El colectivo de estudiantes que realizan trabajos universitarios con becas mantienen que la Universidad de Barcelona (UB) camufla con una supuesta formación el hecho de que efectivamente están sustituyendo trabajos estructurales que corresponderían al Personal de Administración y Servicios (PAS). Una asamblea de estos estudiantes inició el viernes la extensión del movimiento hacia otras universidades, en concreto, hacia la Pompeu Fabra, que envió a una representante. La UB lo desmiente y afirma que las becas tienen como objetivo la formación en materias compatibles con los estudios que hacen los solicitantes o también “facilitar su inserción laboral”.
Los estudiantes han denunciado, en un encuentro con periodistas, que al menos en uno de los casos, la respuesta de la Universidad de Barcelona a la denuncia hecha ante la autoridad laboral al considerar que la beca sustituía trabajo estado ha sido no renovar la beca que había enlazado, lo que interpreta como un despido encubierto.
Mercè Puig, vicerrectora de estudiantes de la UB, explica: “a mí me llegan quejas de estudiantes si consideran que hay alguna disfunción: nadie se ha dirigido a mí para plantearme el problema”. A título general indica que las renovaciones tienen que ver con la puntuación que se otorgue al final de la beca y no tiene nada que ver con denuncias “que no conozco”.
Los estudiantes reunidos en la reunión se quejaron también de que la formación que les es impartida es “anecdótica”. En los casos denunciados, además, las becas parecen no tener nada que ver con los estudios que siguen. Por ejemplo, una estudiante de historia afirmaba que su beca consistía en hacer el mantenimiento de un aula informática: “la única formación recibida ha sido porque la persona que lo tenía que sustituir se quedaba en el trabajo fuera”, dijo . La preparación ha consistido en aprender cosas “como reiniciar los ordenadores si se cuelgan o instalar programas”, dice.
La responsable de estudiantes se reafirma en que la formación que se da en las becas sí que tiene que ver con los estudios que hacen los alumnos, aunque “también hay becas para otorgar competencias que facilitan la empleabilidad de los estudiantes”, según admite Mercè Puig.
Un ‘conserje’ estudiante de filosofía
Otro caso expuesto es el de un estudiante de filosofía, que durante dos años se ha dedicado a grabar datos informáticos. Ahora la renovación de la beca implica que tenga que hacer el trabajo de conserje en unas instalaciones deportivas. “La única formación que se me ha dado no supera una hora y consiste en decirme dónde están las cosas y cuándo se han de poner, por ejemplo, las redes de bolas”, indica. Sobre este caso la vicerrectora manifiesta que “lo desconozco y no me parece que tenga que ver con los estudios” en todo caso manifestó que pedirá información al servicio de deportes.
Otra estudiante explicaba la situación de una compañera suya. Según esta versión, al terminar el primer período de la beca se pasa por Internet un cuestionario que sirve para valorar del 1 al 10 la formación recibida. “Esta compañera no contestó este apartado porque consideraba irrelevante la formación, y entonces la llamaron para recordarle que se había olvidado de hacerlo y rogarle que lo hiciera”. Esto lo interpretan como un mecanismo para justificar la beca.
Mercè Puig dice que después de la renovación de la normativa, hecha hace dos años, se hace una evaluación de la formación recibida por el estudiante, esta valoración es doble: “por ejemplo, si el profesor dice que la formación ha sido muy positiva y el alumno dice lo contrario, miramos qué ha pasado, porque la discrepancia nos dice que algo no va bien”.
Todos los reunidos en la asamblea coincidieron con la tesis de que el trabajo de los becarios de formación y colaboración, que son 479 en la UB, sustituye puestos de trabajo de PAS, “pero nosotros no tenemos vacaciones, no tenemos derecho a paro ni se cotiza en la Seguridad Social por nuestro trabajo”, afirmaba uno de ellos. Todo ello por una compensación que muchas veces no llega a la mitad de lo que correspondería a un trabajador ordinario de la universidad.
A la cuestión anterior, la vicerrectora de estudiantes dice que las becas no deberían servir para sustituir trabajos estructurales. Admite que antes, durante la crisis, podría haberse entendido de esta manera, pero ahora la queja no es cierta: “son becas de formación o en todo caso para ayudar la empleabilidad de los estudiantes, no pretenden sustituir trabajadores de la universidad “. Precisamente para evitar esta acusación, Puig explica que otras universidades, como la Rovira y Virgili, han dejado de convocar becas.
El verano de 2017 la UB aprobó un protocolo que regula el trabajo de los becarios, estos se quejan de su falta de concreción, lo que les supone quedar a voluntad de las decisiones de los que supervisan las becas. Una estudiante afirmaba que según la beca, no puede tener ninguna otra actividad que la marcada por la Universidad. Esto supone que “si encontrara un trabajo que pudiera compaginar no la podría hacer y tampoco si quisiera colaborar con una entidad sin ánimo de lucro, lo podría hacer”.
Dicho ejemplo la ha calificado la vicerrectora como “una barbaridad”. Asegura que ciertamente, un estudiante que sigue una beca no puede trabajar en otro lugar, pero si quiere colaborar en su tiempo libre con una ONG, lo puede hacer “ya mí me llegan muchas solicitudes, por ejemplo para compaginar la beca con algunas actividades, cuando esto ocurre se habla con la persona encargada de supervisar la beca y se toma la decisión que hay “, dice la responsable universitaria.