Time’s up. Se acabaron los tiempos. Así de contundente ha sido el mensaje que las mujeres de Hollywood han lanzado el mundo. Se acabó la invisibilización, se acabó ser silenciadas, se acabó el acoso, la humillación, se acabó el poder y la impunidad de los privilegiados. Si el cine, el teatro y las artes hacen de la cultura un arma transformadora, – y no sólo alimentan un mundo de brillantina, imaginarios lejanos y cuerpos y vidas perfectas a Instagram-, iniciativas como ésta no hacen más que ayudarnos a conectar, alimentando los cambios de paradigma y la sororidad. Aquel “juntas somos más fuertes” y “nunca más calladas”. Pero de verdad.
Hollywood se ha vestido de negro. La entrega de los Globos de Oro de Cine no ha sido dorada. #WhyWeWearBlack ha sido el hashtag utilizado en las redes para hacer viral una acción y también una decisión: basta de trajes relucientes de diseñadores, bastante de cosificar. Vestir de negro en señal de duelo por las víctimas del acoso, vestir de negro por solidaridad con las que aún no han denunciado y han sufrido o sufren acoso.
Así, parece que la cultura más mainstream poco a poco se está sumando a esta ola de feminismo que pide paso a codazos. Escándalos como el de Harvey Weinstein han permitido que desde los medios de comunicación se diera cobertura a hablar del acoso poniendo el grito el cielo a actitudes que estaban siendo normalizadas: desde una florecilla en medio de la calle, a una frase sexualizada dentro el entorno laboral, a un tocamiento en el metro (y un largo y doloroso etcétera).
Las redes sociales también han ampliado la onda expansiva. Internet en su vertiente más democrática ha dado pie a compartir testimonios de acoso bajo el paraguas de aquel #metoo a priori inocente pero que esconde un Nuevo Feminismo. Un feminismo más transversal, lejos del academicismo, lejos de los postulados de Simone de Beauvoir. Un feminismo intergeneracional, interclasista y interracial que entronca con los derechos fundamentales y la lucha de clase.
No es necesario conocer “La Teoría King Kong” de Virgine Despentes o “El manifiesto contra-sexual” de Paul B. Precidado para formar parte del movimiento #metoo. No hay que ser seguidora (o destructora) de Kahlo o haber leído Virgina Woolf. La nueva ola de feminismo quizás sea heredera de Geri Halliwell de las Spice Girl cuando ya los 90 llamaba “Girl Power!” Io de Beyonce, musa del feminismo “una feminidad que no pide perdón consciente de su fuerza, una guerrera” en palabras de Despentes o incluso de la Ylenya de Gandía Shore, con un mensaje tan simple como contundente “Yo con mi cuerpo hago lo que quiero”. El feminismo quizás está de moda pero “Future is female” no es sólo un eslogan en una camiseta.
Según el último informe de la ONU 1 de cada 3 mujeres ha sufrido violencia machista. La violencia es un hecho estructural arraigado en la sociedad heteropatriarcal. Así estos actos de visibilización ayudan a poner el foco sobre realidades que por normales, normativas y normalizadas pasamos por alto.
En Catalunya es el caso del colectivo #OnSonLesDones, esta entidad analiza la presencia femenina en los medios de comunicación y sus resultados son aterradores: las mujeres están infrarrepresentadas en los espacios de debate y de opinión en casi todos los medios. La Asociación de Mujeres Periodistas (ADPC) hace 25 años que lucha por denunciar la poca representación de las mujeres en los medios y por fomentar su aparición, la entrega de premios Margarita Rivière de periodismo de género son un buen canal para hacer ver y entender que las mujeres están y quieren estar.
En las artes escénicas el blog anónimo Dona’mEscena analiza la presencia de mujeres en las programaciones de los teatros y festivales públicos y privados de la ciudad de Barcelona y alrededores. El colectivo detalla el número de directoras, actrices o dramaturgas programadas, pero también el de técnicas, concejalas, productoras… trabajos que tradicionalmente están destinadas a los hombres. Mujeres y Cultura también trabaja en acciones de visibilización, el grupo funciona como un contenedor de vivencias, perfiles e inquietudes de mujeres vinculadas laboralmente al mundo de la cultura que quieren poner de manifiesto la poca presencia femenina en el sector cultural y los techos de vidrio a los que se enfrentan. Lo llamaron a los Premios Butaca y los Premios Zirkòlika: # LesDonesSomAquí.
La asignatura pendiente es que del hashtag y la viralidad pasemos al mundo offline, que la sororidad se dé en nuestros espacios de ocio, familiares, laborales y vivenciales. Que las autoridades y el poder judicial actúen en consecuencia, que las demandas y las denuncias de las mujeres lleguen a buen puerto. Que las escuelas e institutos alimenten nuevos modelos relacionales. Que nuestros compañeros hombres no hablen en femenino en los ateneos y los espacios de “seguridad” sino que si quieren ser feministas lo hagan, como dice Bel Olid, en el bar, mirando el fútbol … que nuestros compañeros hombres denuncien las actitudes machistas de los demás hombres: que ningún WhatsApp sexista quede impune, que todos los comentarios machistas sean censurados. Que nuestros compañeros hombres no instrumentalicen la lucha, que escuchen y acompañen pero no alecciona. Que sean conscientes de sus privilegios y que den un paso al lado. Y de nuevo y citando a Olid “Deja de hablar en femenino y déjame hablar a mí”. Pues eso: Girl Power.