Carles Pericas, vicepresidente del Consell Nacional de Joventut de Catalunya (CNJC), explica que al descubrir que el suicidio era la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 19 años y la primera en Catalunya, vieron necesario tratar el tema con todas las entidades que conforman el CNJC. Así, durante los dos últimos años, el CNJC ha trabajado esencialmente uno de los ejes incluidos en su Plan de Trabajo: la salud mental y emocional en los espacios asociativos.
Para seguir dando continuidad al trabajo ya recorrido, junto con los colectivos Fil a l’Agulla y Obertament inician un curso llamado “Cuidémonos! Curso sobre salud mental en los espacios asociativos”. La voluntad del ciclo es, según Pericas, que las personas que participen aprendan sobre gestión emocional y salud relacional para que lo puedan trasladar a sus entidades. “El curso va destinado a jóvenes de entre 18 y 30 años de asociaciones juveniles diversas”, sigue Pericas, que añade que una potencialidad del curso es que de este modo se pueden recoger perfiles muy diversos. “Tenemos entidades que están más dadas a hacer ruedas emocionales y trabajar las curas durante sus encuentros y otras que no lo hacen. Aquí está la importancia de mezclar las entidades: que puedan compartir experiencias y aprender unas de las otras”, valora Pericas sobre la funcionalidad del curso.
Un curso que nació en su primera edición el año pasado a raíz de analizar una problemática que afectaba directamente a la franja de edad que tienen y con la que trabajan las diversas entidades que integran el CNJC: el suicidio y el estigma hacia las personas que tienen un problema de salud mental. Y es que el 20% de los jóvenes de todo el mundo sufre algún tipo de afección sobre su salud mental, como por ejemplo la ansiedad o la depresión, pero esta realidad es poco visible en la esfera pública. Que sea poco visible hace que la sociedad asuma el estigma y lo que el CNJC quiere hacer es romperlo.
Entienden que las entidades juveniles son agentes facilitadores de salud mental al ser espacios donde los jóvenes comparten gran parte de su tiempo de ocio y trabajo. Además, también entienden que son espacios “generadores de discurso y conciencia crítica” y por eso ven esencial formarse para poder “garantizar que estos sean lugares saludables desde los que se trabaje para seguir desestigmatizando la salud mental”.
“Traspasar la manera de ver la salud mental y emocional y crear un efecto dominó entre los jóvenes”
Obertament, una alianza de entidades contra el estigma y la discriminación en salud mental es la entidad que ofrece la formación la tarde del viernes. Durante esta establecerán el marco sobre que quiere decir salud mental y cómo se puede luchar para romper los mitos que la rodean proporcionando un lenguaje antiestigma. Obertament ha realizado una compilación de datos que explican la magnitud de las consecuencias del estigma. Estos datos cifran en un 16% los catalanes que no estarían dispuestos a convivir con una persona con trastorno de salud mental. A banda, un 17% no les daría ningún tipo de responsabilidad y un 34% no lo sabe o no responde. Un 29% de los catalanes y catalanas creen que una de las principales causas del trastorno mental es la carencia de autodisciplina y un 21% considera que no se puede confiar para la cura de otros en personas que han sido pacientes en hospitales de salud mental.
Ante estos porcentajes, el CNJC ve muy importante sensibilizar en salud mental, realizar acciones para acabar con el estigma y promover la salud mental también dentro de sus propios espacios. Es por eso que Obertament destinará su formación a hablar sobre qué es el estigma en salud mental y cómo funciona y consolidar las bases de la lucha contra el estigma en salud mental: rompiendo con etiquetas y prejuicios y analizando varias cuestiones sobre el lenguaje.

Durante el sábado será la entidad Fil a l’Agulla quien gestionará la formación. Fil a l’Agulla se dedica a realizar talleres, formaciones, grupos terapéuticos y asesoramientos para construir espacios donde se tengan relaciones asertivas. Así, el objetivo de Fil a l’Agulla, como nos explica Lídia Casanovas, una de las formadoras, es facilitar un “marco más genérico sobre teoría relacionada con las emociones y con el conflicto”.
Casanovas resalta la importancia de combinar una parte más teórica con una más reflexiva: “realizaremos ejercicios de carácter individual, de reflexión y de ejercicio a la propia vivencia para ver como cada cual vive y gestiona las emociones que surgen a raíz de conflictos en casa para poder reflexionar también después sobre cómo se viven las emociones y las gestiones de los conflictos en la entidad”. De este modo cada persona podrá revisar qué tendencias tiene su entidad y ver “como se gestionan los conflictos: si hay más tendencia a evitarlos o a enmarcarlos y procesarlos, si se ponen sobre la mesa las incomodidades que hay…”.
La formación quiere que sus participantes tengan más habilidades personales y profesionales para abordar los conflictos y fortalecer la capacidad de gestión emocional. Casanovas señala que durante el último curso se dieron cuenta que uno de los retos que más preocupaban a las entidades era el ritmo trepidante a que estaban sometidas. “La gente cree que ‘tiene que hacer cosas’. Todo el mundo se compromete a hacer de todo, es multitasking y esto acaba con gente quemada”, apunta. Ante esta situación, durante la formación darán herramientas para aprender a “combinar los ritmos de las organizaciones con las necesidades personales que tiene cada cual”. Algunas de las soluciones serán ver si pueden incorporar espacios más de cura “organizándose vía comisiones de curas o formando a las personas de las entidades para que tengan más habilidades para gestionar los conflictos o para escuchar y poder procesar situaciones incómodas”.


Catalunya Plural, 2024 