No es la primera vez que el periodista e historiador Manel Lucas se adentra dentro de Esquerra Republicana de Catalunya. Ya lo hizo en el libro ERC: La larga marcha (1977-2004). Ahora ha vuelto a hacerlo, de la mano de Libros de La Catarata, con Breve historia de ERC. Es un manual político de cerca de 130 páginas donde Lucas nos traslada del partido que nació poco antes de la proclamación de la República española en 1931 al que ahora parece a las puertas de liderar la Catalunya enfrascada en el debate sobre una posible república catalana futura.

ERC no era independentista cuando se creó en 1931. ¿Su opción actual para la independencia es un camino de no retorno? ¿Puede dejar de serlo algún día?

Hacer prospectiva es peligroso y no sé tampoco si es muy útil. Lo cierto es que Esquerra se creó con una mezcla de diferentes corrientes, entre los que había de independentistas, claramente, como Estat Català, el partido de Francesc Macià. En cambio, los intelectuales de L’Opinió no eran necesariamente independentistas ni tampoco los abogados progresistas que representaba Lluís Companys. De hecho, la declaración de ERC como claramente independentista proviene de principios de los años noventa cuando Àngel Colom llega al liderazgo. Desde entonces no ha variado. Lo que ha variado es la estrategia de cómo llegar a la independencia. Hay una corriente muy minoritaria que se llama Federalistes d’Esquerra Republicana, pero ahora me cuesta imaginar que Esquerra cambie su definición.

En la segunda parte del libro, cuenta la historia de ERC. Compara la proclamación de la República de Companys en 1934 y la de la DUI en 2017. ¿Se pueden comparar?

Se puede comparar lo que se quiera. Lo que no se puede hacer es equipararlo simplificadamente. Son dos embates de la Generalitat al Estado, a los que este responde con la utilización de la fuerza y ​​los miembros del govern acaban en prisión. Pero aquí se acaban las similitudes. El 6 de octubre de 1934, Companys proclama un estado dentro de una república federal española, que no existe, y lo que intenta es, con un movimiento que coincide con otros movimientos de las izquierdas españolas, recuperar el espíritu fundacional de la segunda república, aquella república más progresista que ven en peligro con la entrada de la CEDA en el gobierno, y lo comparan con lo ocurrido en Alemania. Es un movimiento catalanista, naturalmente, pero un movimiento sobre todo de las izquierdas españolas y catalanas contra un gobierno de derechas. En octubre de 2017 se intenta romper con la Constitución española y en octubre de 1934 se intenta recuperar el espíritu de la Constitución española de 1931. Aquí hay una diferencia importante.

Mientras que el octubre de 2017 intenta romper con la Constitución española, el octubre de 1934 intenta recuperar el espíritu de la Constitución de 1931. Hay una diferencia importante

Sería como si la sublevación actual se hubiera producido en respuesta a un gobierno de derechas español al que se incorporara Vox

Vendría a ser un poco eso. Recordemos que Lluís Companys, después de proclamar el estado catalán dentro de la república federal española, dice “Invito a los republicanos españoles a venir a Barcelona y crear un gobierno de concentración contra las fuerzas fascistizantes que nos están quitando el poder en Madrid”. Invita a los socialistas, a Azaña, a todos los republicanos, a hacer un gobierno de concentración de la república española. La comparación sería que entrara Vox en el gobierno en Madrid y aquí el gobierno de la Generalitat invitara el PSOE y a Podemos a sublevarse contra este gobierno. Pero la situación de los años treinta y la de ahora no se pueden comparar.

Aquella proclama, aquel movimiento era más de izquierdas

Había un acento más izquierdista. La Lliga, que representa a la derecha regionalista, catalanista de la época, no está en el 6 de octubre de 1934. La izquierda que reivindica Companys es una izquierda que incorpora el federalismo, el respeto a la autonomía territorial, no es una izquierda centralista. Además, la declaración del 6 de octubre también tiene una intra-historia. Companys intenta contentar a diferentes sectores. Como que en Esquerra sí que hay un sector más puramente independentista también intenta contentarlo. Por ello, proclama el estado catalán pero en la república federal. De hecho, se dice que cuando terminó de hacer la proclamación salió del balcón, entró en la Generalitat y dijo: “¡Ahora no diréis que no soy catalanista!”.

