Resolver quién asesinó al activista y político gay Harvey Milk, en 1978, es el interrogante que tienen que resolver para superar el scape room. En el taller de drag king y drag queen, no sólo se disfrazan, sino que exploran una parte de la identidad, la más masculina o la más femenina, con la que no suelen relacionarse. ¿Cómo pedir ayuda? ha sido una de las preguntas más sentidas en los espacios emocionales. Saltos en bomba, salpicaduras a quienes no las esperan y zambullidas también aparecen, −¿podía ser de otro modo, en unas colonias de verano?− entre las actividades más valoradas. En el grupo, había quienes hacía mucho tiempo que no disfrutaban de la piscina por la difícil relación con su cuerpo, especialmente dura entre la juventud trans. Pero en OASIS incluso ellos y ellas han encontrado una tregua de libertad. Dentro y fuera del agua.
“Yo no conocía a gente de mi edad que se sintiera como yo y, en pocos días, haces una familia. Estás en comunidad. Te ayudan y ayudas tú”, destaca Carlos, participante en tres de las cuatro ediciones de OASIS. “Mira que he ido a colonias diferentes, ¿eh? Y esto no lo he encontrado en otros grupos de jóvenes. En unas incluso acabé en una habitación solo, porque en aquel momento era lesbiana y se debían de pensar que me ponía cachonda todo lo que viera”, critica el joven, sobre la habitual falta de atención y cuidado ante la diversidad sexual y de género en los espacios educativos y de ocio juvenil.
A Beatriz le habían dicho que, allí, la gente no te juzga. “Te guste lo que te guste”, especifica. Una excepción respecto a lo que suele encontrarse. “Muchas personas LGTB jóvenes se sienten solas. No encuentran a nadie que sea cómo ellas y sí, en cambio, mucha gente que no las entiende”, comparte. Es una de la cuarentena de adolescentes con identidades de género y sexualidades no normativas que han participado este mes en las colonias de verano OASIS, “una semana de encuentro, de complicidades, de reconocerse parte de una comunidad, de empoderar-se; un espacio de libertad necesario por toda la vivencia que llevan y de orgullo, de reivindicar que está muy bien ser cómo somos, desde el cuestionamiento a todo un sistema cisheteropatriarcal”, describe Sara Barrientos, educadora de la cooperativa Candela y coordinadora de las colonias dirigidas a adolescentes LGTB.

Durante una semana, la diversidad sexual y de género se ha convertido en la norma y ha dejado fuera las presiones, discriminaciones y violencias que buena parte de los chicos y chicas LGTB viven como pan de cada día a los espacios educativos. Según recoge un diagnóstico de las realidades LGTB en Barcelona, publicado por el Ayuntamiento de la ciudad en 2009, cerca de la mitad (45,5%) de las personas encuestadas y entrevistadas declara haber vivido LGTBfobia en los centros educativos. La cifra incluye desde heterosexismo a problemas con el profesorado o el personal de administración, situaciones de acoso y agresiones.
Además, el estudio destaca la falta de referentes LGTB en los centros educativos, así como el hecho de que se presupone que la juventud es heterosexual y que encaja en los roles de género asignados, “de modo que se hacen invisibles otras realidades”, afirma.
El informe de la Federación Estatal LGTB (FELGTB) y del Colectivo LGTB+ de Madrid (COGAM) Acoso escolar homofóbico y riesgo de suicidio en adolescentes y jóvenes lesbianas, gays y transexuales , del 2012, recoge que más de cuatro de cada diez adolescentes y jóvenes que han sufrido acoso escolar por razón de LGTBfobia han llegado a idear el suicidio. Un 35% lo ha planificado y un 17% lo ha intentado en una o más ocasiones.
“Es el punto culminante de las evidencias que demuestran el sufrimiento de miles y miles de adolescentes debido a los prejuicios sobre la diversidad sexual y de género mantenidos y tolerados en el interior del sistema educativo, que no es un espacio acogedor para la población escolarizada que no responde a las expectativas de género”, denuncia un informe de 2013 elaborado por la FELGTB y dirigido al Defensor del Pueblo. “De los jóvenes que vienen a OASIS, la mayoría está sufriendo”, asegura Barrientos. “Queremos generar una semana en la que no haya ningún tipo de acoso ni violencia”, añade.
