En una edición virtual de los 32 Rencontres de Toulouse Cinélatino, la visión en pantalla pequeña (a través de un streaming siempre caprichoso) da una imagen deslumbrante y oscura a la vez de la cinematografía latinoamericana. Tanto en contenidos artísticos como por la forma cómo hemos tenido acceso a la selección de los doce largometrajes de la competición oficial.
Algunas de estas composiciones ofrecían cuadros sublimes sobre los pueblos indígenas de México o Bolivia, o estrechas callejuelas en secuencias nocturnas de barrios olvidados de Argentina o Brasil. También recreaciones históricas del exterminio de poblaciones autóctonas en la Tierra del Fuego chilena, en Blanco en blanco de Théo Court, que se llevó el primer premio de un jurado que deliberó por pantalla interpuesta.
Como nos decía el realizador argentino Mariano Llinás desde Toulouse en la edición del año pasado, no es lo mismo ver estas imágenes en una sala en pantalla grande que en dispositivos cada vez más pequeños. No se trata de la misma experiencia cinematográfica, aunque el momento de confinamiento sea el apogeo de las series televisivas. Algunas de estas luces y sombras habrá que volver a verlas en cine algún día.


