Durante siglos, las mujeres han buscado métodos para impedir o interrumpir el embarazo. Hoy en día, existen medios que facilitan un aborto seguro y eficiente, aunque aún hay mujeres que continúan utilizando métodos caseros primitivos, ilegales y arriesgados: en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se producen más de 55 millones de abortos al año. Por eso, cada año, 47.000 mujeres de todo el mundo mueren a causa de abortos fallidos. Tanto es así que los abortos inseguros son la tercera causa principal de muerte materna del mundo y dan lugar además a cinco millones de discapacidades en gran medida evitables, según la OMS.

La legislación sobre el aborto es bastante diferente en cada país del mundo, y se puede encontrar tanto desde el libre acceso al aborto a servicios sanitarios públicos y gratuitos hasta penas de cárcel para quien lo practique. Por lo tanto, la práctica del aborto voluntario está sometida al ordenamiento jurídico vigente de cada país, donde se puede recoger o bien como derecho o bien como delito punible. De hecho, el acceso al aborto no es sólo un tema de discusión moral, sino una cuestión de salud pública. Muy a menudo, el acalorado debate que genera está empañado por la desinformación sobre las verdaderas repercusiones de restringir el acceso a este servicio de salud básico. Penalizar el aborto no lo impide, sólo hace que sea menos seguro.

Precisamente en estos momentos el tema resulta muy actual en nuestro país, ya que algunos políticos españoles están haciendo del tema del aborto un elemento de su campaña electoral, defendiendo posiciones retrógradas que la actual legislación parecía haber superado. Una situación que reclamaba una denuncia como la que nos propone Laia Abril en On Abortion. La fotógrafa barcelonesa ha decidido hacer frente a este conflicto por medio de una investigación compleja y comprometida que invita al público, mediante un íntimo acto de observación, a transitar por caminos antes ignorados que conducen hacia una (nueva) reflexión sobre el aborto, una práctica de la que aún no se habla lo suficiente.

El aborto clandestino, una condena

Laia Abril emplea gran parte de su trabajo en contar historias íntimas sobre realidades incómodas relacionadas con la feminidad. Pero más allá de la temática basa su metodología en proyectos de largo plazo que se presentan en diversas plataformas, ya sea en una exposición, una web o un libro. La muestra On Abortion, ganadora del premio de fotografía Madame Figaro-Arles, es el primer capítulo del proyecto titulado A History of Misogyny. Abril ya está trabajando en la segunda parte de la trilogía que se centrará en casos de violación a mujeres y prevé que pueda presentarlo en febrero del año próximo.

Con una meticulosa metodología de investigación, Abril recurre al pasado para resaltar la larga y continua erosión de los derechos reproductivos de las mujeres hasta nuestros días. En palabras de la misma Laia Abril, se trata de construir “un mapa conceptual de las repercusiones de no tener acceso al aborto en el mundo”. Asalta el problema de la restricción del acceso al aborto y de las prácticas ilegales de interrupción del embarazo desde una perspectiva “poliédrica”, como la han denominado desde Foto Colectania.

En la exposición encontramos un variado catálogo de artilugios que fueron utilizados como anticonceptivos y métodos abortivos: condones de vejiga de pez o de bolsas de intestino de oveja, duchas vaginales, gossypol; jeringas de jabón y enema, cañas de madera y plástico; testimonios de mujeres que han interrumpido su embarazo de forma ilegal, anuncios de periódicos de países donde abortar es delito y ofrecen estas prácticas con mensajes engañosos, imágenes de mujeres fallecidas por estas causas e incluso un archivo de audio con amenazas a una integrante de un equipo médico que realiza, de forma legal, estos procedimientos.

Una verdad tabú

“Lo que pensamos que es parte de la historia del aborto, en realidad, sigue siendo actual, no es tan del pasado como pueda parecer”, aclara Abril. Sin ir más lejos, señala a las tres mujeres salvadoreñas que fueron excarceladas a principios de marzo después de pasar varios años en la cárcel por practicarse e incluso por sufrir abortos. También llama la atención una fotografía de una maraña de hierbas y plásticos que fueron encontrados en el interior del útero de una mujer en África. La foto es de 2002.

Las historias a las que da voz esta investigación visual proceden, en gran medida, de países de África y de Sudamérica; pero algunas se encuentran muy cerca. Algunas de las mujeres que aparecen en los documentos expuestos proceden de países con estrictas leyes abortivas, como Magdalena (Polonia), Justyna (Polonia) o Lucía (Chile). Una colección de evidencias visuales, auditivas y textuales que tejen una red de preguntas sobre ética y moralidad, y revelan una asombrosa serie de desencadenantes sociales, estigmas y tabúes sobre el aborto que han sido invisibles hasta ahora.

Abril pone rostro a una cuestión difícil, anónima e íntima, mostrando a mujeres que han puesto en peligro su vida contando su historia en primera persona. También para muchos de los médicos que los practican, a menudo amenazados por grupos antiabortistas, como en 2015, en Colorado, Estados Unidos, donde fueron asesinados tres médicos por practicar abortos. “Es un tema complicado porque tiene que ver con muchas cosas: la religión, la moral, el dinero, el estigma y las leyes”, explica Abril. El debate sobre el aborto surge del reconocimiento de una verdad tabú: penalizar algo no quiere decir que no exista.

Share.

Castellterçol, 1974. Periodista cultural. Ha treballat a Catalunya Ràdio, COPE Catalunya, COMRàdio i BTV. Actualment, treballa a La Xarxa, escriu a Teatre Barcelona, Efectes Secundaris i Catalunya Plural

1 comentari

  1. Se que hoy en Ucrania la técnica de reproducción asistida está totalmente legalizada y regulada. Nosotros también hemos decidido por Ucrania la clínica de Feskov (https://maternidad-subrogada-centro.es/…) por varios motivos.
    Primero por la atención humanizada recibida en al clínica que elegimos.Por su profesionalidad!Nivel excelente y nada que envidiar a institutos de Estados Unidos o Inglaterrs. También por la contención e información, donde nunca nos sentimos clientes, sino pacientes.
    También la cantidad y variedad de servicios es muy acorde a los diferentes presupuestos que ofrecen.
    Hoy ya hemos aportado nuestro material genético, en busca de la fertilización y por elegir madre sustituta. Espero que pronto realcemos nuestro deseo!

Leave A Reply