Estos días, a raíz de la sentencia de la manada, la periodista Cristina Fallarás arrancaba en Twitter #Cuéntalo, un hashtag que ha dado la vuelta al mundo y ha hecho visibles muchas de las violencias que vivimos las mujeres, incluso para nosotras mismas . #Cuéntalo es uno de tantos ejemplos de la unión en el uso de las redes sociales y la toma de palabra de las mujeres que han sufrido acoso y violencia sexual.

En los últimos años, y de manera acelerada en los últimos meses, las violencias machistas se hacen visibles como nunca antes. Y somos las mujeres (y el movimiento feminista) las agentes de esta toma de conciencia. Poniendo nombre, identificando las violencias, señalando las situaciones en las que hemos sido agredidas, hacemos emerger las situaciones de violencia -psicológica, física, social, económica-sexual que sufrimos día a día.

En este tiempo, en este proceso, hemos sido las mujeres las agentes de cambio, las que hemos re-significado situaciones vividas que ahora sabemos que eran expresiones de violencia machista. Hasta ahora, las mujeres hemos sido los principales agentes del fenómeno. La responsabilidad de no ser agredidas, de coeducar, de introducir la perspectiva de género, de alcanzar los objetivos del feminismo, ha recaído exclusivamente en las mujeres.

Pero ya basta de responsabilizarnos de la respuesta al patriarcado y en sus formas de violencia.

¿Dónde está la responsabilidad de los hombres? ¿Quienes son los cientos de miles de agresores del #Cuéntalo? ¿Dónde están? Los hombres del #Cuéntalo no son pocos. Ni enfermos. Ni toxicómanos. Ni psicópatas. Son, a menudo, los hombres que tenemos cerca: nuestros padres, hermanos, primos, parejas, hijos. Nuestros compañeros de trabajo, de sindicato, de partido, de la AMPA. Nuestros vecinos. Nuestros amigos. Son hombres normales.

Y en este tiempo, en este proceso, hemos visto muy poca autocrítica por parte de aquellos hombres a los que amamos, con los que convivimos, con los que compartimos proyectos. No hemos visto un ejercicio colectivo para poner nombre, identificar las agresiones, hacer emerger las situaciones en las que pueden haber sido agresores. Callado ante las agresiones de otros. Estando cómplices de bromas sexistas. Normalizado la cultura de la violación. Menospreciado las palabras de una compañera en una reunión.

Es absolutamente necesario que los hombres hagan el ejercicio de revisar la forma en que se relacionan con las mujeres. Entre ellos. Con lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, intersexuales. Hay literatura a manos llenas. Hay asociaciones de mujeres, y de hombres, que hace años que trabajan y os echaran una mano. Hablad con las mujeres que tiene cerca. Escuchad la foto. No despreciéis lo que le dicen. Y sabed que no será fácil. Pero nadie lo podrá hacer por vosotros.

Estamos hartas, de vivir con miedo. Y es cosa vuestra, no sólo cuando hagáis tweets, sino también cuando cenéis con colegas, recibáis mensajes por whatsapp o eduquéis con el ejemplo, que esto deje de pasar.

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Presidenta de l’Institut Català de les Dones

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