El Centre d’Estudis d’Opinió cifraba en su última encuesta, en mayo de 2018, que la división de la población catalana respecto una hipotética Catalunya independiente sumaba un 48% de la población que votaría a favor, frente un 43.7% que votaría en contra. Así, que la sociedad está dividida -al menos, en la intención de voto y la cuestión nacional- es innegable. Pero ¿ha calado el asunto que monopoliza tertulias y periódicos en los movimientos sociales? ¿Se ha visto incrementada la segregación social por el Procés? ¿Cómo se posicionan otros temas de la agenda social? ¿Ha sido posible la transversalidad? Estas son algunas preguntas que el Grup Pròleg ha planteado en su jornada ‘Confrontación Política y Unidad Civil’, celebrada en el Palau Macaya de Barcelona.
El Grup Pròleg fue creado en mayo de 2018, con la “intención de superar el choque político y apostar por la convivencia en Catalunya”, según afirmó el politólogo, ex diputado del PSC y miembro del Grup, Josep Maria Vallés. Así, gestionar una agenda con problemáticas sociales tales como la vivienda, los derechos laborales o la educación en momentos en los que el Perocés se lo comía todo, ha sido uno de los grandes retos de los movimientos sociales transversales. La presión sobre definirse en un debate social en el que casi todo el mundo tenía una posición clara, llegó a los colectivos y sufrieron una “mala gestión de las élites políticas que no han querido rebajar la polarización”, apuntó Joan Botella, catedrático de Ciencias Políticas de la UAB.
“Se han desentendido de su base social”, agregó el catedrático en referencia a la clase política, y se pregunta cómo “solucionar una división que está arraigada en base a pocos elementos compartidos y no modificables”. De este modo, Vallès ha hecho alusión a la segregación social que, desde años atrás, se va dibujando claramente. Sin embargo, ha apuntado que “en la sociedad la polarización es menor que en la política”. De hecho, tal y como han apuntado tanto Botella como Oriol Nel·lo, geógrafo y también ex diputado por el PSC, la segregación más grande de la sociedad catalana se encuentra en la distribución urbana.
Esta división en las zonas de residencia, marcada por los precios del suelo y la renta, sobre todo en sus expresiones más extremas, tiene relación con los comportamientos electorales, ya que hay una tendencia al “separatismo social por barrios”, según Nel·lo. Así, en las últimas elecciones, el partido más votado en 59 de las 60 secciones censales más vulnerables de Barcelona fue Ciudadanos. “Pero este dato puede derivar en una valoración simplista y engañosa”, dice Nel·lo. Y es que, siguiendo con Ciudadanos, el partido naranja se llevó el 33.3% de los votos en los barrios más vulnerables, pero también fue el partido más votado en los sectores acomodados, con un 30.8%. En resumen: el voto a la derecha en los barrios más pobres fue del 47.5% mientras que los ricos subió al 66%.
“Una visión compleja de la sociedad a través de la lucha por los derechos”
La segregación residencial es uno de los puntos claves de la agenda social de organizaciones como la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB). Su presidenta, Anna Menéndez, se sumó a la postura de Botella y Nel·lo y considera que la sociedad no está tan polarizada como la política. “Por lo menos, las asociaciones de vecinos no nos han transmitido esta tensión”, ha afirmado en una mesa de debate formada por organizaciones, en la que la acompañaban Dolors Llobet, representante de CCOO en el Espacio Democracia y Convivencia y Pilar Gargallo , presidenta de la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica.
“Sólo hemos tenido cierta confrontación en momentos en que algunos colectivos se quisieron apropiar de espacios de convivencia como las fiestas mayores del barrio o por la instrumentalización de nuestras intervenciones públicas, tanto por un bando como por el otro”, expresó Menéndez. También ha hecho referencia a la instrumentalización del discurso Dolors Llobet: “hemos tenido dificultades para explicar nuestra postura porque los medios de comunicación también son actores de parte”, ha apuntado. Y es que CCOO es un agente social que, aunque no tiene una vinculación directa con los grupos parlamentarios, sí está en una causa relacionada con la política. “Nos hemos planteado a menudo qué somos y dentro del sindicato hemos vivido la tensión de la situación política”, sobre la que Comisiones no tenía una postura definida y pública.
Dentro del sindicato, las afiliaciones políticas y posiciones respecto al eje nacional son muy parecidas a las de la sociedad catalana en general, por lo que “teníamos que buscar qué nos unía, para consensuar nuestra posición”, apuntó Llobet. Finalmente, el Procés supuso “nuestra reafirmación en la lucha por los derechos y la libertad que hacía tiempo veíamos vulnerados. Porque el PP del 155 es el mismo que el de la Ley Mordaza”. Así, CCOO tiene una postura que define como de “pluralidad activa, para defender los derechos con quien sea, aunque ello chirríe para muchos”, según Llobet, quien ha reconocido que han sufrido bajas al sindicato.
Uno de los sectores, sin embargo, que ha sufrido más sacudidas a raíz del Procés ha sido el de la educación. Las acusaciones por adoctrinamiento, la violencia en las aulas el 1 de Octubre y la presión sobre el modelo de escuela catalana ha puesto la escuela en el centro: “se la ha atacado y usado con la intención de fragmentar, pero la educación es fuerte y los docentes son resilientes como para aguantar golpes”, apuntó Pilar Gargallo. Desde la FMRP han definido a los docentes -que todavía disfrutan de una “muy buena” consideración social- como “la carcoma de la administración. Porque trabajar por la educación es trabajar por la sociedad”. Así, define el colectivo docente como un grupo con una forma política diversa que tiene que trabajar para reunir el consenso entre fuerzas políticas.
“La educación es política y la política es educación”, dice Gargallo. Pero no sólo. Y es que últimamente, hablar de aulas era hablar de adoctrinamiento, dejando atrás toda una labor pedagógica. “En Catalunya pasan muchas cosas, pero el Procés monopoliza todo el espacio sonoro”, lamentó Marina Subirats, moderadora del acto. Por ello, considera que se ha de dar voz a las organizaciones sociales, porque “nos pueden mostrar una visión mucho más compleja y nos demuestran que, pase lo que pase, tenemos una Catalunya fuerte”.


