Si la política catalana está polarizada desde hace ocho años entre independentistas y constitucionalistas (o unionistas), en el caso de Barcelona el partido de Ada Colau ha sido ejemplo de cómo sobrevivir a los efectos del procesismo. La batalla por Barcelona parece, a día de hoy, más abierta que nunca. La segmentación hace complicado que el independentismo se alce con la victoria simbólica que sería ganar la capital de Cataluña.
Barcelona en Comú y Ada Colau han representado en los últimos tres años esta tercera vía tan denigrada por el independentismo político, intelectual y mediático con la idea repetida más o menos con frases como como “el federalismo no es ninguna vía porque en España no hay federalistas”. Las últimas encuestas que han publicado tanto El Periódico y La Vanguardia como el CEO contradicen que la mayoría de catalanes sean independentistas o unionistas. Más bien al contrario, menos del 20% de los catalanes se sienten sólo catalanes mientras que más del 70% se sienten tanto españoles como catalanes o más catalanes que españoles.
Las elecciones municipales del 26 de mayo del 2019, que coincidirán con las europeas y con 13 autonómicas, se perfilan como las más trascendentales para el mapa político catalán y español desde las primeras elecciones locales de la recuperación de la democracia, en abril de 1979. En el conjunto de España lo serán para comprobar el ascenso del PSOE después de la jugada maestra de Pedro Sánchez, la capacidad de regeneración de un PP en crisis y, finalmente, para ver si Ciutadans es capaz de asaltar el poder local.
Cómo hemos visto últimamente, la política catalana y española circula a tal velocidad que cada vez es más difícil hacer pronósticos. En cuanto a Cataluña, el procés continuará marcando la agenda política y mediática, sobre todo con el destino de los políticos encarcelados (o presos políticos, que cada cual elija la opción semántica).
Y es en esta clave nacional que la batalla por la alcaldía de Barcelona se presenta más abierta y apasionante que nunca. Las últimas encuestas muestran un empate entre Barcelona en Comú, ERC y Ciutadans, con un PSC que puede ganar terreno por el efecto Pedro Sánchez y algunas de las iniciativas que pueda tomar. Como por ejemplo, en vivienda, el retorno a los contratos de alquiler de cinco años. Por su parte, el Partido Popular sigue en caída libre y puede desaparecer del consistorio. El PDeCAT y la CUP seguramente ni siquiera podrán sumar con ERC para que Barcelona tenga por primera vez un alcalde independentista, Alfred Bosch.
Las elecciones municipales siempre tienen un comportamiento bastante peculiar que hace que los votantes no se guíen tanto por su ideología o por el sentimiento identitario y más por aprobar o penalizar la gestión del día a día: si las calles están limpias, si sube la delincuencia, los precios de la vivienda… es un terreno a menudo subjetivo, de percepciones, más que de realidades, sobre todo en ciudades grandes como Barcelona. No tanto en poblaciones pequeñas.
Es en este terreno de las percepciones objetivas y subjetivas, más que en el eje nacional, que se juega la batalla por Barcelona. Y es en este terreno que la alcaldesa Ada Colau tiene la sartén por el mango si no surge la necesidad de gestionar alguna crisis importante, especialmente si eso ocurre meses antes de que empiece la campaña electoral. A estas alturas la llegada de inmigrantes sin papeles se puede convertir en un argumento contra el equipo de gobierno municipal durante el verano. Como los problemas de incivismo de los turistas. Pero el principal problema objetivo de los barceloneses son los precios desorbitados de los alquileres y es el que más podría erosionar a Barcelona en Comú.
La difícil lista soberanista
Ha habido últimamente otros debates menores, pero de gran intensidad mediática, como los narcopisos del Raval. Pero todo parece indicar que a un año vista sólo una lista conjunta y transversal de los partidos independentistas podría hacer perder la alcaldía a Colau. Por ahora, ERC no quiere oír hablar de una lista soberanista y Alfred Bosch confía en poder avanzar a Barcelona en Comú con un discurso que pivotará sobre el concepto desobediencia. Faltan once meses para las elecciones pero casos como el de Juanjo Puigcorbé, a quien ERC echó el jueves, no ayudan a pensar en un sorpasso de los republicanos.
Otra incógnita es el papel que puede tener Ciutadans –que arrasó en las últimas elecciones al Parlament de Catalunya en barrios obreros donde Colau obtuvo un gran apoyo– y si finalmente el candidato es Manuel Valls, un señor frío que como se comprobó en la entrevista en Tv3 en el programa Quatre Gats no tiene claro si Barcelona tiene uno o cien barrios.
Habría que ver si candidatos paracaidistas como serien Manuel Valls y Jordi Graupera (Neus Munté conoce mejor Barcelona que alguien que vive en New Jersey) podrían tener unos buenos resultados. La experiencia nos dice que en Barcelona no se apoya a ese tipo de candidatos que no han bajado nunca al metro o que no saben ubicar la Verneda o Nou Barris. A pesar de que ha habido candidatos barceloneses como Josep Maria Cullell (CiU), que durante la campaña electoral de las municipales de 1987 llegó a decir que cogía el metro en la estación de Correos. Lástima que aquella estación se cerrara en 1972.
Y queda el papel del PSC, y de su candidato Jaume Collboni, otro representante de la tercera vía, que puede ir ganando terreno a otras opciones, sobre todo a Ciutadans, si el efecto Pedro Sánchez no pierde fuerza. Otro escenario es un nuevo gobierno de Barcelona en Comú y el PSC que volvería a convertir a Barcelona en la máxima expresión de la opción equidistante respecto al pulso entre el independentismo y el unionismo.
Que Barcelona sea de los ayuntamientos catalanes y españoles más saneados económicamente o que familias con ingresos bajos tengan un ayuda por hijo (de 100 euros) son algunos de los méritos de la gestión de Colaus al frente del Ayuntamiento. No obstante, Colau tendrá que defenderse del hecho de que a pesar de que haya un plan en marcha para construir 8.000 viviendas de alquiler social al final del mandato sólo se habrán hecho unas 600.
La batalla por Barcelona está abierta y Barcelona en Comú (que el próximo 7 de julio elegirá el procedimiento que seguirá en el proceso de primarias en que no parece que haya más candidato que la candidata Colau) encabeza hasta hoy las opciones para repetir alcaldía. De momento, se ha asegurado la paz social después de que hace unos días Colau haya conseguido lo que nunca ningún alcalde había conseguido en 40 años: firmar un convenio laboral con todos los sindicatos de trabajadores del consistorio.


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