Hace 100 años que la Colegiata de Santa María de Mur en el Pallars Jussà se quedaba sin sus pinturas. Santa Maria de Mur, el conjunto románico de castillo y Colegiata, situado en el Pallars Jussà, es uno de los ejemplos más importante de la pintura románica catalana.

El verano de 1919 el marchante y anticuario norteamericano Ignasi Pollak compra las pinturas murales de Mur al cura de la parroquia. Contrata unos técnicos italianos especialistas en la técnica de la strappo que las arranquen ya través del coleccionista catalán Lluís Plandiura son trasladadas a Nueva York y más tarde vendidas al Museo de Boston.

Cuando todo esto llega a oídos de la Junta de Museos ya es demasiado tarde para evitar que las pinturas de Mur sean vendidas, pero sí que este hecho pone en alerta la Junta de Museos y la Mancomunidad de Catalunya para que reaccionen y se evite así que el resto de pinturas del románico catalán desaparezcan.

A partir de ahí se pone en marcha la campaña de salvamento de las pinturas murales románicas.

Curiosamente la Junta contrata los servicios de los expoliadores, Ignasi Pollak como responsable de las negociaciones con las diferentes iglesias, y los servicios de los técnicos italianos que lleven a cabo el arranque. Al final de la cadena hay Lluís Plandiura que, mientras, se encontraba terminando de negociar la venta de las pinturas de Santa Maria de Mur al Museo de Boston.

El strappo, esta vez, no recibía el mote de expolio. El strappo, arranque, en italiano, consiste en cubrir la pintura mural, el fresco, con una tela que se humedece con cola orgánica- para que altere lo menos posible los colores naturales- que al secarse permite separar la pintura del muro donde se encuentra, como si se tratara de un negativo.


El Castell i, al fons, l’església de Mur

A finales de 1919 se inician los trabajos de arranque de las pinturas románicas de diferentes lugares del Pirineo. Comienza por las pinturas de Sta. María y St. Clemente de Taüll y siguiendo por otras iglesias a lo largo del Pirineo catalán y andorrano. En 1922 estas pinturas, despojadas de sus marcos naturales, pasan a ser propiedad de la Junta de Museos. En 1923 se da por terminado el encargo.

Terminaba así el despojo de las pinturas murales románicas del Pirineo que durante casi 900 años quedó salvaguardadas y preservadas en sus lugares de origen para pasar a ocupar las paredes, primero del Museu de la Ciutadella, y hasta el día de hoy en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, convertido en una de las mejores colecciones del mundo de pintura mural románica.

Durante casi cien años la colegiata de Santa María Mur ha restado desnuda. Con las puertas cerradas. Cien años después del expolio, Mur tiene otras pinturas que la visten, mientras las suyas, las originales, siguen adornando las paredes del Museo de Boston. Se trata de un doble ábside -que simula el ábside original- montado encima de una guía con ruedas para poder desplazarse y mostrar así la huella que dejó el arranque de las pinturas.

* 1919-2019 Mur: cien años del primer arranque de pinturas del románico catalán es una iniciativa conjunta del Ayuntamiento de Castell de Mur, el IDAPA, el Obispado de Urgell, el Consejo Comarcal del Pallars Jussà, el MNAC, l’associació Pirineus. Watt, Peperepep Cultural y Cal Soldat. El programa de actividades terminará en mayo de 2020 coincidiendo con la reunión anual de Mur, con un espectáculo teatral de la mano de Comediants bajo el título Mur, chispa del MNAC.

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