María Elósegui, catedrática de Filosofía del Derecho de la Universidad de Zaragoza, es la primera mujer elegida como representante de España en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Su elección, sin embargo, ha quedado eclipsada por la serie de declaraciones homófobas y transfóbicas realizadas por la juez que han salido a la luz después de que se conociera la noticia de su elección.
Escogida por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, Elósegui pasó por delante de los otros dos candidatos presentados por el Estado español: el ex-magistrado del TC Francisco Pérez de los Cobos – candidato propuesto directamente por el gobierno de Rajoy – y José Martín y Pérez de Nanclares, vinculado también al ejecutivo español, dado el cargo que ocupa en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Durante las semanas anteriores a su elección, Elósegui hizo campaña anunciando su experiencia como jurista especializada en derechos humanos, y presentó su victoria como un triunfo para la igualdad y el progreso, alegando que era la única candidata no relacionada con el gobierno español, y remarcando que sería la primera mujer en representar a España en el Tribunal de Estrasburgo.
La elección de Elósegui, sin embargo, es una mala noticia a muchos niveles. Desde la perspectiva feminista, el hecho de ser la primera mujer elegida para representar a España en esta institución queda eclipsado por las pasadas declaraciones machistas de la catedrática, en las que defendía la incorporación de la mujer en el mercado laboral, pero “no para emanciparse, sino porque el Estado necesita su presencia para humanizarlo”. En uno de sus libros, Elósegui también ha sostenido que la fidelidad en la pareja es un valor importante para el hombre, pero que aún lo es más para la mujer.
Pero sí hay un colectivo que debe lamentar especialmente la elección de Elósegui, este es de las personas LGBTI. En los últimos días, diferentes medios se han hecho eco de opiniones de esta catedrática en las que expresaba una vergonzosa visión patologizadora de la homosexualidad. En uno de sus libros, la futura jueza afirmaba que aquellos que realizan comportamientos sexuales “contrarios a su biología” están destinados a desarrollar diversas patologías. La futura representante de España en Estrasburgo ha llegado a afirmar que la “base científica” de la sexualidad indicaría cuáles son las conductas “sanas y deseables”, y mostraría que “el estilo de vida homosexual conlleva mayores riesgos de enfermedades de transmisión sexual “. Elósegui también ha manifestado su oposición al matrimonio igualitario cuando ha tenido la ocasión, negando que sea posible equiparar una pareja heterosexual con una que no lo sea.
El colectivo trans ha sido también el blanco de algunas de las declaraciones de la catedrática, en las que ponía en duda la inclusión de las cirugías de reasignación de sexo en la cartera de servicios públicos de salud, defendiendo las terapias psiquiátricas y psicológicas como alternativa para las personas transgénero. En el marco de estas declaraciones, la futura juez del TEDH ha utilizado términos como “ideología de género” y “ideología gay” para hacer referencia a los movimientos de defensa de los derechos LGBTI, expresiones a menudo utilizadas por grupos ultraconservadores cuando pretenden desacreditar los derechos del colectivo. Una tendencia que, al parecer, es compartida por Elósegui.
Todo parece indicar, pues, que próximamente el Tribunal Europeo de Derechos Humanos contará con un miembro como mínimo poco empático hacia las minorías sexuales y de género. Elósegui tomará posesión del cargo el próximo mes de Marzo y, con el reglamento en la mano, la única manera de evitar que esto sucede sería mediante su propia renuncia, lo que parece por ahora poco probable.
La incorporación de Elósegui a la Corte de Estrasburgo puede suponer un desafío a la tendencia del Tribunal a ir garantizando – de manera muy paulativa – cada vez más los derechos del colectivo LGBT. Una trayectoria que comenzó con las históricas decisiones del casos Dudgeon c. Reino Unido y Norris c. Irlanda, en las que el Tribunal de Estrasburgo consideraba que la criminalización de la homosexualidad equivalía a una vulneración de los derechos humanos. Más adelante, en casos como el de Goodwin c. Reino Unido (2002), el tribunal ha ido avanzando en la protección de los derechos de las personas trans, especialmente en relación a su identidad de género en documentos oficiales y la no patologización de las identidades trans.
En cuanto a orientación sexoafectiva, múltiples sentencias del TEDH muestran una tendencia cada vez más garantista en relación a las parejas del mismo sexo. Sin embargo, una de las grandes asignaturas pendientes del TEDH en cuanto al colectivo LGTBI es el reconocimiento del matrimonio igualitario como derecho humano. Aunque en recientes sentencias el Tribunal ha reconocido que las parejas del mismo sexo deben tener acceso a algún tipo de reconocimiento legal, desde Estrasburgo se sigue negando a las parejas no heterosexuales el acceso al matrimonio en igualdad de condiciones que las heterosexuales.
Sin duda, la elección de una jueza con unos antecedentes LGTBIfóbicos como los de Elósegui no sólo dificultará el avance del Tribunal de Estrasburgo en este aspecto, sino que incluso puede contribuir a un retroceso de derechos para las minorías sexuales y de género. No obstante, la elección de Elósegui no es sólo una mala noticia para el colectivo LGBTI. Es, sin duda, una adversidad para todas las minorías europeas y para la defensa de los derechos humanos en todo el continente. ¿O tal vez es posible defender los derechos de las minorías cuando se sostienen opnión estigmatizantes y discriminatorias hacia una de ellas? ¿Es compatible luchar contra los machismos y la jerarquía existente entre hombres y mujeres, y al mismo tiempo sostener postulados que defienden una jerarquía entre las diferentes orientaciones sexuales? ¿Se puede luchar contra la intolerancia racista mientras se defienden opiniones que denigran a las personas no heterosexuales? Luchar contra unas jerarquías sociales que generan desigualdad y vulneran los derechos humanos es totalmente incompatible con sostener postulados heteronormativos que justifican otras jerarquías, en que una minoría es sistemáticamente agredida y discriminada.
Resulta igualmente absurdo, o incluso peligroso, defender postulados homófobos y transfóbicos desde un pseudo-discurso de derechos humanos. Desgraciadamente, esta estrategia está ganando popularidad entre las posiciones más ultraconservadoras: como si de un caballo de Troya se tratara, visten argumentos retrógradas y discriminatorios con una apariencia de discurso pro-derechos humanos. Y si esta estrategia la utiliza alguien que tendrá una gran influencia en la defensa de los derechos humanos a nivel europeo, los resultados pueden ser terribles. No hay que bajar la guardia.


Catalunya Plural, 2024 