No es extraño que los medios de comunicación se hagan eco de graves errores médicos o de denuncias por supuesta mala praxis en los hospitales. De hecho, el último 2018 hubo un incremento en las denuncias en este sentido en España, llegando al total de 14.335 casos, según los únicos datos disponibles,  facilitados por la Asociación Defensor del Paciente. Esta misma fuente sitúa Catalunya en el tercer lugar en cuanto a denuncias por comunidades autónomas, con un total de 2.135.

En estos casos el enfoque hegemónico es desde el punto de vista de la primera víctima, la que ha sufrido el error médico. Pero cuando esto sucede también existe una segunda víctima -quien ha cometido el error- y una tercera -la institución o centro donde se ha cometido-, como se trató en una de las mesas de debate del 27º Congreso de Atención Primaria de la CAMFIC .

En esta línea apunta el último documento publicado por el Grupo de Trabajo de Ética de la  Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria (CAMFIC). Titulado  ‘Reflexiones sobre errores y eventos adversos: ética del reconocimiento, la reparación y la prevención’ , es una recopilación de recomendaciones y reflexiones dirigidas a los profesionales de la sanidad -especialmente los de la primaria- para poner sobre la mesa una nueva forma de digerir y actuar ante los errores médicos.

En el texto se recuerda que, en el marco de la sanidad primaria, los errores y eventos adversos rara vez son de carácter grave: sólo un 7’3% de los casos, frente un 38% de moderados y un 54’7% de leves, según los datos de  estudio APEAS del Ministerio de Sanidad. No obstante, y según el mismo artículo, de estos eventos hasta un 70’2% eran claramente evitables. Por eso el grupo redactor busca “promover la aceptación de que los acontecimientos adversos se dan e impulsar una reflexión sobre la necesidad de asumir la responsabilidad”.

Para hablar de ética, errores médicos y del último trabajo del Grupo de Ética, entrevistamos una de las redactoras del documento y miembro del grupo, Carmen Batalla Martínez. La doctora, que también forma parte del Comité de Ética Asistencial de Atención Primaria del ICS, es especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y trabaja en el CAP de Sant Quirze del Vallès.

¿Cuál es el papel de los grupos de trabajo de la CAMFIC?
Tienen un papel fundamental. La CAMFIC tiene una vertiente que vela por las condiciones de trabajo de los médicos de familia, pero es una sociedad científica y el objetivo fundamental es la formación y el trabajo para estar al día. Los grupos de trabajo son uno de los principales activos de la CAMFIC, tiene muchos y de muchos temas.

¿Cómo funciona el Grupo de Ética? ¿Cuáles son las rutinas?

Trabajamos tan presencialmente como por vía online. Pero la ética pide reflexión, y por ello mantenemos una reunión presencial mensual. Allí decidimos qué documento trabajaremos, quien los hará… Después de hacer un trabajo el grupo lo discute y en reflexionamos.

El grupo de ética está formado por una docena de personas. ¿Surgen conflictos dentro de este? ¿Fue fácil la redacción del documento?

Conflictos no surgen. Maneras diferentes de ver las cosas, claro. Pero tras debatir generalmente siempre llegamos a acuerdos. El tema del último documento no es complejo y no hubo problemas. Temas que tienen que ver con convicciones o creencias… sí generan más desacuerdos. Cuando ha pasado, lo hacemos constar en el documento.

¿Qué es la ética aplicada a la medicina? ¿Cómo la definiría?

La ética no debería ser específica de nada, sino que es una manera de enfocar y ver las cosas y reflexionar foto. Se debería aplicar a todas las vertientes y profesiones. En medicina obviamente también, porque trabajamos con personas y por lo tanto tenemos informaciones y un trato muy íntimo.

Aplicada a la medicina debemos tenerla presente en todo lo que hacemos durante el día a día. No creo que tenga que decir “Ay, voy a hacer esto de manera ética”, sino que es impregnarse de una manera de hacer con mucho respeto hacia las otras personas.

¿Qué diferencia hay con el código deontológico?

La diferencia es que la ética no se basa en hacer normas, sino en reflexiones y recomendaciones para mejorar la forma de hacer las cosas. En cambio, el código deontológico es un código normativo de obligado cumplimiento. En cambio, la ética no es normativa.

¿Cree que es suficiente o correcta la formación que recibe el alumnado de Medicina al grado, respecto a la ética médica? ¿Y sobre los errores médicos? ¿Usted recibió?

No, yo no recibí ninguna formación durante la carrera ni de ética, ni de seguridad, ni de errores… Estos proyectos han venido más tarde.

