En Catalunya hasta el tercer trimestre de 2019 ha habido 10 feminicidios, 10 mujeres asesinadas por violencia machista. A nivel de todo el estado español, el número de víctimas mortales llega a las 49 mujeres. La cifra de mujeres que ha sufrido violencia machista muy grave durante este periodo asciende a 75.000 mujeres y las que han sufrido violencia grave a 200.000.
Muchos de estos casos acaban en urgencias hospitalarias pero muchos otros se esconden. Es tarea de la Atención Primaria ayudar a detectarlo. Y esta detección se puede hacer por diferentes vías pero también a partir de diferentes perfiles. Por un lado a partir de la mujer que la sufre pero por otra mediante la detección de violencia machista en hombres.
Una de cada 5 mujeres atendidas por violencia de género en un centro de urgencias de atención primaria, ya había sido agredida previamente
Un estudio presentado en el marco del 27º Congreso de la Societat Catalana de Medicina Familiar i Comunitària (CAMFiC) ha analizado las características de las mujeres atendidas por violencia de género en el centro de urgencias de atención primaria (CUAP) del CAP Salou (Tarragona) del ICS durante el año 2018.
Cuando las médicas y médicos de familia detectan un posible caso de violencia de género o de agresión de cualquier tipo, lo recogen en un comunicado judicial (que se envía electrónicamente al juzgado). Cuando el comunicado judicial recoge que se detecta una agresión, a un juzgado penal (mucho más lento en la resolución de los casos), mientras que si se especifica que se detecta una agresión por violencia de género, el comunicado judicial va directamente al juzgados específicos para violencia de género, que resuelven más rápidamente.
En este contexto, el estudio ha pretendido observar si se recogen adecuadamente los tipos de agresión por parte de los profesionales sanitarios. No se trata tanto de hacer una valoración cuantitativa, sino cualitativa sobre cómo se recogen las agresiones en los comunicados judiciales.
El estudio analizó los 200 comunicados judiciales llenados por los profesionales del CUAP del CAP Salou donde se recogía que se había detectado algún tipo de agresión. De hecho, de este 200 comunicados judiciales, el 67.5% se codifican como agresión, y sólo un 6.5% como violencia de género. Ahora bien, el estudio ha comprobado que de estos 67.5% codificados como agresión, al menos un 10.4% deberían haber sido diagnosticados como violencia de género y por tanto, no habían sido bien resueltos.
Para la médica Yolanda Ortega, socia de la CAMFiC y autora principal del estudio, “esto nos debe hacer reflexionar. Es necesario que las médicas y médicos de familia tengamos más sensibilidad en el momento de codificar los comunicados judiciales. La violencia de género es una realidad que vemos en nuestro día a día, y nos debemos concienciar del papel clave que tenemos respecto a la detección y denuncia de estos casos. Un diagnóstico correcto como violencia de género permite activar con más eficacia el circuito legal para la protección de la víctima”. Y recuerda, además, que “de hecho, no podemos olvidar que el papel de la primaria es fundamental para detectar estos casos, antes de que se convierta en una agresión grave, dado que las profesionales de la primaria tenemos un gran conocimiento de la paciente, de su familia y de su entorno de una forma continuada en el tiempo.
Por otra parte, en el estudio el perfil de las pacientes atendidas por violencia de género son mujeres de entre 25 y 50 años, de las cuales un 18.5% ya tenía dos o más comunicados judiciales registrados como víctima de violencia, es decir, que ya había sido agredida previamente.
Las agresiones tienen lugar mayoritariamente por la tarde y noche, y se producen sobre todo en el domicilio, en un 44% de los casos, en la vía pública en un 29.5% y en un 4% en el trabajo.
Si extrapolamos los datos de este estudio podemos decir que aproximadamente unas 100 mujeres son atendidas anualmente en un centro de urgencias de atención primaria semi urbano (como puede ser un CUAP que atienda una población aproximada de entre 10.000 y 15.000 habitantes) para violencia de género.
