A.M. se encontraba, en junio de 1992, retenido junto a siete personas más en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de la Verneda (Barcelona) cuando un grupo de internos inició un incendio en señal de protesta por las condiciones en las que se encontraban. Cuando los policías vieron que el fuego había sido provocado, les golpearon y cerraron la celda con ellos dentro para evitar que el fuego se extendiera. A raíz de esto, A.M. sufrió graves consecuencias físicas en el 25% de su cuerpo y psíquicas, por lo que presentó una denuncia penal. Pero fue archivada. A.M. presentó una demanda, por la vía del contencioso administrativo, donde pedía que el Estado reconociese su responsabilidad en los hechos. Y ganó. 10 años más tarde el Estado reconoció la negligencia policial y la deficiente seguridad y tuvieron que indemnizar a A.M.

Desde ese incidente han pasado ya 25 años, pero las agresiones y vulneraciones de derechos de seguridad pública siguen bien vigentes. Así lo aseguran desde SOS Racisme Catalunya que, coincidiendo con el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, celebran los 25 años de su  Servicio de Atención y Denuncia para Víctimas de Racismo (SAiD). “Es una herramienta política, una de las maneras de luchar contra el racismo es acompañando a las personas afectadas y denunciando estas situaciones”, remarca Alba Cuevas, directora de SOS Racisme en Catalunya, en referencia a este servicio. En estos 25 años de atención gratuita han atendido a más de 9.000 personas y colectivos que han sufrido discriminación racista.

El objetivo del SAiD es restituir los derechos de la persona. Aseguran que “a veces un caso individual puede convertirse en un proceso de cambio social”. Además de atender a personas que han sido víctimas de un delito de odio y discriminación racista, añade Cuevas, el SAiD se convierte en “una fuente de información que resulta imprescindible para la denuncia, la incidencia y la sensibilización sobre las causas y consecuencias del racismo y la lucha por la igualdad de derechos y oportunidades”.

Una evolución en el combate del racismo “prácticamente inexistente o testimonial”

Agresiones y abusos de cuerpos de seguridad pública, discriminaciones entre particulares, en servicios privados o laborales, discurso del odio, agresiones de extrema derecha… SOS Racisme ha hecho un recopilatorio de los 25 casos más destacados con el objetivo de radiografiar la evolución del racismo a lo largo de estos 25 años. La evolución “en el combate o la erradicación del racismo” ha sido, según Cuevas, “prácticamente inexistente o testimonial”. “La lucha contra el racismo no está en la agenda, ni se visibiliza como problema por una parte importante de la ciudadanía, ni desde las instituciones se contempla como un tema ni prioritario ni importante” denuncian desde SOS Racisme.

Por ello aseguran que las historias se repiten, así como las situaciones de racismo, las barreras en la denuncia y la indefensión de las personas que lo sufren. Lo ejemplifican con el caso del incendio del CIE. 10 años después de los hechos de la Verneda hubo un episodio similar en la comisaría de Málaga. En ese caso el desenlace fue más trágico, ya que siete personas perdieron la vida.

Uno de los principales problemas con los que se encuentran desde el SAiD es que les resulta “prácticamente imposible” denunciar la agresión o abuso por parte la policía, porque “el sistema les protege”. “Como asociación de defensa de derechos humanos, es un fracaso y una frustración celebrar absoluciones de víctimas, pero es nuestra realidad, y desgraciadamente seguiremos considerando un éxito conseguir que un vendedor ambulante (que ha sido víctima de un abuso) no vaya a la prisión” aqueja la directora de SOS Racisme. Para ella, “no deja de ser una forma de lucha contra el racismo institucional que en este caso combinando la ley de Extranjería y el Código Penal resulta mortífero para los derechos humanos”.

Desde el SAiD recuerdan casos también como el de K. que mientras esperaba a un amigo para ir a comer un vehículo de la Guardia Urbana de Barcelona le pidió la documentación y, como solo tenía el padrón, lo llevaron a la comisaría. Ahí, en una habitación sin cámaras de videovigilancia,  le rompieron la mandíbula de un golpe de puño y le propinaron varias puntadas de pie. A lo largo de los 25 casos recuerdan también agresiones por parte de la Guardia Urbana a vendedores ambulantes, denuncias falsas, detenciones ilegales, agresiones racistas, expulsiones racistas, navajazos islamófobos, denegaciones al derecho a la sanidad, discriminación laboral e, incluso, la agresión con una catana por parte de un grupo de skinheads.

Uno de los más sonados fue el de la muerte de Wilson Pacheco, en el año 2002. Él y sus amigos, todos de origen ecuatoriano, salieron de fiesta a un local del Maremagnum. El portero les denegó la entrada, discutieron y los persiguieron. Dos porteros y un vigilante de seguridad cogieron a Pacheco en el puente del Maremagnum, le dieron una paliza y lo lanzaron al agua. Ninguno de los presentes intentó rescatarlo, por lo que falleció ahogado en el mar.

Desde SOS Racisme concluyen que “faltan vías para dar respuesta a las situaciones de racismo”, lo que supone que sea “imposible la restitución o la reparación de la persona afectada, tanto en cuanto a la prevención como a la sanción, sea administrativa o penal”.

Share.
Leave A Reply