Sobre lo que reciben ahora, creo que todavía falta mucho. Empieza a extenderse la cultura, pero aún queda. Tenemos mucha tendencia a pensar que todo lo hacemos bien, y cuando nos equivocamos la tendencia es a esconder porque se pueden recibir sanciones. A esto hay que darle la vuelta.

En el texto se habla de asunción de culpa como un proceso que tiene que hacer el profesional cuando se equivoca para pedir perdón ya la vez aprender para el futuro. ¿Esta formación existe?

Prácticamente no. No quiere decir que no haya actividades o cursos, por ejemplo sobre seguridad con fármacos sí se hacen muchos. En nuestro programa informático de historia clínica tenemos un módulo de seguridad que nos ayuda en el día a día.

Los residentes de medicina de familia sí tienen una formación reglada en seguridad y también en ética. Pero se ha ido introduciendo últimamente y muy lentamente.

También se dice que “es importante que todo el personal esté formado en la comunicación de eventos adversos o que haya un equipo de apoyo en comunicación”. ¿Es así?

No, todavía no. Algunos centros empiezan a trabajar, pero todavía no hay un sistema marcado, como podría ser una sesión mensual en la que todo el mundo exponga donde se ha equivocado para aprender e intentar que no vuelva a pasar. Lo tendríamos que hacer, porque es inevitable que haya errores, somos personas. Pero si lo trabajamos y nos fijamos, seguramente pasará menos.

Si no se hacen estas sesiones es porque existe la tendencia a culpabilizar o sancionar a la persona que se ha equivocado. Esto no quiere decir que tengamos carta blanca: si alguien comete una negligencia, o sea que hay un componente de querer hacerlo mal o dejadez, debe tener implicaciones.

Pero los errores que, hablando y compartiéndolas, las mejoraríamos, nos iría bien de hacerlo. Hay establecido un sistema de comunicación de eventos adversos y errores a través de la intranet, pero es enrevesado y la verdad… no se utiliza todo lo que se debería utilizar.

En el documento separan las conductas negligentes de aquellas donde hay “falibilidad humana y los aspectos estructurales del sistema en el que trabajamos”. ¿Cuál es la diferencia? ¿Dónde está la frontera entre mala praxis y los acontecimientos adversos/errores?

La negligencia significa que el profesional no ha hecho su trabajo como lo tenía que hacer porque no ha sido atento, no se ha fijado bastante… y por lo tanto hay una parte de intencionalidad o dejadez. En cambio, los errores o eventos adversos no tienen intencionalidad y hay muchos factores que pueden influir.

Un error casi siempre se produce por una acumulación de circunstancias. Para que se dé un error, es necesario haber pasado por una serie de circunstancias.

Model de Reason o del formatge suís, segons el qual perquè hi hagi un error s’han de donar un seguit de circumstàncies / Document CAMFIC

Incluso, un acontecimiento adverso puede venir con una perfecta actuación del profesional. Sería el caso de indicar un medicamento correcto para una afectación pero que después hace un efecto adverso grave como una reacción alérgica desconocida hasta el momento. No es un error, pero igualmente hemos hecho daño y tenemos que pedir disculpas a la persona y explicarle lo sucedido.

A su trabajo se habla de una doctora que receta unos antiinflamatorios a quien no debería tomar por otras patologías. Esto, si no lo ha consultado, sería negligencia?

Lo sería si sabes que ese medicamento va mal y se lo das. En el caso del texto, cuando hay contraindicación, podría ser que el profesional no se fijara. Puede ser grave, pero no deja de ser una equivocación. La negligencia requiere intencionalidad y no fijarse te.

Probablemente, en el imaginario colectivo, se daría por hecho que es una negligencia.

Tenemos un programa para contraindicaciones, pero a veces hay que no están especificadas. Además están las características de la persona, que es una información que quizás no ha buscado.

Es cierto que siempre hay una línea fina que cuesta distinguir. Y si el paciente entiende que es una negligencia, hará la denuncia y ya se tomará la decisión correspondiente. Nosotros ponemos énfasis en los errores que, a pesar de fijarte, suceden.

¿Cuando hablan de que muchos errores y eventos adversos son debidos a un entorno impuesto, a que se refieren?

Nuestra empresa nos impone unas guías de prácticas clínicas, unos protocolos fijados… esto nos impone un horario, una agenda que quizás es de 40 visitas diarias en lugar de 20. Cuando un profesional lleva tantas visitas encima está más cansado y no tiene la misma capacidad de reacción.