Guía de recomendaciones para la detección de violencia machista en hombres
Esta guía, que presentó el Ajuntament de Barcelona en 2013 pero sigue vigente, fue elaborada por el Circuito Barcelona contra la violencia hacia las mujeres. La guía aspira a ser una ayuda para los y las profesionales de la red pública de Barcelona, a fin de que puedan detectar y abordar mejor las situaciones de violencia machista.
En este contexto, uno de sus apartados aconseja sobre cómo actuar en el ámbito de salud primaria y atención especializada. Desde el Circuito Barcelona contra la violencia hacia las mujeres se reconoce la necesidad de hacer un cambio de mirada en la atención a la violencia machista en los servicios de salud y la necesidad de una mayor sensibilización para detectar e intervenir con la víctima y la necesidad urgente de detectar e intervenir también con los hombres que ejercen la violencia.
En la guía explican que hay que tener en cuenta que en los servicios sanitarios atienden a los hombres de la misma manera que son atendidas
las mujeres y que se puede llevar a cabo un seguimiento más continuado de las personas y con más posibilidades de intervención. De este modo, hay que aprovechar la oportunidad que ofrecen los servicios sanitarios y especializados para la realización de la detección y atención de hombres agresores para seguir avanzando en la lucha contra la violencia machista.
En dibujar las dificultades y obstáculos propios del ámbito, detectan que una de las dificultades es que el hombre hace demandas de salud concretas buscando respuestas concretas y suele aceptar, en menor grado que la mujer, preguntas relacionadas con el ámbito privado de su vida. Sin embargo, en los servicios especializados viven con más normalidad preguntas relacionadas con su conducta, ya que tienden a justificar la respuesta con el objetivo de la demanda. También señalan que una vez detectada la violencia machista a partir de la mujer, “que ésta no trate el tema con su pareja o ex pareja. Normalmente, porque hay mucho miedo a la reacción del hombre”.
Finalmente también destacan encontrarse “con la dificultad propia de la problemática de la violencia machista nos los hombres: a menudo costa que se expresen desde el ámbito más personal, a menudo los hombres no reconocen la violencia, no lo consideran un problema; lo pueden justificar por haber consumido drogas, por estar en paro, por una provocación, etcétera”.
Las oportunidades que apuntan que tiene la Atención Primaria son la existencia de una cierta continuidad e intervenciones un poco más largas sobre todo en los servicios especializados. Aquí, en una buena parte de los servicios de salud, la persona puede estar más dispuesta a recibir preguntas sobre su relación de pareja o sexualidad. “En algunos servicios especializados incluso se pregunta directamente por la relación de pareja o la violencia”. Añaden además que a menudo existe la posibilidad de que, en el mismo servicio, se atienda el hombre, la mujer, hijos para disponer de más información y más contrastada para poder hacer una detección acertada.
La guía también incluye algunos ejemplos que pueden servir a los profesionales del ámbito de la salud como indicadores concretos de alerta para la detección. Por esta, ponen en valor el trabajo en equipo multidisciplinario con personal de enfermería, trabajo social, psicología, medicina, etcétera. Añaden que una buena estrategia es normalizar las preguntas directas sobre la relación de pareja en la exploración de los hombres a la consulta: “del mismo modo que se hacen preguntas sobre el consumo de tóxicos o sobre los hábitos alimenticios, por ejemplo, se puede preguntar como su problemática de salud concreta afecta la relación de pareja y familiar”.
Para abordarlo, la recomendación principal es incorporar un nuevo foco de atención en el abordaje de la violencia machista mediante la integración de los hombres que ejercen violencia en el circuito como usuarios en procesos de violencia machista. “De este modo, es necesario que los profesionales de la salud empiecen (o continúen) indagando en la violencia machista a partir de los hombres. De este modo, no se responsabiliza sólo la mujer del fin de la violencia, sino también la persona que ejerce esta violencia”, explica la guía.


