John Carlin, un reconocido periodista experto en conflictos internacionales, se preguntaba en voz alta cuál sería el papel que Mandela, personaje sobre el que hizo un libro premiado, salvando todas las distancias, en el conflicto entre Cataluña y España. La cuestión, ciertamente polémica, surgió en el transcurso de una entrevista/coloquio que le hizo la también periodista Sara González, de Nació Digital, en el marco de la primera jornada de la Universidad Progresista de Verano de Cataluña (UPEC en sus siglas en catalán) ante unas 300 personas en la sala Brigadas Internacionales de la sede histórica de la UGT de Cataluña.

El periodista, hijo de padre escocés y madre española, ha vivido en Cataluña y en España, y reconocía tener una idea clara de lo contencioso político que se ha vivido en los últimos años.

La situación hipotética la fijaba Carlin el año 2012, cuando se celebró en Barcelona la manifestación del 11 de septiembre más numerosa. Se preguntaba qué habría hecho Mandela en caso de ser el primer ministro español.

El autor de Invictus, que informó también de las negociaciones del Ulster, explicaba que Mandela ante la movilización habría reaccionado de manera muy distinta a como lo hizo el gobierno del PP. «Yo creo que habría buscado un lugar emblemático como el Palau de la Música catalana y habría convocado al día siguiente de la protesta el gobierno catalán, también a gente importante de la sociedad civil e incluso jugadores de fútbol», explicó. Allí, siempre hipotéticamente, Mandela habría hecho alguna frase en catalán y habría intentado entrar en un diálogo franco con la sociedad catalana. En su opinión en ese momento y con una mentalidad negociadora se habría evitado la tensión a la que se ha llegado ahora.

Carlin ha repartido críticas por todos los protagonistas de la situación en Cataluña. Pero la parte más grande de la cachete le ha adjudicado al gobierno del PP. Ha descalificado el inmovilismo y la judicialización con que el presidente español ha respondido a las reivindicaciones catalanas. También ha considerado que la solución ideal habría sido hacer un referéndum, «que probablemente habría ganado el no», pero ha añadido que la opinión pública española no habría entendido, ni al inicio de la crisis, ni ahora una decisión como hacer una consulta.

Lo que se da a partir del nuevo gobierno en España presidido por Pedro Sánchez, la ha definido Carlin como «un cambio de música ambiental». De todos modos ha calificado España como un país «políticamente confuso y casi bipolar». Con esta definición hacía patente su visión ambivalente de la sociedad española, que «en algunas cosas se comporta como un país sociológicamente avanzado. Yo diría que este es un país bueno, por ejemplo, para facilitar que los gays se casen», o –ha remarcado– la reacción positiva ante la inmigración, a diferencia de lo ocurrido en Gran Bretaña o Alemania, donde han aparecido partidos xenófobos, dijo. En este sentido ha tachado España como un país que está en la fase adolescente de la democracia.

Dirigentes independentistas nazis

A pesar de esta visión, Carlin ha puntualizado que, en relación con la situación de Cataluña, en España se vive por parte de la población una inexplicable incomprensión, que en su opinión forma parte de su «el alma oscura». En este sentido, ha puesto ejemplos personales: «yo tengo un amigo español, progresista, informado, buena persona, con quien un día comiendo hablábamos de la situación en Cataluña, que me espetó que los dirigentes independentistas eran nazis, así sin matizar. Yo le respondí que ya no podíamos hablar más de eso, porque no nos entenderíamos». Para compararlo citó otro amigo suyo británico con quien había comentado las demandas del independentismo: «mi amigo es de derechas, sólo tengo uno de estos, y un día, después del 1 de Octubre, viendo cómo reaccionaba el gobierno español, el comentario que hizo –y es una persona claramente conservadora– fue: como pueden ser tan retrógrados?». Por eso mismo consideró positiva la nueva coyuntura, aunque ha dicho que no se deben esperar cambios drásticos.

La situación respecto a los presos ha sido definida como «una salvajada» porque enrarece la atmósfera, y consideró que las acusaciones de sedición y rebelión no se aguantan.

En este punto fijó sus distancias con el independentismo, de quien ha dicho que pretendió tirar por, «cuando la fruta no estaba madura y provocó una catástrofe». Sin embargo dejó clara su posición favorable a un entendimiento entre Cataluña y España fruto de la negociación y el entendimiento. Para alcanzar un acuerdo consideró primordial «el respeto entre todos».

Acuerdo entre republicanos

La jornada había comenzado con la participación de los secretarios generales de CCOO, Javier Pacheco, y de la UGT de Cataluña, Camil Ros. Este año la UPEC tiene como tema central el mundo del trabajo.

El rector de la UPC, Jordi Serrano, ha hablado de la fractura social, que ha dicho que se mantendrá mientras haya presos, «porque no se puede dialogar si sé que lo que tengo frente a mí me quiere encarcelar». Ha criticado por esencialista al presidente Torra. Ha manifestado su extrañeza porque las banderas españolas que muchos catalanes han colgado de sus balcones, de forma totalmente legítima, no sean republicanas y ha hecho un llamamiento al entendimiento entre los republicanos catalanes y los del resto del Estado, poniendo como ejemplo que el 14 de abril de 1931 ante la proclamación de la República por parte de Macià la respuesta del gobierno central no fue enviar piolines sino una delegación de políticos republicanos que negociar y de donde salió la Generalitat recuperada.

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