En Catalunya hay 1.160.000 personas migradas. Un 15% de los habitantes de Catalunya encontró un motivo, en algún momento de la vida, para abandonar su casa, sus raíces, y establecerse en una ciudad extraña. Las razones pueden ser muchas: huir de la pobreza, de una guerra o de la persecución política. Estas motivaciones son las que más planas de periódico, conversaciones y minutos de informativo ocupan. Pero hay otras, como la voluntad de cambio o, simplemente, perseguir el amor. Más de un millón de migrantes son más de un millón de historias. Y de estas, el libro Els Invisibles (Edicions62) rescata 31 y las saca a la luz desde la oscuridad del anonimato.
El libro nace precisamente de la “preocupación de ver cómo hablamos de la migración. Siempre tiene que haber algún problema o conflicto”, explica el periodista Andreu Farràs, coordinador del manuscrito, en el que han participado también las periodistas Imma Santos, Gemma Varela, Andrea Vargas y Pau Farràs. “Queríamos abordar el fenómeno de la migración desde la voz de los protagonistas y mostrar las diversas historias, que no siempre son lumpens con problemas”, añade Farràs.
Así, entre las páginas del libro encontramos manteros, menores no acompañados, trabajadoras del hogar, refugiados… “entendemos que son perfiles que pueden representar el momento actual de la migración”, apunta Varela. Y es que, a excepción de algunos personajes pertenecientes a entidades o grupos conocidos, como Lamine Bathily, del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes, la mayoría de voces del libro son de personas anónimas. Amigos o conocidos de los autores o incluso personas que han conocido en viajes de autobús, “porque todos y cada uno, aunque en un principio ni ellos mismos sean conscientes, tienen una buena historia que contar”, opina Vargas.
La diversidad de historias se corresponde, también, con la diversidad de países que salen representados en el libro. “Cuando hablamos de migraciones tendemos a pensar en países del sur global, por eso hemos querido incluir también a personas del continente europeo”, apunta Santos, quien explica que han intentado no repetir nacionalidades, a menos que fuera necesario para hacer un retrato de la situación actual de la migración. Una de estas excepciones es Marruecos, país del que provienen un menor no acompañado; Hassan, que vino bajo un camión; y Farid, vecino de Ripoll en la época de los atentados del 2017.
Historias diferentes, problemas comunes
“Migramos con un punto de inconsciencia importante y la realidad nos golpeó en la cara”, dice la Gladys, que vino de Irlanda. Por su parte, Lagarde explica que “a pesar de cobrar 1.800 euros al mes, tuve que hacerme pasar por francés para poder alquilar un piso”. Viene de Rumania. Estos dos testimonios, de personas diferentes y contextos diferentes, evidencian problemáticas comunes en la migración: el racismo y las trabas burocráticas.
“Las casuísticas son diferentes, pero los problemas burocráticos para conseguir los papeles son comunes. Aunque hay gente que sufre más las consecuencias, acabando deportado, por ejemplo “, explica Varela. La mayoría de personas entrevistadas lo llamaban “murocracia”, explica Santos. “O burrocracia”, añade Andreu Farràs.
“La ley no tiene en cuenta la realidad de las personas”, dice Pau Farràs. Cuenta la historia de Karaman, quien, huyendo de la guerra de Siria, fue herido en un pie en un accidente en un campo de refugiados. Le dieron permiso para ir a España, pero los hospitales españoles no le hubiesen curado como quisiera, así que se marchó fuera a hacer las curas. Poco después se dio cuenta de que, por el simple hecho de haber salido del país, ya no tenía derecho al estatus de refugiado. “Tenemos leyes que van en contra de las personas”, añade.
Xenofobia creciente
Aunque el libro fue escrito antes de la pandemia de coronavirus, sus artífices han mantenido contacto con los protagonistas y aseguran que viven con temor la situación que vendrá. “Sufren por un aumento de la xenofobia y de la tensión social”, apunta Andreu Farràs. “La migración sigue siendo sinónimo de precariedad y las consecuencias de la crisis pueden ser graves”, añade. Y es que ya hay antecedentes recientes: tras la crisis de 2008, muchas personas migradas volvieron a sus países de origen. “Hay gente que tiene la vida montada, gente que no quisiera nunca volver y otros que saben que acabarán haciéndolo y tal vez la crisis es la excusa”, reflexiona Pau Farràs.
Como todo lo que se explica en el libro, “no hay un sentimiento ni un relato común”, dice Santos. Pero lo que sí se repite es la sensación de no sentirse ni de aquí ni de allá. “El primer error que se comete con el inmigrante es pedirle que olvide sus raíces”, apunta el libro Deepti, que viene de la India. Muchas de las personas entrevistadas recalcan que “frente a la voluntad de integrarse, se encontraron con gente que les pedía olvidar su esencia. La identidad es frágil”, opina Vargas.
Así, pensar que los migrantes no se integran o que tienen un nivel sociocultural bajo son algunos de los estereotipos y prejuicios que este libro quiere romper. Hablando de primera mano con los protagonistas del fenómeno migratorio, con 31 voces de 28 países diferentes. Porque migración no hay una, hay tantas como personas migradas hay. Y este libro hace que los que han permanecido despreciados y discriminados, invisibles, tengan voz.