Si la empresa te impone hacer dos turnos, aumenta el riesgo de que te equivoques. Son condicionantes que no dependen de nosotros y nos pueden afectar. Lo mismo ocurre cuando te llaman cada cinco minutos, cuando hay ruido… son circunstancias ajenas que nos influyen.

¿La falta de recursos económicos puede dar pie a errores?

No tener aparatos en condiciones en la consulta nos puede condicionar mucho. Si hay falta de profesionales y en lugar de hacer 30 visitas debemos hacer 45 al día, sí. En global, sí, la falta de recursos puede disminuir la calidad, pero ya hemos tenido y los profesionales hemos puesto de parte nuestra parte para paliarlo. Ahora bien, en un entorno en el que los recursos fueran ideales, si no hacemos nada más, no mejoraremos. No es sólo una cuestión de recursos.

¿Podría explicar los tres niveles de víctimas?

La primera es la persona afectada a la que le ha pasado el error, la segunda es el profesional implicado en el evento, y la tercera es la institución, que de alguna manera se ve afectada.

¿Es un concepto bastante desconocido, ¿verdad?

Sí, porque son los pacientes los que hacen las quejas, sea por vía administrativa o judicial y se habla mucho más. Las otras dos están muy olvidadas. La del profesional porque hay una tendencia a esconder porque hay acostumbra a culpabilizar. Si esto se le diera la vuelta habría menos errores y los profesionales estarían mejor.

Un profesional que ha hecho un error con consecuencias graves puede llegar a enfermar por el sentimiento de culpabilidad y de malestar. Incluso ha habido casos de personas que han dejado la profesión pensando que no eran válidas. En parte, es porque no han recibido apoyo, ni de compañeros ni de la empresa. Es un tema que carece de poner formación y dedicarle tiempo.

¿Cómo resumiría la forma en que debe actuar un profesional ante un caso adverso?

El principal es darse cuenta de que ha hecho el error y, cuando lo sepa, reconocerla y comunicarla al paciente y decirle: “Ha pasado esto, pido disculpas”. Otra vía sería comunicarlo a los compañeros para trabajar ese error e intentar que no vuelva a pasar.

Reconocer el error médico, comunicarlo y pedir disculpas es muy importante. La mayoría de pacientes, cuando pedimos perdón, tienden a la empatía con el profesional.

¿Hoy día existe esta cultura? ¿Se dan estos procesos de asunción del error y de reparación con el paciente tal como se detalla en el documento?

Se hace poco. En general, cuando una persona está descontenta o cree que le han hecho un error (porque la interpretación del paciente puede ser una y lo que haya pasado otra cosa), en general lo que hace es denunciar.

Si nosotros echáramos por esta vertiente, muchas denuncias no se harían. Y si se hicieran, se llevarían de otra manera. Con esto no quiero coger un carácter corporativista, si algo es denunciable se debe denunciar, pero si esta cultura ganara terreno entre los profesionales y los pacientes, nos sentiríamos mejor.

¿Cree que sería necesario implantar un protocolo común a todos los centros para fomentar este proceso?

No sé si un protocolo concreto se podría aplicar a toda Catalunya, porque cada centro tiene sus particularidades. Sí que sería importante que en todos los centros entrara esta cultura y se estableciera. Hace falta que el tema entre dentro de los centros e instituciones.

¿La administración pública hace bastante en este sentido? ¿Los fines médicos y políticos son conscientes de la importancia de aplicar esta nueva cultura?

Todavía nos falta mucho. No veo que haya esta conciencia. Sobre la seguridad sí porque se han invertido muchos recursos en el programa de seguridad de los fármacos, pero esto no es suficiente porque hay errores que no son estrictamente de prescripción.

Los profesionales, ahora mismo, no tienen a quien irle a explicar. Le puedes explicar a tu jefe, pero no existe una estructura preparada. Faltan servicios, consultas, apoyo psicológico… eso no lo tenemos y hace falta.

En el texto hablan de “un ambiente de transparencia y sin miedo a las consecuencias legales”. ¿Sugieren una menor judicialización de los casos de errores? ¿Qué es la ‘cultura de la seguridad’ que mencionan?

Quiere decir que en la parte judicial sólo vaya lo que realmente hay que ir. Si tuviéramos espacios de discusión, de trabajo, la formación … seguramente muchas cosas no irían a juicio.

Este año en nuestro ámbito se ha hecho un curso de información en segundas víctimas en línea. Es la primera vez que se hace, y detrás no hay una estructura organizada de servicios que atienda profesionales que se sienten mal porque han cometido errores y son segundas víctimas. Hemos impregnar esta cultura, aunque estamos al principio.

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