna infraestructura que sea gratis? ¿Carreteras, ferrocarriles, escuelas, hospitales,…? Esta infraestructura verde tiene un propietario y tiene unos agricultores o agricultoras que prestan el servicio. Hay que pagarles para que realicen esta función. Pagar por el servicio que prestan como infraestructura, y esto en muchos sitios no se paga sólo con la comida. Nosotros estamos a favor de los campesinos y deben cobrar por sus servicios ecosistémicos al igual que lo hace un arquitecto o un médico.

¿Los gobiernos cumplirán con la ley de Restauración de la Naturaleza?
J.M.C.- Los gobiernos, y entre ellos el de España, han aprobado la ley de Restauración de la Naturaleza y ser neutros en carbono en 2050. Por tanto, yo creo que están convencidos. ¿O no saben lo que han aprobado?
J.G.- Es probable que no lo sepan.
J.M.C.- Hay países que no han querido aprobarla. Se aprobó al final porque se logró un mínimo de países que estuvieron a favor. Francia, por ejemplo, no estaba convencida. Y los nórdicos votaron en contra. En Finlandia tienen un 5% de los ecosistemas en mal estado pero el 95% está bien. O sea, no tienen el 80% en mal estado como otros países. Italia, Grecia o Alemania los tienen en muy mal estado. Nosotros no tenemos los ecosistemas tan mal como otros.

¿La lucha contra la sequía cómo debe enfocarse, desde su punto de vista?
J.M.C.- La lucha contra la sequía tiene que ver con la carencia de carbono orgánico en suelos. Tiene que ver con todo esto.
J.G.- Debemos hablar de permacultura. Un suelo que sea rico en carbono orgánico y que tenga cobertura vegetal retiene mucho más el agua. La gente que tiene un cierto criterio a nivel de cultura medioambiental tiene claro que labrar es lo último que debe hacerse. No hay que labrar. Vemos campos petados, prácticamente subdesérticos. El agua que pones se evapora, aunque sea gota a gota, da igual. Una parte llegará a la planta pero no aguanta. Es mejor el gota a gota que el riego a manta pero si no tiene una cobertura vegetal, nada. Necesitas abonos y más biocidas. Esto ya se ha estudiado mucho en Estados Unidos y en Inglaterra. Lo que llamaban las malas hierbas, que técnicamente se llama las adventicias, es donde están las florecillas, los insectos polinizadores y la biodiversidad. Sin todo esto, tenemos problemas de polinización y hemos acabado viendo cómo llevan colmenas de abejas a los campos para polinizarlos. Si te cargas todo esto, al final lo que estás haciendo es un desierto. Esto ocurrió en China y Estados Unidos, en los años veinte y treinta, cuando llegaron a perder hasta seis metros de sol. Han pasado ya 90 años y seguimos en la misma línea, sin haber aprendido de lo que se ha hecho mal.
J.M.C.- El Reglamento de la Ley de la Naturaleza en el tema agrícola establece que van absolutamente ligados el confinamiento de carbono con tener agua. Porque claro, por un lado, frenamos el cambio climático, frenamos el aumento de temperatura, por tanto tenemos menos evaporación, y por otro lado, al retener carbono, podemos también retener agua. El Reglamento obliga a reservar un 10% de todo el suelo agrícola para lo que llama “elementos paisajísticos”, que son los márgenes, zonas que no se cultivan. Cuando tienes un suelo agrícola como el del Penedès, que está muy parcelado, con los fondos de riachuelos que se mantienen con vegetación, no será muy difícil. Pero cuando tienes una gran extensión cerealística de muchísimas hectáreas tendrás que recuperar lo que era parcelario. Una cosa que era bastante curiosa, hace años, cuando pasabas de la Alemania occidental a la Alemania del Este, veías un enorme cambio en el paisaje. En un sitio veías árboles, márgenes. Y cuando llegabas al otro veías una gran extensión que se había igualado para cultivar con maquinaria. En la República Federal, había agricultores mientras que en Alemania Democrática había grandes extensiones de trigo, de algodón o de lo que fuera. Hay que recuperar este paisaje.
¿Las desaladoras son una solución?
J.G.- Son un apaño
J.M.C.- La solución no es ir haciendo desaladoras sino recuperar el agua. A corto plazo, si no tuviéramos desaladora, ¿qué pasaría?
