El 14 de diciembre de 1988 se produjo en Catalunya y el conjunto del Estado español la huelga general más masiva desde la recuperación de la democracia tras el franquismo. Sólo los que conocieron aquella confrontación pueden hablar de haber visto y participado, si es necesario, en una huelga realmente general.

El paro que se produjo hace 31 años cambió percepciones sobre la relación que debían tener los sindicatos con los partidos de izquierdas y abrió paso a lo que ahora se conoce como unidad de acción entre CCOO y UGT, dos organizaciones que hasta entonces habían estadoenfrentadas especialmente debido a sus referentes ideológicos: el comunismo la primera y la socialdemocracia, la segunda.

La huelga general del 14D detuvo España y Catalunya. Millones de trabajadores y ciudadanos hicieron huelga para mostrar su oposición a la marcha de la política económica del PSOE. El pistoletazo de salida fue el cierre ‘a negro’ de los dos canales de TVE, entonces la única televisión existente. Las empresas y la vida ciudadana se pararon en una respuesta que engancha a pie cambiado al gobierno central. Grandes corporaciones, administración, escuelas e incluso los bares cerraron, siguiendo la llamada y ante la presencia masiva de piquetes.

El Gobierno de Felipe González tuvo que retirar el plan de empleo juvenil y se abrieron conversaciones que dieron pie a que el movimiento sindical lograra prácticamente un año después una serie de reivindicaciones como las pensiones no contributivas.

Precarización en pleno crecimiento

Contra lo que se podría pensar, en 1988 España vivía un tiempo de un cierto crecimiento económico propiciado por la paz social y por la entrada de España en la Unión Europea, que se hace efectiva el 1 de enero de 1986. Ese hecho propició una importante entrada de fondos europeos que dinamizaron fuertemente la economía española.

En medio de aquella situación, el gobierno comandado por Felipe González, entonces líder indiscutido del PSOE, anunció la puesta en marcha de lo que denominó Plan de Empleo Juvenil (PEJ). El máximo defensor de aquella medida fue José Luis Corcuera, un electricista, miembro de la UGT, que dejó su trabajo en el sindicato para hacer carrera política en el PSOE, por lo que unos meses antes de la huelga general sustituyó a José Barrionuevo como ministro del interior.
El PEJ fue leído por los sindicatos de clase como una declaración de guerra. Las organizaciones sindicales observaban cómo se producía un crecimiento económico en España y, paralelamente, bajo un lenguaje lleno de eufemismos como modernización, se aplicaban políticas neoliberales. Después de años de apretarse el cinturón, los sindicatos observaban cómo volvía el crecimiento, del 5%, en 1988. En aquella situación la propuesta del Plan de Empleo Juvenil recibió, por primera vez, la definición de propiciar los contratos basura para los más jóvenes.
En aquella situación, los sindicatos mayoritarios exigieron un giro social al Gobierno para compensar la deuda por estas políticas de los años pasados, pero el ejecutivo no reaccionó favorablemente. Esto hizo que UGT se uniera a Comisiones Obreras en la convocatoria de una huelga que hiciera frente al Ejecutivo del PSOE.
Cartel en la puerta de la sucursal de Citybank el Paseo de Gracia foto: Archivo histórico de CCOO de Cataluña
Cartel en la puerta de la sucursal de Citibank en el Paseo de Gracia foto: Archivo histórico de CCOO de Cataluña

Hasta ese momento en las izquierdas herederas de la lucha antifranquista, sindicatos y partidos políticos formaban binomios inseparables. Basta recordar que en sus estatutos el PSOE reservaba puestos en las listas de diputados en el Congreso para los líderes de UGT. También el PCE y más tarde Izquierda Unida intentaban incluir líderes de CCOO en puestos de salida asegurada. Nicolás Redondo, líder de UGT fue diputado del PSOE y también Marcelino Camacho, fundador y alma de CCOO fue diputado por el PCE.

Sensibilidad social de una almeja

Nicolás Redondo, renunció en 1986 a su escaño para mostrar su desacuerdo con la política laboral y social del gobierno de Felipe González, después de votar en contra de los Presupuestos Generales del Estado de 1988. Redondo afirmó de Felipe González que “tiene menos sensibilidad social que una almeja”.

Marcelino Camacho también había sido diputado en las legislaturas de 1977 y 1979 y ya en 1985 al frente de CCOO convocó en solitario una huelga general contra la política de Felipe González, dejó de dirigir oficialmente CCOO en 1987, pero su posición fue clave en la huelga del 14D.

Los PEJ fueron la gota que colmó el vaso de las políticas de precarización del empleo. En 1984 ya se reformó el Estatuto de los Trabajadores abriendo paso a la contratación temporal, un fenómeno que no ha hecho más que crecer hasta nuestros días.

A partir de huelga del 14D los sindicatos mayoritarios aprobaron y practicaron con oscilaciones la unidad de acción, basada en considerar que la fuerza de los trabajadores debe estar por encima de diferencias ideológicas y al servicio de conseguir mejoras para los más débiles.

Los sindicatos también acentuaron su independencia de los partidos políticos y su pluralidad. Se descartó la idea del sindicato como correa de transmisión de las organizaciones políticas, lo que ha hecho que en muchas ocasiones líderes sindicales con carnet del partido de gobierno se hayan enfrentado con los dirigentes políticos para defender a los trabajadores.

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