En medio de la búsqueda que Lola emprendió para encontrar cómo cuidar de la autoestima de su hija, le apareció OASIS, “un espacio de liberación que en el día a día no tienen”, describe. Ser lesbiana ha sido un motivo de hostigamiento para Itziar en el instituto, hasta el punto de tener que cambiarse de centro, por recomendación del instituto mismo ante el acoso. “En OASIS puedes ser tan diferente como quieras. Puedo ser yo misma sin sentirme mal por serlo y puedo sentir y hablar de lo que siento sin que nadie me critique ni me mire mal”, destaca la joven.
“A lo que más fuerza le damos es al buen trato, porque, cuando has vivido tanta discriminación y violencia, las capacidades de tener cuidado de ti misma, de ponerte en situaciones positivas y de confiar en otra persona se ven muy perjudicadas; miras al mundo con desconfianza y las habilidades de relación quedan súper tocadas. Por eso lo que más trabajamos es la autoestima, así como la escucha a la otra persona y el respeto”, sintetiza Barrientos, sobre el trabajo de educación emocional que atraviesa las colonias.
Confianza para vestirte con la ropa que te dé la gana. Jugar el rol que dé la gana. Hablar de la propia sexualidad, de la relación con la familia, de la propia identidad. Encontrar referentes en el equipo de monitoraje. Son algunas de las piezas que conforman este espacio de seguridad. “Rodeamos a los chicos y chicas de relatos positivos sobre ser LGTB para que vean que pueden serlo y tener vidas que molen, porque excepto en algunas series y youtubers, en general, los adolescentes se exponen a modelos súper estereotipados del hecho de ser trans, lesbiana o gay o bisexual o pansexual o persona con género no binario; se exponen a prejuicios, insultos, chistes o violencia más explícita”, explica Barrientos.
Diversidad en la diversidad
Los hay que viven en ciudades en las que, fácilmente, ven a parejas de gays o lesbianas andando cogidas de la mano. Pero los hay, también, que viven en municipios en los que resultan ser “el” gay o “la” trans del pueblo. La diversidad de orígenes, religiones y situaciones socioeconómicas son otros ejes que marcan las diferentes realidades que acoge el grupo de las colonias.
“Sólo dentro de las siglas LGTB ya hay mucha diversidad. No es el mismo ser una chica lesbiana que una chica trans. Y, además, encontramos jóvenes en situaciones muy diferentes, jóvenes en situación de protección y de empoderamiento y otros que quizás hace cinco años que no salen de casa o que se relacionan básicamente a través de las redes sociales”, detalla Barrientos.
Tampoco el grado de apoyo familiar es homogéneo en el grupo. “El último día de las colonias, las familias vamos y durante la comida ves como hay personas que no superan que la condición sexual de su hijo o hija no sea la que esperaban”, explica Lola, que remarca, a la vez, el sentido de contar con un espacio de encuentro para las familias como es la Asociación de Madres y Padres de personas LGTB (AMPGIL).
Para responder a la demanda de decenas de familias y jóvenes, a partir de otoño, OASIS dejará de limitarse a ser una excepción estival y adquirirá continuidad. Además de organizar las colonias, se convertirá en un espacio mensual “de encuentro, apoyo emocional y de nexo con el activismo”. “Los espacios de socialización de adolescentes son totalmente heteronormativos y necesitamos espacios en que los y las jóvenes LGTB se puedan reconocer en otras personas, en los que se sientan cómodas, en los que se puedan expresar en libertad. Una libertad con la que la mayoría no pueden expresarse en su día a día”, reivindica Barrientos.
“Va muy bien que haya un espacio que le permita hacer grupo, ver que no es la única y convivir con la diversidad”, valora Reyna, madre de Beatriz. “Ella −añade Reyna− como muchos chicos y chicas que se encuentran con personas homofóbicas y transfóbicas, lo ha pasado muy mal, se ha preguntado ‘¿por qué me pasa esto a mí?’ y es fundamental que vea que ella es normal y corriente”.


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