Al caer la noche del primer aniversario del 1 de Octubre, 180.000 manifestantes -según la Guardia Urbana- se aglutinaban en las inmediaciones del Parlament de Catalunya. El Parc de la Ciutadella había sido el escenario escogido por las entidades parte de la Plataforma 1 d’Octubre (ANC, Òmnium i CDR entre otras) para celebrar la que era el último acto de la jornada. La manifestación ‘Recuperemos el 1 de Octubre’ se tiñió de tensión desde el momento en que los manifestantes llegaron a las puertas del Parlament.
Al clamor de ‘Buch dimisión’, también escrita en una gran pancarta, y llamando a la desobediencia al Govern, los concentrados exigieron cumplir con el mandato del referéndum desde la unilateralidad: “el pueblo manda, el gobierno obedece”, fueron los cánticos. Junto con una sentencia clara: “O desobediencia o dimisión”. Con este panorama, llegaron a la concentración más de 100 representantes de localidades de Catalunya, con sendas urnas del 1 de Octubre. Algunos representantes de las mismas leyeron un manifiesto, previamente pactado, hasta que una de las participantes se saltó el guión: “perdonad, pero llegados a este punto no puedo seguir. Dijimos que seria un manifiesto de buen rollo pero viendo que los Mossos el sábado pasado, en lugar de enfrentarse a los que vinieron a humillarnos se enfrentaron al pueblo, debemos de pedir la dimisión de Miquel Buch”.

Quim Torra i Roger Torrent, presentes en el acto, fueron abucheados constantemente y no han llegado a hacer ningún parlamento. Ambos se retiraron en cuanto la concentración fue desconvocada. Pero quien no lo hizo fueron centenares de manifestantes, que se apearon a las vallas que custodian el Parlament. La tensión iba en augmento cuando los concentrados, ya con los rostros tapados y exibiendo pancartas, saltaron las vallas y forzaron a decenas de antidisturbios de los Mossos d’Esquadra formar un cordón policial. “ERC y PDCAT, la paciència s’ha acabat”, reclamaban los manifestantes, exigiendo al govern la “fin de la submisión al Gobierno español”. Y alertaban: “las sonrisas se han acabado”.
Después de leves cargas para contener a los manifestantes, que poco a poco, y con las manos en alto, se iban acercando a las puertas del Parlament, se ha producido una abalancha de los concentrados, que ha acabado con decenas de ellos a las mismas puertas del edificio. Mientras todo ello sucedía, algunos manifestantes que, por error, se disgregaron de la marcha principal de la tarde se quedaron en Vía Layetana, presenciaron duras cargas por parte de los Mossos d’Esquadra.
Así, mientras los cuerpos de seguridad alertaban que iban a intervenir en el centro de la ciudad, en el Parc de la Ciutadella se empezaron a oir sirenas de furgonas de la BRIMO en la lejanía. Los concentrados, que abatían las puertas del Parlament, se encontraban asediados por decenas de antidisturbios y un helicóptero de la Policía Nacional, que sobrevolaba la escena a escasos cincuenta metros de altura. “Vamos a asaltar el Parlament, dejadnos entrar, hay que defender el mandato democrático”, gritaban algunos. “Si no queréis hacer la República, iros a casa. Este no es vuestro sitio”, alertaban otros. Algunos jóvenes engancharon en la puerta del Parlament una pegatina con un deseo o un augurio: “República en construcción”, sin saber que al otro lado de la misma esperaban más de 50 agentes, esperando a salir.

De repente, las sirenas de los furgones de la Brimo habían llegado a las inmediaciones del Parlament; sin dar aviso de carga y exigiendo la disolución de la concentración, los agentes se bajaron de los vehículos y empezaron a disparar balas de goma, muy por encima de las piernas -que es la altura máxima a la que se pueden disparar estos dispositivos. Con los proyectiles volando desde un extremo, y los agentes cargando duramente por el otro, los manifestantes rebajaron la densidad de concentrados frente a las puertas del edificio, dejando espacio para que el resto de agentes salieran del interior, siguiendo los pasos de sus compañeros y cargando duramente.
El cántico omnipresente de “Somos gente de paz”, que fue tan clamado durante el otoño pasado, acompañaba todavía a los manifestantes, que se iban retirando. “Nos tenéis aquí, con los brazos en alto, defendiendo lo que vosotros no queréis defender”, gritaba un joven, con la camiseta como pasamontañas, a un cordón de antidisturbios. “Los Mossos también son fuerzas de ocupación”, se oía en la lejanía. El recuerdo de las contundentes cargas de la manifestación de la ‘Fiesta Holi’ del sábado pasado teñía el ambiente.
Lejos quedaban ya los clamores que defendían “Los Mossos son nuestra policia”. Si algo ha quedado claro en este primer aniversario del 1 de Octubre, es que la paciencia ha durado sólo 365 días. A las mismas horas en las que, un año atrás, los mismos ciudadanos que contaban los votos en los colegios electorales que quedaban abiertos, celebrando el éxito de la organización popular, seguían congregados en las calles cercanas del Parc de la Ciutadella, negándose a alejarse del Govern al que exigían que “cumpliera su parte. Estamos cansados de ser independentistas”, se lamentaba uno de los concentrados.

De los 700 manifestantes que protagonizaron el asedio al Parlament, unos 200 se enfrentaron a los Mossos en la calle Lluis Companys, retrocediendo hasta la calle Trafalgar, donde se lanzaron piedras a las furgonas de los cuerpos de seguridad. En este punto se inició un estira y afloja entre los manifestantes, que creaban piquetes con contenedores ardiendo y vallas, y los Mossos que acudían con las furgonas a toda velocidad a disolverlos, amenazando con cargas que, en raras ocasiones se materializaban. Los piquetes, símbolo último de la jornada de la frustración de los manifestantes, finalizaron poco antes de las doce de la madrugada. Dejando en las calles restos humeantes de los contenedores, luces y sirenas de los Mossos rebotando entre las calles del Eixample y decenas de periodistas, ataviados con petos naranja que, como algunos manifestantes se resistían a irse a casa.
Así, el reclamado ‘otoño caliente’ empieza como se había alertado: caldeado. Con una fuerte presión al Govern, que lideró el proceso hasta el 1 de Octubre, que el pueblo permitió. Los mismos CDR que protegieron las urnas han retado al president Quim Torra, que instó a los grupos a que “apretaran” para hacer la República catalana. Ellos obedecieron y apretaron. Y con un aviso claro: “la paciencia se ha acabado”.


