El pasado sábado el hall del Museo Marítimo de Barcelona eran todo luces de colores: los focos de diferentes tonalidades que dan a las paredes de ladrillo un aspecto infantil iban en concordància con todos los rotuladores, los globos, los hilos, las pegatinas y los post-it que colonizaban el espacio. Más de 150 personas trabajaban, dinámicas y animadas bajo la luz y el ritmo de grandes cronómetros rojos que marcaban una cuenta atrás.

El reloj dice que queda menos de un minuto para acabar la segunda etapa del Ed Hack del Raval, que ha conglomerado a todas estas personas para un único objetivo: hackear, desencriptar, los retos educativos del barrio del Raval y encontrar soluciones concretas. Los asistentes no se conocían de nada antes de la jornada, y vienen de ámbitos muy diversos: la educación, la ciencia, las artes, o bien son familias del barrio.

Así, los grupos, de entre tres y cinco personas tienen ahora menos de 30 segundos para acabar de hacer un primer prototipado de la solución que han desarrollado juntos a uno de los retos educativos del Raval: la personalización del aprendizaje, combatir el abandono escolar, fortalecer a las familias como actores educativos o conectar a los actores pedagógicos del barrio.

El contador llega a cero y empieza a sonar The Final Countdown del grupo de rock Europe, mientras los organizadores del Ed Hack llaman a una coach a subir al escenario para hacer una sesión conjunta de Mindfulness para relajar un poco a los participantes como Karin, que se levantan a tomar un café y estirar las piernas. Ella forma parte de uno de los equipos más pequeños de la hackató: son sólo tres personas que quieren desarrollar un EduBus.

Dentro del reto que trabaja el fortalecimiento de las familias, Karin y sus compañeras vieron necesario apoderar a las madres migrades y proponerles espacios de aprendizaje -en lengua catalana y castellana, en conocimientos académicos básicos, en finanzas, etc.- para que puedan fortalecer sus redes en la comunidad, aumentar su autonomía y participar de la vida de sus hijos en la escuela.

L’equip ‘Somiatruites’ treballant durant l’Ed Hack del Raval | SANDRA VICENTE

“Lo mejor del proyecto es que todo esto lo haremos en un bus! La publicidad de la actividad se hará sola porque es una aula que se desplaza”, exclama Karin, mientras enseña el primer prototipo: dos grandes autobuses hechos de cartulinas de colores que se despliegan y muestran las actividades que se ofrecen adentro. ¿El segundo bus? “Para que las madres con hijos de 0-3 puedan estar tranquilas dejando a las criaturas en un espacio seguro con materiales didácticos de calidad”, explica.

Un espacio para “pensar en grande” soluciones a los retos educativos

En el Ed Hack, organizado conjuntamente por la Fundación Jaume Bofill y la asociación Todo Raval, participaron más de 200 personas, con 150 hackers, 50 mentores, 20 facilitadors y más de 20 voluntarios y finalizó con 29 proyectos presentados. Para detectar los retos en los que se quería focalizar, Todo Raval organizó un proceso participativo con más de 100 jóvenes y 20 entidades que destacaron el abandono escolar y la segregación como características del barrio.

“El Raval es una zona con unas necesidades especiales pero que pueden repetirse en otros barrios de cualquier ciudad, por eso pensamos que los proyectos que han salido de la jornada podrán ser replicables por todas partes”, explica Òscar Esteban, director de Todo Raval. Así, esta hackató -la primera dedicada al mundo de la educación- buscaba “enfocarse en la acción. Puede ser que los prototipos que hemos conseguido no sean rigurosos, pero son reales. Y los hackers también son personas reales, comprometidas con el barrio y la comunidad”, asegura Hèctor Gardó, jefe de proyectos de la Fundación Jaume Bofill y organizador del Ed Hack.

Gardó destaca que lo más atractivo del proyecto es que “las renovaciones educativas se acostumbran a dar de manera muy reflexiva, por parte de académicos que saben mucho, pero a través de reflexiones largas y tediosas. Bofill, por ejemplo, es reflexión e investigación, pero la Ed Hack es el desatascador, es soluciones”. Así, los participantes forman grupos que han intentado ser heterogéneos y, después de definir el usuario al que se querían dirigir, tuvieron dos sesiones de prototipado de la solución, acompañadas de mentorias y orientación de voluntarios como Júlia Betrián, una de las facilitadores de la jornada.

Fitxa d’un dels equips de l’Ed Hack Raval | SANDRA VICENTE“Acompañamos a los grupos en fases específicas, como la del prototipado rápido, para que no se estresen”, explica Júlia durante la sesión de mindfulness. Asegura que, como que los participantes no se conocen de nada, a veces es necesario “formularles preguntas clave para ayudarles a desatascar los procesos creativos”. Las ganas de participar de los hackers hace que enseguida trabajen de manera muy fluida, así que a menudo las intervenciones de las facilitadores son para guiar las ideas hacia objetivos viables.“Tienen carta blanca para inventar de cero así que viven un proceso creativo muy efusivo. Hay que ser un gran soñador, pensar en grande, porque si empezamos a descartar ideas de entrada no podemos ser innovadores”, asegura. Así, las facilitadoras han “de coger ideas alocadas y convertirlas en factibles. Por ejemplo hay un grupo que quiere hacer dos buses educativos: esto, efectivamente, es loco, pero es una idea que puede dar mucho de sí”, opina Júlia.Habla del equipo de Karin que, de hecho, se ha puesto por nombre ‘Somiatruites’. Estas soñadoras, si bien no fueron uno de los equipos premiados por el jurado del Ed Hack -a quienes se otorgó una remuneración económica para llevar a cabo el proyecto- sí que quedaron entre los finalistas. El proceso de votación fue, como la jornada, cooperativo: la primera ronda de votos se dio entre los mismos participantes, que eligieron 16 equipos que expusieron sus proyectos sobre el escenario. De estos, 8 serán puestos en manos de una aceleradora.

Pero, a pesar de que parezca una expresión gastada, los organizadores del Ed Hack afirman que lo importante es participar: “es el aprendizaje que se obtiene del proceso lo que cuenta. Los ganadores tienen muy buena pinta, sí, pero igual que todos los otros proyectos”, afirma Esteban. Asegura que la decisión final se tomó “en caliente y que no será hasta dentro de un tiempo cuando se verán las implicaciones de la hackató”.

Y es que ahora lo que viene es lo más importante: toca enlazar los proyectos -que pronto serán públicos en la web del Ed Hack con código abierto para que cualquiera los pueda replicar- con entidades que trabajen para hacerlas realidad y consigan que el bus de cartulina de las Somiatruites pueda empezar a circular por las calles del Raval.

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