Abdul Jelil se queda mirando fijamente la pizarra blanca, donde está escrito el principio del alfabeto latino. Duda cuál es la siguiente letra que toca y alguien le recuerda que tiene que escribir la que empieza su segundo nombre y se decide por la J. Poco a poco, la pizarra se va llenando de letras que Abdul y sus compañeros de clase escriben, hasta acabar de dibujar todo el abecedario.
El estudio de las letras es la base de la primera clase de Castellano básico y neolectura de La Troca, una escuela para adultos basada en el intercambio de conocimientos y en el trabajo en red con varias entidades de Sants. Así, el lunes 15 empezó el primer curso de esta entidad, que tiene la Lleialtat Santsenca como sede y que recibe en sus aulas a jóvenes como Abdul.
Él, como todos sus compañeros del curso de castellano es recién llegado. Hace un mes que llegó de Ghana y junto con Mohsine, de Siria, intenta encontrar similitudes fonéticas en los alfabetos que les son más conocidos. “Lo que más nos ilusiona de este proyecto es que veremos pasar por estas aulas gente muy diversa. Tenemos la oportunidad de crear una escuela realmente transversal”, asegura Ester Ramos, miembro de La Troca.
Y es que el día siguiente empezarán las clases de alfabetización digital, donde “encontraremos de todo: personas en busca de trabajo, migrantes que necesitan ayuda para hacer los trámites y, sobre todo, gente mayor”, explica Ramos, justo después de hacer una prueba de nivel de castellano a un amigo que ha acompañado a Mohsine a clase y ha decidido quedarse.
El lunes, pues, fue el pistoletazo de salida de un proyecto que lleva más de dos años gestándose por un grupo de personas que compartían la idea de una educación para adultos diferente, que “rompiera con la imagen estigmatizada que la relaciona con personas analfabetas”, recuerda Ester. Así, cuando se dio el cambio de gobierno en el Ayuntamiento de Barcelona, vieron que el proyecto que tenían en la cabeza podía ser posible.

Sants, territorio de referencia
El barrio de Sants es una zona con tejido asociativo muy activo pero que por el contrario cuenta con una oferta formativa para adultos muy pobre. Así que, partiendo de esta necesidad, el equipo que acabaría dando vida a La Troca decidió crear una entidad muy vinculada al barrio, estudiando las necesidades educativas de sus vecinos y aprovechando las opciones que les daban las asociaciones de la zona.
En esta línea, el octubre pasado se celebró el proceso participativo de La Troca, en el que se hizo un diagnóstico de las carencias formativas del barrio y se vio cuáles eran las áreas en las que los vecinos querían formarse. “Una de las cosas que más se destacó, más allá de los contenidos de los cursos, era la forma. Se resaltó muchísimo que se quería un modelo pedagógico diferente, que atendiera a las necesidades emocionales de quienes participan”, recuerda Ester.
Intentando, pues, que todos los alumnos de La Troca se sientan cómodos, la entidad se define con el lema “Todo el mundo necesita aprender y todo el mundo sabe muchas cosas”. Se pretende romper la relación clásica entre docente y alumno y se prioriza una red de intercambio de conocimientos, “porque todas somos muchas cosas: somos mujeres, madres, profesionales, compradoras, vecinas…”.
Debido a todas estas identidades surgieron ideas de cursos muy diversos, desde gestión emocional, resolución de conflictos o formación en participación, hasta cursos en derechos laborales y sociales o realización de trámites online, pasando por la formación académica más clásica como las clases de idiomas.
“Los cursos tradicionales son importantes, pero apuntamos a una formación transversal, porque aprender en la edad adulta no sólo tiene que ser sólo para cubrir carencias académicas. Durante la vida no paran de surgirnos necesidades afectivas, sociales o laborales para seguir estudiando. Queremos promover el placer de aprender”, explica Rams. Así, los cursos de intercambio de conocimientos que se ofrecen en La Troca son tan variados como música visual, laboratorios artísticos o nutrición.

En la línea de crear un espacio completamente comunitario, el contenido de los cursos se decide de manera conjunta y la matrícula es abierta y flexible. “Las clases se pueden empezar cuando se quiera e, incluso se puede asistir a clases aisladas”, explica Rams quienes añade que, dado que la formación de La Troca es gratuita -financiada en parte por Barcelona Activa-, el dinero no supone una barrera para formarse.
Así, el lunes se daba el pistoletazo de salida de los primeros cursos de La Troca, que durarán todavía cinco semanas y durante las cuales se irán puliendo los detalles para los siguientes, reforzando la red para lograr que “las aulas sean totalmente transversales y comunitarias. Para el día en que Abdul pueda llegar a aprender catalán en la misma sala que una señora grande de Murcia”.