Eloísa tiene 47 años y estuvo viviendo en la calle durante dos años. Su marido la maltrataba, física y psicológicamente, y llegó un momento que no pudo soportarlo más. Fue entonces cuando decidió irse de casa con sus cuatro hijos, a los que llevó a los servicios sociales. «Mis hijos eran mi máximo apoyo y me quedé sin nada. Intenté suicidarme en dos ocasiones», explica. «Tenía mucho miedo. En la calle estás expuesta a que te hagan cualquier cosa, y más siendo mujer». Como ella, un 69% de las mujeres sin hogar han sufrido violencia machista en alguna etapa de su vida. Así lo indica el estudio “Mujeres sin hogar en la ciudad de Barcelona”, elaborado por un equipo de investigación de la Universidad de Barcelona.

El informe, que se presentó el pasado miércoles 20 de noviembre, ha contado con la participación de 35 mujeres que han estado en situación de sinhogarismo, entre ellas Eloísa. El estudio señala que las mujeres sin hogar están más invisibilizadas que los hombres, porque la gran mayoría se encuentran en una situación de “sinhogarismo encubierto”. Esto se debe a que las mujeres recurren a otras estrategias para protegerse de la calle. Según Virgínia Matulic, una de las autoras del informe, muchas mujeres buscan ayuda en su red familiar o de amistades, lo que hace que sea más difícil de detectar la exclusión. «Las mujeres pueden agotar mucho más su red social que los hombres. Somos más tribu; es más fácil encontrar una amiga que te acoja, pero esto no genera una estabilidad real», puntualiza Lourdes Ginesta, responsable de proyectos de personas en reinserción de Càritas.

Muchas otras mujeres acaban en diversas formas de exclusión residencial, como son las infraviviendas, los albergues temporales o de tránsito o la okupación. Es el caso de Eloísa, que fue saltando de albergue en albergue. Allí, sin embargo, la situación era igual o peor que en la calle, y también era víctima de agresiones e intimidaciones. «Para los hombres éramos objetos, nos ofrecían dinero a cambio de sexo. Incluso, una vez, entró un hombre mientras me duchaba. Dormía con la cama contra la puerta por temor a que pudiera entrar alguien en la habitación», relata. Ahora, Eloísa ha conseguido trabajo en el servicio de limpieza de una escuela y se puede pagar una pequeña habitación. Aunque todavía se encuentra en una situación vital complicada, se muestra más esperanzada.

La importancia del vínculo

Según el estudio de la Universidad de Barcelona, a parte de la violencia que sufren las mujeres a lo largo de su vida, otro de los desencadenantes del sinhogarismo femenino es la pérdida de las redes de apoyo, lo que muchas veces impulsa a las mujeres a terminar viviendo en la calle. Fina Contreras, responsable del programa para personas sin hogar de Càritas, explica que muchas veces las mujeres rompen los vínculos con sus hijos porque sienten una frustración como madres, por el rol que les impone la sociedad. «Hay un sentimiento de culpabilidad y una doble estigmatización: por ser mujer y por encontrarse en una situación de sinhogarismo».

Nadia (nombre ficticio), de 39 años y nacida en Marruecos, ha vivido una situación similar a Eloísa. Llegó a Barcelona hace siete meses huyendo de la violencia de género que sufría por parte de su marido, quien amenazó con matarla. Actualmente, después de una etapa viviendo en la calle, duerme en una habitación de hotel que le ha proporcionado la Cruz Roja, pero se trata de una vivienda temporal. Pronto tendrá que irse de este espacio y buscarse algún otro lugar donde vivir. «Tengo mucho miedo de quedarme en la calle otra vez», confiesa.

«Nosotras tenemos claro que si ella se queda en la calle, acamparemos y dormiremos con ella», dice Eloísa. Con este ‘nosotras’ se refiere a las mujeres vinculadas a “Lola no estás sola”, una asociación que, partiendo de la acción comunitaria, proporciona acompañamiento a las mujeres en situación de sinhogarismo o vulnerabilidad social. El espacio, que funciona desde las nueve de la mañana hasta la una del mediodía, cuenta con duchas, lavadoras y productos de higiene. Pero lo más importante es la red de apoyo que las mujeres han creado entre ellas. «Somos como una familia. Cuando estamos allí se nos olvida todo, nos relajamos, nos escuchamos las unas a las otras y nos sentimos seguras», dice Nadia. «Allí es donde sonreímos y nos sentimos bien», añade Eloísa. Ambas afirman haber recuperado la autoestima que habían perdido raíz de sus experiencias vitales.

Atención diferenciada

Taparse la cara para no ser identificadas, ponerse en lugares menos visibles o tener relaciones con hombres para sentirse más protegidas, muchas veces sufriendo agresiones y abusos. Estas son algunas de las medidas que adoptan las mujeres que viven en la calle, que sólo representan entre un 10 y un 15% del total de personas que duermen al raso. El director de la Fundació Arrels, Ferran Busquets, destaca que «las mujeres que duermen en la calle están en peores condiciones que los hombres y se encuentran en una situación de alta peligrosidad». Por ello una de las iniciativas que se reclama desde las entidades es que se adopten políticas en perspectiva de género. Todas las asociaciones coinciden en que las mujeres deben recibir una atención diferenciada, ya que el trato y la intervención que requieren no es el mismo que en el caso de los hombres.

Los apartamentos exclusivos para mujeres en situación de sinhogarismo pueden ser una iniciativa muy positiva para ellas. «Es muy importante que tengan un lugar estable donde se sientan cuidadas y no juzgadas, para que logren la estabilidad y seguridad necesarias para reconstruir sus vidas», afirma Ginesta. «Recuperarse de las violencias que han sufrido requiere la intimidad que no han tenido durante mucho tiempo», añade Contreras.

Música y actividades lúdicas para sensibilizar

En el marco de la campaña #ningúdormintalcarrer, la Fundació Arrels ha organizado el próximo sábado 23 de noviembre la ‘Intemperie’, un encuentro para sensibilizar a la ciudadanía sobre la realidad de las personas sin hogar y para recaudar fondos. La jornada, que tendrá lugar en la plaza Margarita Xirgu de Barcelona a partir de las 16h, incluye, entre otras actividades, espectáculos de microteatro, danza y poesía protagonizados por personas que han vivido en la calle y artistas profesionales, un espacio infantil y dos exposiciones. Además, actuarán bandas musicales como Itaca Band, The Penguin y Cesck Freixas. Al terminar el día, las personas que lo deseen tendrán la opción de quedarse a dormir al raso. «El objetivo es que la gente se entere de la enorme dificultad que supone dormir en la calle, aunque no vivirán ni una milésima parte de lo que viven las personas sin hogar», explica Ferran Busquets, director de Arrels.

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