En los años treinta hubo siete ministros de ERC. ¿Volveremos a ver alguno?

Hoy por hoy cuesta mucho de imaginar. Si durante los años ochenta y noventa, cuando Convergència daba apoyo permanente a los gobiernos de Madrid, fueran de derechas o de izquierdas, no hubo nunca un ministro de Convergència, cuesta imaginar que ahora Esquerra adopte una actitud diferente. Recordemos que el apoyo de Esquerra a Pedro Sánchez ha sido básicamente todo vía abstención. Antes de entrar en un gobierno deberías pasar a votar a favor de sus propuestas. Lo que pasa es que a veces pasan tantas cosas que no imaginabas que…

Manuel Lucas, durant l’entrevista | Pol Rius

Cuesta imaginar a Rufián de ministro

Cuesta imaginarlo, sí.

ERC estuvo a punto de desaparecer durante el franquismo y en los primeros años de la democracia y ha tenido subidas y bajadas electorales considerables

Un poco de Dragon Khan, sí. Es un partido que tiene noventa años de historia. El año que viene se cumplirán los 90 años de historia de ERC. Son 90 años en los que la historia de Catalunya y de España ya tiene altos y bajos por ella sola. Lógicamente eso ha condicionado a Esquerra. Durante el exilio era muy complicado para todos los partidos -excepto probablemente para el Partido Comunista- sobrevivir en aquellas condiciones. Enfrentamientos entre unas corrientes y otras, entre los partidarios de un acuerdo con los monárquicos antifranquistas y los que no eran partidarios, el papel de Tarradellas por en medio…

Cuando comenzó la transición, Esquerra estaba en un momento en que no hubiera sido descartable su desaparición, subsumida, por ejemplo, dentro del Reagrupament Socialista de Josep Pallach. Sobrevivió y pasó los años ochenta siendo considerada casi la guinda del pastel de Convergència. En la época de Joan Hortalà entró en el gobierno de Convergència sin que este partido lo necesitara porque tenía mayoría absoluta. El renacimiento comienza a partir de la entrada de Colom y Carod, con todos los problemas internos que ello conllevó, por las personalidades diferentes, pero, sí, en ese momento creció.

Oriol Junqueras incorpora una nueva filosofía, una nueva idea, un retorno a la pureza más independentista; al menos al principio

El segundo tripartito acaba con un hundimiento de Esquerra, y la llegada de Junqueras, en 2010, es un momento insólito de unidad dentro del partido, que no había vivido prácticamente nunca en su historia. Es una unidad por la necesidad provocada por el gran descenso en el número de diputados y, en aquella situación de penuria absoluta en que se encuentran, lo fían todo a una persona que está alejada de las luchas intestinas que ha habido hasta entonces. Oriol Junqueras incorpora una nueva filosofía, una nueva idea, un retorno a la pureza más independentista, al principio por lo menos. Desde entonces ha vuelto a subir y, si se compara en términos históricos, está en una situación privilegiada. Que las encuestas te den la posibilidad de tener el próximo presidente de la Generalitat no está nada mal en términos históricos. Veremos si se cumple o no. El hecho de tener el presidente en prisión contribuye a unificar, unir dentro de la desgracia.

La política es bastante dura con los dirigentes de ERC. Àngel Colom y Joan Puigcercós, líderes del partido, han desaparecido de escena. A Heribert Barrera no se le da demasiada cancha

En Esquerra ha habido cainismo, lo cual no es sólo una cuestión suya. Pasa en todos los partidos. Los casos de Heribert Barrera, Ángel Colom y Joan Puigcercós son diferentes. Barrera era un referente de la lucha antifranquista hasta que empezó a hacer declaraciones xenófobas. Se convirtió en una referencia incómoda. Era la época de Carod Rovira y Puigcercós y se tuvieron que desmarcar de su fundador por la xenofobia. Otros partidos lo han tenido que hacer por el tema de la corrupción, por ejemplo.

