La sanción comunicada a dos empresas: la agencia de azafatas Tote Vignau y la marca de bebidas Schweppes, y el toque de atención dado a la organización del Torneo Conde de Godó, que se celebra en el marco del Real Club de Tenis Barcelona -1899 pone en primer plano la persistencia de actitudes de discriminación por razón de sexo en el trabajo y, de manera incipiente, la reacción de la sociedad a la consideración del cuerpo de la mujer como un objeto. Casos como la moción de Montmeló contra la utilización ornamental de las azafatas en el circuito, y la decisión de la Volta Ciclista a Catalunya de retirar las chicas que besan los vencedores (chicas-beso), pueden demostrar un cambio de tendencia en la visión social de la mujer.

La protesta por tener que trabajar con ropa corta de un grupo de azafatas contratadas para ‘dar imagen’  en el Torneo de Godó, ha hecho que por primera vez una administración multe las empresas culpables de dicha discriminación que, de tan usual, quizás había pasado desapercibida.

Eva Gajardo es secretaría de Igualdad y Formación Profesional de la UGT de Catalunya. Ella ha gestionado la denuncia de las azafatas ante la Inspección de Trabajo. “Lo hicimos porque la situación vulneraba varias leyes, como la de igualdad de 2007, el Estatuto de los Trabajadores, que prohíbe la discriminación por razón de sexo, o la misma Constitución que habla de igualdad de todos ante la ley”, afirma.

La dirigente sindical ve claro que “las leyes están, pero no se cumplen porque chocan con una realidad que se llama machismo”. Este concepto, para Gajardo se basa en la supremacía del hombre sobre la mujer, lo que genera un poder que de tan habitual no es percibido socialmente.

“Tampoco las chicas se dan cuenta en muchos casos de sufrir actitudes machistas en sus relaciones sociales o en las empresas”,  dice la dirigente ugetista. Y si las chicas no lo notan, tampoco lo hace el conjunto de la sociedad, añade. Gajardo explica que la situación que se dio en el torneo de tenis estuvo a punto de repetirse en la celebración del salón del automóvil. Pero, en este caso las personas afectadas no se atrevieron a denunciar públicamente el caso.

Volta Ciclista a Cataluya

Unas semanas antes del incidente en el Godó, la dirección de la Volta Ciclista a Catalunya también anunció que retiraba del podio la figura de las azafatas que tenían como única función besar los ciclistas ganadores (mujeres-beso) de las diferentes pruebas o etapas.

La sensibilidad ante la utilización casi ornamental de la mujer crece de manera paralela. Así,
después de los hechos objeto de denuncia, el grupo municipal de Izquierda Unida y Alternativa (EUiA) de Montmeló, presentaba una moción en el Ayuntamiento de la población para “eliminar todas las prácticas en las que se utilice el cuerpo de las mujeres como reclamo para captar la atención del público, mediante el fomento de estereotipos que cosifican las mujeres”. La propuesta se refería a la celebración en el circuito de Catalunya del Gran Premio de Fórmula 1 y el Mundial de Motociclismo. Fue aprobada con los votos de Socialistas y ERC, además de los ecosocialistas.

Sin cambio de fondo

Isabel Muntané, responsable del máster Gènere i comunicació de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), considera que las sanciones no muestran un cambio de tendencia respecto al tratamiento de la mujer. “Es cierto que han hecho propuestas de multas pero aunque las impusieran en el grado más alto, no sería suficiente, porque la sanción para estas empresas no es tan importante. Lo relevante es conseguir que esto no vuelva a pasar “, afirma.

En opinión de Muntané, el caso que ha suscitado la atención de la opinión pública no entra en el fondo de la cuestión, que es la ‘cosificación’ de las chicas. “¿Habrá que ver si en este ambiente las chicas que quieran trabajar aceptarán volver a llevar ropa corta? Pues posiblemente sí. Y no será culpa suya, sino del sistema”. En este sentido recuerda la importancia que se aplique la ley en estas situaciones y en las que no son mediáticas.

Para Muntané se trataría de aplicar la ley de igualdad o poner en práctica los planes de igualdad que deben tener las compañías de más de 250 trabajadoras o trabajadores. También menciona normas que se deberían cumplir, como los protocolos contra el acoso u otras normativas que afectan a la mujer en el trabajo: “imagina que a ti te dijeran que para trabajar tienes que ir con zapatos de tacón”, añade.

La punta del Iceberg

Josep Ginesta es secretario general del Departament de Treball, Afers Socials i Families. Bajo su responsabilidad está la inspección de Trabajo. “En este caso – la denuncia de las azafatas del trofeo de tenis – hay factores que han permitido profundizar más que en otras ocasiones”, afirma el alto cargo.

“En un momento determinado se denuncia que hay unas chicas que están trabajando y pasan frío. Esta es la punta del iceberg del problema”, dice. En realidad, pasan frío por su condición de mujeres, porque “están sometidas a los requerimientos de una marca determinada que dice que las chicas deben llevar una vestimenta concreta que visualice su condición femenina”.

“Ahora bien, cuando se investiga salen más cosas, hasta llegar a la conclusión de que el problema no es solo el frío, que sería una infracción de riesgos laborales contra la salud, sino que lo que aflora es una situación de acoso por razón de discriminación de género”, explica Ginesta. Al final, “se ve que estas chicas ocupan un puesto de trabajo vacío de todo contenido” asegura. “En este sentido, el trabajo lo podrían hacer las mismas personas o una sombrilla”, mantiene Ginesta. Pero “las empresas eligen chicas por su condición de chicas, aprovechando el estereotipo y cosificando su figura”, asegura el secretario general.

Ginesta sigue su razonamiento y considera que por la condición de género se acaba produciendo una situación de agravio a la dignidad de la persona. Descarta Ginesta que para darse acoso deba darse la intención, la voluntariedad. “La ley de igualdad dice claramente que con el efecto contra la dignidad de la persona ya se produce una situación de acoso, como es el caso”.

En síntesis, fruto de una denuncia que podría ser menor, el caso sale a la luz, un sindicato “pone empeño” y la inspección actúa y detecta una situación más grave, afirma Ginesta. Para el directivo de Trabajo no es normal que un puesto de trabajo consista solo en aguantar una sombrilla para cuando el tenista quiere descansar y que esto vaya acompañado como condición indispensable que una chica lleve un vestido con falda corta y plisada. “Y esto lo hemos dado hasta ahora como normal, cuando no lo es, al menos en el marco de un contrato de trabajo” asegura Josep Ginesta.

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