Pep Sotillo tiene 54 años. De joven sufrió un trastorno emocional y se dio que todas las personas que los sufrían eran mal vistas por la sociedad. Sentía que no podía hablar del tema porque era un tema tabú: se aisló cada vez más por lo que la “bola” se fue haciendo cada vez mayor. Miró de salir adelante con estudios y trabajo pero como no podía hablar con nadie de su situación esto lo llevó a una situación límite. Cada vez se sentía más “rasgado” por dentro y dejaba que la bola fuera creciendo. Cuando no pudo más, con 25 años, intentó quitarse la vida. Pensó: “soy un enfermo mental, lo seré toda la vida y toda la vida estaré sufriendo. ¿Qué futuro es este?”. Añade: “Por suerte sobreviví”.
Este testimonio lo ha explicado Sotillo durante la presentación por parte de Obertament de las conclusiones del Observatorio anual de medios que este año se ha centrado en ‘El suicidio en los medios de comunicación’. La principal tesis del informe defiende que hablar sí, pero que no todo vale.
Sotillo pide normalizar que haya “trastornos mentales e ideas suicidas”. Explica que lo que a él le salvó la vida fue recurrir a un psiquiatra y una psicóloga: “me encontré que podía hablar de la muerte, de mis pensamientos más escabrosos y todo con respeto, con interés por parte de ellos y con toda normalidad. Yo creía que eso no existía”.
Así, sitúa a los medios la responsabilidad de hablar del tema de manera positiva y natural. Sotillo narra que el momento antes de sufrir un suicidio tienes muchas ideaciones, que vienes de darle vueltas durante mucho tiempo la mayoría de las veces pero que el sufrimiento es tan grande que no te deja pensar. Sotillo defiende que como no puedes razonar bien, lo más necesario es tener ayuda externa: “hablar de salud mental y de suicidio ayuda a que las personas que tienen estas ideaciones puedan abrirse y hablar con otras personas para salir de su estado”. También, en este sentido, alega echar de menos que los medios hablen de si esa persona que ha muerto por suicidio había recibido ayuda o no, “que expliquen que si la hubiera recibido hubiera sido diferente porque eso, ver un referente, puede ayudar y animar a no caer en el suicidio, en buscar acompañamiento que puede ser familia, amigos o terapeutas”.
Sotillo de joven se decía a sí mismo “calla y haz ver que no te pasa nada” por culpa de haber crecido pensando que “quien va al psiquiatra es una persona loca que se la pone dentro de un cesto y se aparta… Pero no somos un colectivo que se llame suicida. Cada uno tiene una historia personal y no responde a un grupo ni de edad, etnia o condición social”.
En qué nos equivocamos los medios? En el tono, en buscar causas y en no usar bien imágenes
Obertament nació en diciembre de 2010 y este es el quinto que se realiza un Observatorio de medios sobre salud mental pero es el primero sobre suicidio. La lucha contra el estigma que trabaja esta alianza de entidades que venían de diversas perspectivas y trayectorias pasó también por el reto de ponerse de acuerdo, lo que ya fue todo un reto. A partir de aquí, y con la alianza también de comunicadores, Obertament comenzó a trabajar para la formación de activistas, desarrollar actividades y programas de sensibilización realizando campañas varias de marketing social o han trabajado para romper el estigma en ámbitos más específicos como el educativo o el sanitario.
Israel Molinero, presidente de Obertament, explicó durante la presentación del Informe ‘El Suicidio en los Medios’, que el Observatorio que la ha creado nació como respuesta a una crisis mediática donde se vieron “tratamientos estigmatizantes como el estrellamiento del avión de GermanWings “. Los primeros informes que se realizaron mostraron que más de la mitad de las noticias de salud mental estigmatizaban y que a menudo se asocia violencia y salud mental. En 2016 y en 2017 vieron que noticias que venían de medios internacionales eran más estigmatizantes que algunas locales. Fue en 2017 cuando se dieron cuenta que las noticias de muerte por suicidio habían aumentado. Relacionado con el hecho de que este año se decidió tratar el suicidio como tema principal del Día Mundial de la Salud Mental, el Observatorio decidió que este año el informe de los medios sería un monográfico sobre suicidio.