El caso de Àngel Colom es diferente. Había un problema de luchas personales entre Carod y Colom y también un tema ideológico y estratégico. Una parte de Esquerra apostaba por una estrategia enfocada más hacia la izquierda, intentando lo que se dice ahora ‘ampliar la base’, recoger más votos en zonas donde no había tenido habitualmente muchos, básicamente en el área metropolitana de Barcelona, ​​y otra parte más puramente reivindicativa de la independencia pura, sin una hoja de ruta concreta, y de alguna manera vinculada todavía fraternalmente a Convergència.

Cuando Àngel Colom se marchó de ERC llamó a Jordi Pujol para informarle antes de decírselo a Carod y Puigcercós. Creó un nuevo partido, el PI, que duró un par de elecciones y quedó subsumido dentro de Convergència. Carod también se fue un poco por la puerta trasera, por un enfrentamiento casi más personal que estratégico con Joan Puigcercós. Puigcercós se tuvo que apartar y pilotó su sucesión con bastante dignidad dejando el partido en manos de Oriol Junqueras. No sabemos qué pasará cuando se produzca la sucesión de Junqueras, que por ahora no está prevista.

Manuel Lucas i Siscu Baiges, durant l’entrevista | Pol Rius

¿Es un partido muy sectario? Todos los partidos lo son pero los socialistas se quejaban de que ERC era muy sectaria cuando coincidieron en el tripartito

Yo no diría que Esquerra es un partido más sectario que cualquier otro partido. Tiene todas las virtudes y los defectos de los partidos. Porque es un partido, no un movimiento como la última operación de Carles Puigdemont. Todos los partidos tienen sus propias estrategias y eso hace que a veces choquen con los demás. No diría que es diferente en éso.

¿Y Junqueras? Es un personaje poliédrico. Llora con Mònica Terribas, reta a Miquel Iceta a que lo mire a los ojos, Iñigo Urkullu dice que representa ‘lo peor de la política’,…

Las circunstancias ayudan a ello. El hecho de que esté en la cárcel, el momento excepcional, complicado en el que estamos… Siempre se define como católico y tiene un poco esa aura y esto se aprecia. Esquerra es un partido laico pero tiene un líder que se define como católico y con el espíritu de la definición que hizo de “junquerismo es amor”, la voluntad pública de no crear grandes conflictos. En cambio, después actúa como político y tiene su estrategia clarísima. La gente que estaba en las reuniones de octubre de 2017 habla, de manera más o menos generalizada, de un Junqueras que intenta no mojarse, no tomar decisiones y que sea Puigdemont quien termine tomando las suyas. Es una estrategia como otra.

La gente que estaba en las reuniones de octubre de 2017 habla de un Junqueras que intenta no mojarse, no tomar decisiones y que sea Puigdemont quien acabe tomando las suyas

Es como si tuviera dos caras. Puede ser muy bueno y puede ser muy duro

Hay Junqueras diferentes en momentos, en circunstancias, diferentes. Hay un Junqueras que llora cuando dice que van a proclamar la independencia, en 2014, alrededor del 9N, y un Junqueras que ha pasado por la cárcel. El Junqueras tan agresivo con Iceta y el PSC en general creo que se debe bastante a las circunstancias excepcionales con que se ha encontrado. Cara al público siempre había intentado dar la imagen de político amable. El primer mitin en el que aparece dice: “¡Buenos días! Me llamo Oriol Junqueras y soy un buen chico”. Después pasan cosas y las circunstancias influyen, claro.

Con Carles Puigdemont tampoco es que tenga una relación muy buena

He visto que ahora han salido a decir explícitamente que se hablan mucho. Nunca ha habido buen feeling entre ellos dos. Desde el primer momento en que Puigdemont asume la presidencia de la Generalitat y Junqueras la vicepresidencia hay un intento de sus colaboradores de que se lleven bien, porque lo que se les viene encima, con lo que ellos han autoimpuesto es complicado, delicado… Son dos talantes diferentes, dos estilos de personas muy diferentes, con ideologías diferentes. Lo que pasó el 27 de octubre, las consecuencias diferentes que ha tenido -uno ha ido a la cárcel, el otro se ha ido a Bélgica-, hace difícil que haya una buena relación personal. Otra cosa es que estratégicamente les toque ponerse de acuerdo, lo que podría pasar después de las próximas elecciones, según los números. Representan dos corrientes dentro del independentismo que están a matar.

