La proximidad de las fiestas de Navidad y las negociaciones entre el PSOE y ERC parecen haber abierto una tregua en las movilizaciones independentistas. Pero sólo en la calle. Porque en las redes sociales y los medios de comunicación, las hostilidades, afortunadamente sólo verbales de momento, continúan con la misma virulencia de los últimos meses, por no decir que más.

Hace unos diez años nos parecería inconcebible leer o escuchar los disparates que se vierten en las tertulias televisivas, en Twitter y en Facebook, tanto por parte de cobardes que se esconden bajo el anonimato para verter todo el odio acumulado por sus frustraciones, como individuos más o menos conocidos por las más diversas razones que llenan horas y horas de debates reiterativos.

Por salud mental quizás no conviene que hagamos mucho caso de las sandeces que se vomitan por las redes sonados de un signo u otro; la estupidez humana no distingue fronteras, banderas ni géneros. Como tampoco es socialmente saludable que los medios de comunicación y, aún menos los de titularidad pública, sirvan de altavoces a personas sin ninguna representatividad que propugnan tesis tóxicas para la convivencia y que ningún grupo parlamentario defiende oficialmente.

Hace unos días, el escritor Jordi Cabré, actuando como tertuliano del programa ‘Més 3/24’, declaró que los castellanos y los catalanes “venimos de verdaderas culturas diferentes”, porque “no es lo mismo decir ‘democracia’ en catalán que decir ‘democracia’ en castellano”. Cabré opinó que “el conflicto es cultural” y que “no es que estemos hablando sólo de lenguas diferentes sino además de lenguajes diferentes”. Y concluyó: “Se entiende de forma diferente el concepto de nación, el concepto de identidad cultural en una lengua que en otra, lo que quiere decir que venimos de verdaderas culturas diferentes y, yo pienso y, hago mi spoiler, condenadas a divorciarse”.

Jordi Cabré es conocido en los medios sobre todo por haber ganado el prestigioso Premio Sant Jordi en 2018 con su novela Digues un desig y por ser sobrino de Xavier Trias Vidal de Llobatera, ex alcalde de Barcelona. Un dato que me hace recordar que nepotismo proviene de la palabra sobrino, ‘nepos’ en latín. Aunque seguramente esto no tenga nada que ver con sus frecuentes apariciones en los medios de comunicación públicos barceloneses cuando su tío atravesaba su época dorada.

Tampoco sé seguro si Cabré está vinculado a la llamada derecha alternativa independentista, un calco del “alt-right ‘que en EEUU fue decisivo en el ascenso de Donald Trump.
El periodista Roger Palà la retrató de forma impecable e implacable en un artículo en ‘Crític’. “La nueva derecha ‘indepe’ es, ante todo, nacionalista”, escribió Palà. “No está nada interesada en abonar el discurso independentista que, desde el PSAN o Nacionalistes d’Esquerra hasta el esfuerzo de los últimos años de ERC, de la CUP o de entidades como Òmnium, ha maldad para compartir un proyecto con un acento especial para la sensibilidad social, la pluralidad cultural e, incluso, el reconocimiento del castellano”.
La tesis expuesta por Cabré en TV-3 se complementa perfectamente con las opiniones de las cabezas visibles de la derecha alternativa catalana: Jordi Graupera, Enrique Vila y Bernat Dedeu, tertulianos habituales de diferentes programas de opinión de los medios audiovisuales de la Generalitat y que Palà identifica por sus comentarios “racistas, machistas y clasistas”. Tres características que hace años compartían con otro ex convergente de su generación, Salvador Sostres, que ahora vende su “racismo, machismo y clasismo” a la derecha mediática españolista.

Ignoro si Jordi Cabré se encontrará estos entrañables días en alguna cena familiar navideña con su tío Xavier. Y tampoco sé si aprovecharán para hablar de sus opiniones sobre los “lenguajes” catalán y castellano, que están destinados al “divorcio”. Pero Cabré sabe y yo también, porque lo han declarado públicamente, que el ex alcalde Trias y su mujer, Puri Arraut, hablan en catalán y en castellano en su casa. “Nos conocimos hablando en castellano. Con los hijos hablamos en catalán. Y ahora nosotros hacemos una mezcla”, explicó a la periodista Joana Bonet. Y Puri Arraut remachó: “Mitad y mitad, lo típico. Es lo típico aquí. Lo típico en Barcelona”.

La “típica mezcla” tan cantada y alabada en Barcelona y Catalunya, que, como dijo el hispanista francés Pierre Vilar, “ha sido y es un país variado, pasillo y cruce de mestizajes”. La humanidad ha progresado gracias a los mestizajes y retrocedió cuando ha preferido los “divorcios” que promueve Cabré. El identitarismo es empobrecedor, aunque sea defensivo y no expansivo, aunque sea serbio, turco o bosnio. Se equivocan y llevan a la ruina de sus comunidades aquellos que fundamentan sus acciones en la vieja teoría conservadora del choque de culturas. Una falsedad. Lo único que hay son choques de incultura, sean estas de fascistas españoles, talibanes afganos o supremacistas catalanes.

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