“Lo han hecho al revés, deberíamos haber comenzado por primaria y si acaso dejar infantil para septiembre, porque para los niños de 3, 4 y 5 años es muy difícil entender que deben mantener las distancias”. Pau Canut, director de la Escuela Miquel Utrillo de Sitges, es uno de los firmantes de un comunicado conjunto de las direcciones de las escuelas públicas del Garraf en el que se expresan muchas dudas sobre la reapertura de los centros, una de las muchas expresiones de desazón que han ido apareciendo por toda Catalunya a medida que se acercaba el Día D. Explica, sin embargo, que él cree que volver a la escuela antes de cerrar el curso era muy necesario, sobre todo para evitar que los alumnos empalmen seis meses sin verse las caras ni pisar el centro.
El lunes por la mañana abrieron alrededor de un millar de centros -de todas las etapas, públicos, concertados y privados- de todos los territorios que se encuentran en fase 2, según los datos hechos públicos por el Departament d’Educació. El martes, todavía han abierto algunos más, hasta llegar al 40% de los centros públicos y 25% de los concertados, según las estimaciones del Departament. El lunes 8 se podrían incorporar los de Barcelona y su área metropolitana, y los de Lleida, si previsiblemente todas estas regiones sanitarias llegan a la fase 2 de desescalada.
Algunos sindicatos habían hecho llamadas a la insubordinación, o a ser muy exigente con las medidas de seguridad e higiene y no abrir si no se cumplían todos los requisitos del plan de riesgos laborales, pero finalmente todos los centros han abierto, según el Departament. ¿Incluso los dos o tres que habían manifestado expresamente que no lo harían? Sobre eso no hay respuesta. Sí que se explica que algunos centros no han abierto, pero porque estaban haciendo obras.

“Nos vemos incapaces de evitar que los pequeños se toquen”
En la Escuela Miquel Utrillo la mañana del lunes esperaban sólo a 5 alumnos de infantil, de los 150 que tienen, y lo tenían todo perfectamente preparado. Cada uno con una mesa, con una serie de utensilios que sólo deben tocar ellos. Antes de entrar, limpieza de manos con gel hidroalcohólico y toma de temperatura, y antes todavía los padres han hecho llegar la declaración responsable conforme sus hijos ni tienen la Covid ni han estado en contacto con nadie que la tenga, y que el carné vacunal está al día. Al final sólo han ido tres: Kiril, Ian y Jairo, todos de P5. Han entrado un poco cabizbajos, pero cuando han estado solos en el aula no han parado de hablar y reír. Harán un poco de aula y un poco de patio, y no parece que les sorprenda ni les moleste que les explican que no se podrán tocar entre ellos.
El martes estaba previsto mucho más movimiento, porque llegarían casi todos los alumnos de 6º. Esperan 42 de los 50 que hay. Y en las tres semanas que quedan antes de cerrar el curso estos alumnos acudirán dos días por semana, según explica Canut. En cuanto a los de 1º a 5º, se han previsto sesiones con cita previa con todos los alumnos que a lo largo de estos meses han quedado más desconectados, mientras que la última semana de curso se prevé que todos puedan participar como mínimo en una jornada grupal (en grupos obviamente de no más de 13 alumnos).
Este es el Plan de apertura de la Escuela Miquel Utrillo, elaborado la semana pasada. Ahora, comentan el director y el jefe de estudios, están preparando el plan personalizado de verano, ya que el Departament d’Educació ha pedido a los centros que cada niño se vaya de vacaciones con una recomendación de tareas a realizar. Y cuando terminen con ello deberán ponerse con el plan de septiembre, que es cuando llegará la hora de la verdad.
En este caso, comenta Canut, piensan hacer cuatro planes, con cuatro supuestos: vuelta normal, regreso con ratios bajas (el escenario más probable), regreso con modelo híbrido o vuelta con reconfinamiento. Afortunadamente, este centro es muy grande y cuenta con muchos espacios. Sus aulas de 5º y 6º tienen capacidad para 50 alumnos, porque ya hace unos años echaron abajo tabiques y optaron por la codocencia en estos niveles. Ahora ya las han preparado para que los de sexto se repartan entre las dos aulas, con sillas individuales y distancia, y esto será un laboratorio de pruebas de cara al próximo año.
“Quizás nos faltará alguna aula, pero tenemos muy cerca un espacio joven, una biblioteca y un polideportivo”, comenta Canut. En este centro disponen de un estudio de radio, desde el que semanalmente los alumnos hacen un programa que se emite por la emisora municipal, y de un estudio de grabación audiovisual, que se utiliza para los diferentes proyectos con los que trabajan los grupos, y ninguno de los dos espacios está en peligro. Para el director, lo más preocupante sigue siendo la etapa infantil: “Nos vemos capaces de crear grupos estancos de 8 o 10, que no se mezclen con otros grupos, a pesar de que no es la filosofía de esta escuela, pero no nos vemos capaces de evitar que los niños se toquen o compartan espacios o materiales”, explica.
El aula de 6º, preparada para acoger alumnos con la distancia de seguridad | Foto: VS
“Que me expliquen cómo lo tenemos que hacer”
En la otra punta de Sitges encontramos una situación muy diferente. Aterrizamos en la Escuela Agnès, una de las escuelas con un historial de barracones más longevo de toda Catalunya. Hace 16 años que vive entre módulos, con una pista de arena inclinada con dos porterías que hace las funciones de campo de fútbol y un rincón pavimentado de dos metros cuadrados y una cesta que hace las veces de campo de baloncesto. “Nos hemos acabado acostumbrando a lo que es inaceptable”, comenta su directora, Vinyet Llamas. Esta situación la abandonarán el próximo año, finalmente, porque el edificio definitivo, situado en una urbanización al otro lado del pueblo, se prevé que esté terminado en enero de 2021.
Hoy a Agnès no ha ido ningún niño y, de hecho, no se espera que ningún alumno de infantil lo haga a lo largo de estas semanas. “A todas las familias se les informó de la posibilidad de venir pero también de las condiciones con las que se encontrarían sus hijos, y ninguno ha querido hacerlo”, dice la directora, también bastante contrariada con las circunstancias que han rodeado la reapertura. “Yo estoy a favor de volver a abrir, pero con unas condiciones pedagógicas mínimas, esto no es volver a la escuela”, sostiene.
Campo de fútbol decantado. Al fondo, la ‘pista’ de baloncesto | Foto: VS
Este viernes se esperan 11 de los 25 alumnos de sexto (son escuela de una línea), a los que deberán dividir en dos aulas, porque las de los módulos son más pequeñas que las convencionales y como máximo pueden entrar 9 o 10 para cumplir el requisito de cuatro metros cuadrados por alumno.
Septiembre preocupa, y mucho, a esta directora. Tiene claro, y lamenta, que durante unos meses no se podrán realizar los grupos interactivos entre alumnos y voluntarios, una de las señas de identidad del centro, pero sobre todo le preocupan los espacios. “Yo espero que me cuenten cómo lo tenemos que hacer, porque si tenemos que doblar espacios aquí no cabemos ni de broma”, añade. Los únicos módulos que no son aulas son el que tiene los despachos de dirección y administración, y la sala de maestros, el del comedor y el de una sala de psicomotricidad. El resto, aulas que en septiembre sólo podrán acoger a la mitad de su aforo. “Espero que los servicios territoriales o el Ayuntamiento me digan de qué otros espacios podremos disponer, porque además en este barrio sólo hay residencias y otros centros educativos, que tendrán el mismo problema”, añade.


