Hay cuatro, cinco cosas a las que no he renunciado y no quiero renunciar: En primer lugar, hijo de Catalunya, viviendo en Cornellà durante 25 años, y al mismo tiempo identificado con los que han venido de fuera buscando un hogar, buscando el pan, buscando el trabajo. En segundo lugar, no renunciaré a ser un hombre de fe cristiana vivida en el seno de la comunidad de base de Cornellà, de los movimientos de la comarca, de cristianos por el socialismo. Tampoco renuncio a continuar siendo hijo de San Ignacio, con una Compañía con vocación de frontera, con vocación total de lucha por la justicia. Finalmente, ni renuncio ni los que estamos aquí renunciaremos, a nuestra militancia sindical, en mi caso en el seno de Comisiones Obreras; en mi caso también, en el seno del Partit Socialista Unificat de Catalunya, pero luchando por una gran pluralidad entre toda la izquierda, entre los hombres y mujeres que queremos un mundo más solidario.
Juan García-Nieto dijo estas palabras en 1989, al recibir la Medalla de Oro de la ciudad de Cornellà.
Su pensamiento político es más actual ahora que cuando lo formuló. García-Nieto fue un visionario, un hombre con la formación amplísima que caracteriza a los jesuitas: sociología, economía, teología… Su tesis versó sobre “El sindicalismo cristiano en España”. Supo forjar utopías. Decía: “Yo estoy convencido de que las luchas de hace cien años del movimiento obrero, las luchas de hace cincuenta años de tantos hombres y mujeres, no hubieran sido posibles sin una opción utópica”.
Su vida imprimió carácter a la comarca. Todavía se reconoce una forma de hacer activismo social, lucha vecinal, una idea de ciudad y de ciudadanía. Todavía es visible la tradición de acción solidaria directa como el trabajo en la coordinadora contra la marginación o la acción solidaria contra el paro. Aún perdura el interés en la formación de las personas. Todavía el Baix Llobregat es un referente de participación en el conflicto laboral. Una manera de hacer y unas ideas que han marcado profundamente las CCOO que él mismo contribuyó a organizar.
García-Nieto es un indispensable. Su huella es un punto de partida para seguir construyendo utopías desde la honestidad de un compromiso irrenunciable con la igualdad y la justicia social.


