No se dejen despistar por el título. Como en su habitual juego de palabras, el director argentino Mariano Llinás nos lo sugirió él mismo. Y es una puerta de entrada como otras a este artículo. Que no es convencional, como tampoco lo es su entrevistado ni la película de casi catorce horas La flor. Sí, han oído bien, catorce horas que en Francia de forma excepcional se ha estrenado en cuatro partes y que es el retrato a través de seis episodios e infinidad de historias de sus cuatro protagonistas: Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes. Rodada durante diez años gracias al colectivo El Pampero Cine, donde todos los miembros se van intercambiando las responsabilidades en función del proyecto, es un ejemplo de trabajo artesanal y cooperativo en que el tiempo y las presiones financieras no ejercen de frenos a la creatividad. Y el resultado es fascinante, nada que ver con un ejercicio de estilo o puramente conceptual. Sino en realidad un goce para el espectador con toda la historia del cine metida dentro, pero inventando cosas nuevas que convierten en anecdóticas la mayoría de series de televisión. Porque de series de televisión, de Netflix, del áurea cinematográfica, de festivales y medios de difusión va y se enfrenta esta larga entrevista. Realizada en el marco del pasado festival Cinélatino de Toulouse, donde Llinás oficiaba de miembro del jurado.

Mariano Llinás (Buenos Aires, 1975) tiene la particularidad de descender de antepasados, en parte, catalanes. Su abuelo paterno lo era y de, ahí, el apellido Llinás. Su padre, Julio Llinás, murió en agosto pasado en Buenos Aires a los 89 años después de haber sido un poeta surrealista, novelista, crítico de arte y publicista en Argentina. Y haber residido en los años cincuenta en París. La conversación empieza por ahí, y rápidamente aparece el personaje de Salvador Dalí. Llinás no conoce bien el Ampurdán catalán, pero recuerda las estrafalarias historias que le contaba su padre sobre su encuentro con Dalí: bananas tiradas al suelo después de comérselas, exhibición de sus cuernos de rinoceronte… Hubiéramos podido continuar por esta senda largo rato, pero yo estoy a medias de La flor (he visto las dos primeras partes) y me apresto a ver en Toulouse sus dos anteriores películas (Balnearios, hora y media, e Historias extraordinarias, cuatro horas) y la ocasión es ideal para explayarse sobre su cine con este incansable y sardónico bonaerense.

“Yo creía que ya estábamos en la entrevista”.

Si, sí. Yo ya hace rato que estoy grabando.

Es mucho más interesante hablar de estos temas que de la película. No hay mucho que decir. Pero lo que usted diga.

Sólo he podido ver, por el momento, la mitad de La flor. Pero voy a ver aquí en Cinélatino tus dos películas anteriores y tengo la suerte de vivir en este país para ver por entero La flor en salas comerciales.

Si viviera en Madrid, se proyecta cada cierto tiempo. En la Cineteca (Matadero), tenemos un acuerdo en el que se da cada estación (1ª parte, finales de noviembre pasado). Yo mismo anuncié como el Pampero Cine en Twitter la proyección de primavera.

¿Y en Barcelona?

En Barcelona, se dio una vez con algunos problemas en un cine del que no me acuerdo su nombre (Zumzeig, finales de noviembre). Es un cine muy pequeño… En España, se ha ido proyectando de forma itinerante. Aquí, en Francia, se hace con la distribución a la antigua. En España se ha ido viendo, salvo en el sur. No les interesa lo más mínimo mis películas, sea en Sevilla o en Cadiz. Y a mí me encantaría ir allí.

¿Y en el norte?

En San Sebastián, en el centro Tabakalera (finales de noviembre)… ¡Y Bilbao es la gran capital de ‘La flor’! En Bilbao hicimos algo inédito. Porque abrimos el festival Zinebi (principios de noviembre) con una especie de representación de los orígenes de ‘La flor’: la película que habíamos imaginado antes y que pasaba en el espacio. Fueron las chicas y aparecieron vestidas de astronautas. Y no entiendo por qué no salimos con alquitrán y plumas. Como esa figura de ‘Lucky Luke’, en que lo sacan del pueblo en una viga bañados en alquitrán y plumas. Tuvieron la discreción de no hacerlo. Fue un gran acontecimiento, un poco escandaloso.

Lee la entrevista entera en París/BCN

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Periodista cultural. Coordinador del web parisbcn.

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