La música y la poesía por encima de los discursos oficiales. La reivindicación de la convivencia, de Barcelona como ciudad de paz, por encima de la política institucional. Ese ha sido el mensaje que ha lanzado la capital catalana un año después de los atentados del 17 de agosto de 2017. En un acto solemne y parco en palabras, el protagonismo a las víctimas se ha impuesto finalmente al partidismo.
El acto ha sido conducido por la periodista Gemma Nierga y ha contado con diferentes actuaciones musicales, además de un recital de poesía. “Lo que le pasa a mi vecino, lo que afecta a mi vecina, me afecta a mí, es mi responsabilidad también”, ha expresado la periodista. Cincuenta alumnos de las escuelas municipales de música han interpretado cuatro piezas que hablaban de paz, como Imagine de John Lennon, y se han leído versos de John Donne en las ocho lenguas de las personas fallecidas el 17-A.
El silencio entre el público ha sido el gran protagonista durante el homenaje. Si bien hace un año el centro de la capital catalana clamaba “No tinc por” (no tengo miedo), en esta ocasión los eslóganes han sido sobreros. Los homenajes se han sucedido en la Rambla desde primera hora de la mañana, donde los familiares de las víctimas y un grupo reducido de autoridades han realizado una ofrenda floral.

Dichos familiares y la clase política se han emplazado después en la plaza de Catalunya, donde ha dado inicio el acto conducido por Nierga. Entre las autoridades se encontraban el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el president de la Generalitat, Quim Torra y la alcaldesa Ada Colau. Además del rey Felipe VI y la reina Letizia, cuya visita a la capital catalana parecía que volvería a engendrar polémica.
Al final no han habido pitidos en su presencia, incluso se han escuchado aplausos, y tan solo dos pancartas contra ellos –los Mossos d’Esquadra se han negado a retirarlas por no suponer un problema de seguridad– han recordado la controversia vivida el año pasado durante su comparecencia en la capital catalana. El Ayuntamiento de Barcelona había dispuesto una ceremonia con poco peso institucional para dejar de lado las desaveniencias políticas y centrar la atención en las víctimas. Y así ha sido.


