Hace unas semanas, el Departament de Salut anunciaba la movilización de médicos y enfermeras, jubilados, recién licenciados y de últimos cursos, para hacer frente a la pandemia del coronavirus. Ante la falta de personal sanitario, el riesgo de colapso del sistema de salud pública y las numerosas bajas de profesionales sanitarios por infección del virus, los estudiantes de último curso de Medicina y Enfermería desarrollan una labor de apoyo muy útil. Y al tener la oportunidad de ayudar en una situación así, los estudiantes no dudaron en aceptar.
“Yo he estudiado para esto y no veía ninguna razón para no venir a ayudar, en un momento en el que es tan necesario. Me salió de dentro, porque es mi vocación”, dice Margot Pelfort, una estudiante menorquina de último curso de Enfermería en la Universidad de Barcelona. Había ido a Menorca a pasar el confinamiento con su familia, cuando la llamaron para ir a trabajar por las noches en el Hospital Clínico. No dudó ni un segundo y rápidamente cogió un vuelo. A pesar de que desde el inicio la avisaron que no estaba obligada a entrar en las habitaciones de pacientes de Covid-19 si no se veía preparada, ella ha querido hacerlo, porque si no, dice, no se sentía útil. “No hago nada para lo que no me sienta preparada. Realizo tareas como tomar las constantes de los pacientes y preparar las medicaciones, y el equipo que me ha tocado me tiene muy en cuenta y me ayuda en todo lo que necesito”, dice.
En la misma línea se expresa Sara Violat, compañera de clase de Margot. Ella ha comenzado a trabajar en el Hospital de Viladecans, porque, dice, veía las noticias y “sentía que tenía que ayudar todo lo que pudiera”. Al inicio, se pensaba que no tendría contacto con pacientes con Covid-19, y se sorprendió al encontrarse con un panorama diferente del que había imaginado. “Entro en las habitaciones, miro las constantes de los pacientes y doy la medicación, eso sí, siempre con la supervisión de una enfermería de la planta”, explica.

Otros estudiantes tienen aún más autonomía. Mar Amat, estudiante de cuarto curso de Enfermería, trabaja en un hotel sanitario de Barcelona y forma equipo con una estudiante de tercero de Enfermería y uno quinto de Medicina. Los tres hacen tareas asistenciales a pacientes con coronavirus. “Somos bastante autónomos. La parte de tareas es sencilla, tomamos constantes y valoramos un poco cómo se encuentra el paciente, pero siento mucha responsabilidad, y eso me gusta”, afirma. “Yo me siento como una enfermería más y estoy muy contenta de poder ayudar”, dice.
Los estudiantes de último curso de Medicina también están en al pie del cañón. Es el caso de Marc Gassier, estudiante de último curso de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona, quien ha comenzado a trabajar en el Hospital de Berga. “Aquí vivimos una situación muy complicada, la población está muy envejecida y, por tanto, tenemos casos muy graves”. Él hace tareas asistenciales al servicio de anestesia, donde se sitúan los pacientes que no han sido aceptados en las UCIs o que están pendientes de ingreso. “Tengo contacto directo con pacientes de Covid-19, aunque la toma de decisiones no depende de mí, ya que todo lo que hago lo supervisa mi adjunto”, dice. Según explica Marc, en el Hospital de Berga ha habido muchas bajas de profesionales por contagio de coronavirus y, además, no es un lugar accesible para que vengan refuerzos. “No todo se concentra en Barcelona y alrededores, un hospital comarcal también tiene sus necesidades y aquí tenemos menos recursos”, reivindica. Con la alarma que hay por la falta de personal, cree que el recurso de contratar estudiantes se debería utilizar mucho más.
Mireia Vendrell, otra estudiante de sexto curso de Medicina, trabaja en el Hospital de Granollers, donde atiende a pacientes de coronavirus más leves. Califica la experiencia como “muy enriquecedora” y la ve como una oportunidad de formación muy útil. “Yo me lo tomo como unas prácticas, porque, al final, todavía no he acabado la carrera”, explica. Por eso, dice, está muy agradecida de que se haya dado esta oportunidad a los estudiantes de contribuir a la lucha contra el coronavirus.
El impacto emocional y el miedo al contagio
Estar en la primera línea en esta crisis sanitaria, según explican los estudiantes, es muy duro emocionalmente. “Los primeros días me sentí un poco abrumada con la situación, es un gran impacto ver la realidad en el hospital, no es como verlo en las noticias”, señala Sara. “Mis compañeros están muy pendientes de mí, de si estoy bien, si estoy angustiada… eso me reconforta mucho”, explica.
Una de las mayores preocupaciones que tienen los estudiantes entrevistados es contraer el virus y contagiar a la familia. “En casa no hay nadie con factores de riesgo, si hubiera sido el caso tal vez no habría aceptado el trabajo. Aunque vamos protegidos con los equipos de protección individual hay un alto riesgo de contagio”, explica Marc. Él tiene contacto con pacientes muy graves. “Es muy duro, por eso mis superiores me han preguntado si me quiero reubicar en otra planta”, añade.
En la misma línea, Sara destaca que el personal sanitario está con los pacientes todo el día y que se siente muy expuesta al contagio. “Esto genera inseguridad, porque no sabes si te contagiarás. Además, yendo a trabajar pongo en riesgo a mi familia”, señala. Por ello, todos los estudiantes siguen un ritual al llegar a casa para minimizar los riesgos: van directos a la ducha, ponen toda la ropa que llevaban a lavar y mantienen las distancias con su familia.
La falta de material de protección para el personal sanitario que se ha denunciado en numerosas ocasiones es también otra preocupación que tienen los estudiantes, ya que los expone más al contagio. “La mascarilla me la tengo que guardar hasta que se me rompa, las gafas y la bata también las tengo que reutilizar, lo único que me cambio al entrar en cada habitación son los guantes”, explica Mar. Por su parte, Margot dice que batas impermeables no quedan, por lo que llevan pijamas blancos, que son, según dice, “más pesados, calurosos y menos higiénicos”. Al entrar en las habitaciones, sin embargo, todos los estudiantes señalan que cuentan con los equipos de protección individual adecuados.
Los estudiantes también se muestran preocupados por el personal sanitario que hace semanas que está en esta situación. “Se les ve muy agotados y se nota que están afectados emocionalmente. Sin embargo, lo siguen dando todo”, explica Margot. Señala que, según le han dicho sus compañeros, la ayuda de los estudiantes es muy útil, pero les habría ido mejor que se hubieran incorporado antes.
Esta situación excepcional demuestra la vocación de muchos de estos jóvenes estudiantes de Enfermería y Medicina. “Hubiera preferido que mi primera experiencia laboral fuera en otras circunstancias -admite Sara- pero el aprendizaje que estoy teniendo es enorme”.