Molinero defiende que el estigma nos aleja de la posibilidad de hablar libremente, de acercarse a la gente. Saben que existe un reto ante la muerte por suicidio y creen que la lucha contra el estigma puede ayudar a ello. “Es necesario que haya un reconocimiento social que las personas que han intentado suicidarse pueden ser ayudadas y que su recuperación es clave para la prevención. Al igual que el papel de los medios también es clave “, concluye.
Y es que como ha desarrollado Ariadna Rogero, al frente del estudio, todavía hay mucho trabajo por hacer. Por un lado, la mayoría de los artículos analizados ponen el foco en el contenido que va encaminado a buscar el origen del suicidio. El informe concluye que el estigma asociado al suicidio que han encontrado los medios tiene una estrecha vinculación con el estigma en salud mental que detectaron en informes anteriores. Muchos artículos donde se acaba hablando de suicidio, como explica Rogero, tratan principalmente sobre desahucios o bullying. El informe denuncia pues “el hecho de especular con las causas cuando no existe una respuesta clara, la asociación de los problemas de salud mental con violencia o la falta de visibilidad de los testigos en primera persona. Además, en una de cada 4 noticias donde se habla de suicidio aparece en relación con conductas asociadas a la peligrosidad.
Rogero cree pues que es esencial no sólo consultar a expertos y recurrir a la voz de la persona que ha sobrevivido a un intento de suicidio y ha recuperado el sentido de su vida. O lo que sería lo mismo, apostar por periodismo que ponga el foco en el tratamiento y la recuperación. Estos son los que pueden “hacer cambiar la perspectiva”. No obstante, estas historias en primera persona sobre la experiencia del suicidio sólo tienen una presencia del 12%. No tener referentes, no mostrar que hay personas que lo intentan y se recuperan, defiende Rogero, hace que cuando tú has tenido un intento y te encuentras que tienes que rehacer tu vida no tienes referentes que te digan que de ello se puede salir. Te sientes aislado y te piensas que sólo te ha pasado a ti pero las estadísticas, según la OMS, nos dicen que por cada suicidio consumado hay 20 que lo han intentado”.
El Informe, realizado sobre una muestra aleatoria de 200 artículos, también ha constatado que el 44,5% de las piezas analizadas tenían un tono positivo. Esto ha hecho que Obertament haya comparado y afirme que en suicidio, en contra de los temas de salud mental genéricos, se pone más cuidado. “La diferencia es significativa y suponemos que es porque el suicidio tiene un doble estigma porque nos encontramos también con el duelo por la muerte pero quizás también porque ha sido un tabú durante muchos años y finalmente la OMS dijo que se tenía que hablar y los medios han cogido esta responsabilidad”, describe Rogero.
Ahora bien, si el tono positivo es el que más prevalencia tiene, si se suman las otras categorías, siguen ganando. El tono mixto es aquel en el que en un mismo artículo hay mensajes positivos y mensajes negativos y esto, para Obertament, significa que no hay directrices claras. El tono neutro por su parte de por sí no es peligroso porque normalmente son los artículos que aportan datos sobre factores o estadísticas o informes de universidades. “No nos están aportando nada a nivel de prevención, para romper el tabú o normalizar”. Aún así, Rogero ve que aquí tenemos la posibilidad de transformar las noticias blancas, que sólo tienen datos, en positivas.
Trabajan todo esto porque, a juicio de Obertament, “los medios son muy conscientes y ponen especial cuidado en la elección de imágenes que utilizan para ilustrar noticias sobre suicidio. Sin embargo, cuando se hace mal tiene un impacto muy negativo”. Esto se traduce en un mal uso de las fotografías o el hecho de que, como reza el informe, “en la sección de cultura abundan las biografías de artistas que, por una parte, se repiten año tras año en fechas señaladas y, por otro, alimentan el mito del genio loco y atormentado que posee un talento maldito y que acaba con su propia vida”. También denuncian que “el perfil de persona con trastorno mental, comportamiento violento y conducta suicida aparece con bastante frecuencia en la sección de sucesos”. Esto hace que se fomente una relación “errónea entre salud mental y violencia por lo que propaga un retrato estereotipado de las personas que pasan por esta problemática”.