J.G.- Habríamos llegado a restricciones en el entorno metropolitano, lo que estuvo a punto de ocurrir en 2008. El acuífero más importante de Cataluña es el del Delta del Llobregat. Todo el Delta, por debajo, es un pantano que equivale, cuando está en su punto máximo, al pantano de Sau. Pueden ser unos 600-700 hectómetros cúbicos. En sus mejores condiciones se pueden llegar a extraer entre 100 y 125 hectómetros anuales. Lo que ocurre es que esta infraestructura ha hecho que vinieran industrias a la Zona Franca, a El Prat… Cuando ocurrió el accidente de Chernobyl, se detectaron trazas de radioactividad en el Llobregat y estuvieron tres meses utilizando agua del acuífero para alimentar a Barcelona. Durante los años 60, 70 y 80 hubo una presión fortísima sobre este acuífero, fundamentalmente por la industria y por servicios metropolitanos. Hay un tercio ya totalmente salinizado. Sería recuperable, pero nadie se lo ha planteado. Ésta es una infraestructura natural, que no ocupa territorio y podría recuperarse y tener más hectómetros de los que planteaban en la desaladora que se quería hacer en el puerto, que no sé si era para 15 o 20 hectómetros cúbicos. ¿Dónde vas con eso? Esta infraestructura, al no generar dinero, no cuenta para ellos. Prefieren hacer una desaladora, un pantano, que aquí sí que debes poner el dinero, además de gastar luz. Si una alternativa tiene unos valores medioambientales pero no mueve dinero, “no crea riqueza”; y si no crea riqueza, no interesa.
Hay cierta sensación de que la lucha contra el cambio climático ha perdido fuerza, como si el activismo hubiera decaído en los últimos tiempos. ¿Está en un momento bajo el combate civil contra la emergencia climática?
J.M.C.- Seguimos con el compromiso de ser neutros en 2050 y si no es en 2050, poco después. Con lo que no vamos a ninguna parte es seguir haciendo lo que hacemos. Claro que cambiar tiene resistencias. No veo que estemos en crisis en esa lucha. Lo que veo es que nos encontramos las dificultades que tiene. Por ejemplo, la compatibilidad entre la conservación de los ecosistemas y la neutralidad en carbono. Estamos viendo que las cosas no son tan fáciles. Existe la dificultad de hacer compatible la lucha contra el cambio climático, las energías renovables, los espacios naturales, los espacios agrícolas. Hablar de kilómetro cero para la comida está muy bien pero quizás también está bien el de mil kilómetros si aquí no puedes producir suficiente. Pongamos el ejemplo de Cataluña y Extremadura. En Cataluña somos 8 millones de habitantes y tenemos 32.000 kilómetros cuadrados. Ellos son un millón y tienen 42 000 kilómetros cuadrados. Seguramente tienen más capacidad de producir alimentos para su población que la que tenemos aquí para la nuestra. Debemos ponernos de acuerdo, porque no estamos repartidos uniformemente. En la Región Metropolitana de Barcelona tenemos casi cinco Extremaduras. Las cosas tienen solución, pero tienen su dificultad y necesitamos utilizar bien unos recursos que no están repartidos uniformemente.
¿Y esto repercute en el debilitamiento del combate ecologista?
J.G.- El trabajo debe ser de fondo y persistente y no caer en las modas que duran lo que duran. A veces la gente necesita la máquina mediática para ver las cosas. Hacer huelgas los viernes está muy bien para los niños, pero lo importante es que después, cuando ya no sean niños, sepan cuál es el camino y el camino es mucho más complejo y complicado. Lo que sí ocurre es que hay gente a la que quizás, cuando ve esta complejidad, se le cae un poco el mundo encima, lo que conocemos como ecoansiedad.
J.M.C.- Una profesora de Ciencias Naturales que se ha dedicado a la educación ambiental toda la vida y que ha hecho un libro que presentaremos el próximo mes dice que la educación ambiental no es hacer proclamas, soflamas, sino es enseñar, dar conocimientos para que la gente pueda formarse su opinión sobre estos temas. Para la naturaleza y para nuestra especie es fundamental que lleguemos a ser neutros en las emisiones. Si no lo conseguimos en 2050, probablemente duraremos menos.


