En los últimos dos meses, hemos comprobado como la sociedad está estallando en potentes manifestaciones que llenan las calles y plazas. La suma de reivindicaciones, colectivos y entidades sociales y sindicales han transversalizado la respuesta a las políticas que están empobreciendo a la ciudadanía y ensanchando la brecha de las desigualdades de todo tipo.

La respuesta que dio el feminismo protagonizado por miles de mujeres y jóvenes el 8 de marzo ha cambiado la corriente del río de la lucha por la igualdad de las mujeres en la construcción de la justicia social. Ha sido un hito histórico, que se ha hecho referente en el panorama internacional, ejemplo de compromiso y movilización. Ha dado un mensaje claro y contundente al patriarcado que sostiene un modelo capitalista resistente al desarrollo de los conceptos democráticos capaces de vertebrar una sociedad con igualdad de oportunidades para mujeres y hombres.

Otro ejemplo es lo de los y las pensionistas en todo el país. Más de 9 millones de personas que claman en las calles por el respecto a su dignidad, no sólo como un reconocimiento a su experiencia y aportación histórica, sino por unas condiciones materiales de vida que el gobierno del Partido Popular les está arrebatando, año tras año, con la subida miserable del 0,25% de sus pensiones. Y esto es un insulto.

Este ha sido el factor que ha hecho estallar las movilizaciones de centenares de miles de pensionistas, pero la respuesta incorporó a todos los beneficiarios presentes y futuros del sistema de pensiones públicas de nuestro país. Porque es esto lo que está en juego, un modelo de sistema público, universal, contributivo, solidario e intergeneracional. Los partidos de derechas y liberales, con el acompañamiento de los poderes económicos y financieros, quieren transferir la caja de la seguridad social a un modelo de capitalización en el que sólo una parte de la población pueda complementar su pensión pública –que será de mínimos– condenando a la pobreza a quien no pueda hacerse un plan de pensiones privado. El sistema público de pensiones es sostenible si hay trabajo y salarios dignos, dos caras de la misma moneda. 

En otra escala de visibilidad cada día también tenemos miles de trabajadores y trabajadoras en movilización defendiendo su trabajo, su salario, sus condiciones laborales; huelgas y movilizaciones como las compañeras de la limpieza de edificios y locales, de los trabajadores y las trabajadoras de la Diputación de Barcelona, del sector del ocio, del sector de la geriatría, de la investigación, del sector de restauración del aeropuerto, de las contratas de mantenimiento o del sector cárnico, son una constante que demuestra que la sociedad se rebela contra la carencia de reparto de la riqueza que se está creando.

Tres años consecutivos de crecimiento que no se notan en salarios

Llevamos más de tres años consecutivos que Cataluña crece por encima del 3%, que los beneficios empresariales están por encima de los que tenían en 2008, antes de la crisis, que el reparto de los dividendos está por encima del 6% de media y los salarios sólo llegan a subir un 1,43%, que las grandes empresas han pagado un 40% menos en impuestos que hace 10 años y que los salarios de los directivos llegan a cifras humillantes para el resto de la sociedad, con sueldos de millones de euros.

Es esto el que está pasando y la gente lo ve y lo sabe y hace crecer la indignación. A diferencia de los años de crisis, en esta fase de crecimiento, la gente no dejará de movilizarse para corregir las desigualdades, para subir los salarios y las pensiones, para eliminar las brechas, para erradicar la precariedad, la temporalidad, la parcialidad abusiva, la desigualdad de género, el acoso y la violencia machista. Para mejorar la educación de sus hijos e hijas, para garantizar un sistema sanitario de calidad y universal, para preservar la salud al trabajo y a la vida, para tejer la red de protección social que mantenga a las personas en un sistema de cohesión social, sin pobreza. 

Es esta la realidad que se debe leer desde todos los organismos, instituciones y organizaciones públicas. Es esta la lectura que ha hecho CCOO y por eso se compromete a poner el movimiento sindical a la ofensiva, a estructurar las reivindicaciones que forman parte del mismo núcleo de soluciones, a dignificar el trabajo y los derechos de ciudadanía, a sumar y organizar las luchas, a conectar la movilización laboral y social y preparar un proceso de gran movilización que cambie la correlación de fuerzas y consiga transformar una realidad que es contraria a los intereses de la mayoría. Queremos construir un escenario de políticas que ponga a las personas en primera línea de prioridades, dignificando sus condiciones de vida y de trabajo.

CCOO sumaremos nuestras luchas a las luchas sociales, participaremos como uno más de las múltiples movilizaciones que se articulen de forma plural y pondremos el esfuerzo y el activo de la primera fuerza sindical del país a la ofensiva en estos tiempos de movilización, en este tiempo de confluencias.

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Secretari general de la Comissió Obrera Nacional de Catalunya (CONC)

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