¿Qué hace que ERC pase de decir que Puigdemont se vende por 155 monedas de plata si convoca elecciones a romper con el unilateralismo independentista?

Ver que la cosa ha fracasado. Esa Esquerra independentista rupturista que apuesta por la confrontación directa con el Estado, unilateralista, sólo la vemos, en los noventa años de historia del partido, entre 2012 y 2017. Esquerra, desde los años noventa se define como independentista, pero, en cambio, la hoja de ruta de la época del liderazgo de Carod es más o menos la actual. No habla de ‘ampliar la base’, habla de ‘independentismo práctico ‘, ‘independentismo pragmático’, ‘independentismo no nacionalista’. Hace mítines diciendo que algún día se pedirá la independencia en castellano. Es exactamente lo mismo que están haciendo ahora.

Ven la ventana de oportunidad, creen que es la opción parasalir adelante, se arrastran unos a otros. Una de las personas con las que hablé para hacer el libro, y que ahora piensa lo contrario y está a favor de ampliar las bases, cuando le pregunté por qué siguieron adelante cuando ya se veía que el 1 de octubre no facilitaba la proclamación de la independencia, me dijo que “íbamos sobre un caballo desbocado y no podíamos detenernos”. Esto sirve para toda la legislatura 2015-2017. El batacazo es tan fuerte es que la reflexión es “vamos a detenernos”.

Manuel Lucas, durant l’entrevista | Pol Rius

Esta parada ha hecho que el partido y algunos de sus dirigentes reciban críticas terribles desde el independentismo más intransigente. Especialmente en las redes sociales. ¿Resistirán esta presión?

Ciertamente impresiona los ataques que están recibiendo. De momento han resistido. Son ataques mediáticos, tanto en redes como en medios, pero, en cambio, van por delante en las encuestas. Si tuvieras que guiarte por lo que le dicen a Joan Tardà en Twitter serían extraparlamentarios, los habrían expulsado ya de Catalunya. Y eso no pasa. Ya sabemos qué es Twitter, un ágora del griterío. La movilización independentista es muy visceral y viendo, además, que todos los esfuerzos que han estado haciendo no han servido para nada, de momento, y más bien lo contrario, hay reacciones muy viscerales.

También hay cosas dirigidas. Hay una rivalidad, un enfrentamiento político y en la red todos los partidos tienen sus bots, trolls, arietes… gente que pincha y hace eso. Otra de las personas que entrevisté para hacer el libro y refiriéndose a gente como Elisenda Paluzie, que había sido miembro del Consejo Nacional de ERC y en aquellos momentos hacía declaraciones diciendo que el diálogo no sirve para nada, me dijo que “somos víctimas de los monstruos que hemos creado”. Mucha gente se ha apuntado durante muchos años a ERC porque era el partido independentista mainstream. Cuando se mueve hacia otro tipo de estrategia que no es la del independentismo para pasado mañana, hay gente que responde indignada.

ERC recibe ataques mediáticos, tanto en redes como en medios, pero van por delante en las encuestas. Si te tuvieras que guiar por lo que le dicen a Joan Tardà en Twitter, ERC sería extraparlamentaria

Si hay elecciones al Parlament y ERC queda por delante de JxCat ¿qué pasará?

Depende de la aritmética. Si ERC queda por delante de JxCat y hay mayoría independentista, debería tener la presidencia de la Generalidad y JxCat aceptarlo. Los que están en JxCat -aunque ellos se desmarcan no dejan de ser el espacio postconvergente- están acostumbrados a que su espacio siempre ha estado por delante. Deberían aceptar por primera vez ser los segundones de un gobierno. No sería fácil. Y luego hay que pactar un programa de gobierno.

Hemos visto que desde 2018 están gobernando con un programa de gobierno del que unos piensan una cosa y otros, otra. Unos piensan que hay que gobernar el día a día y los otros piensan que no, que hay que ir al embate directo contra el estado. Se me hace difícil imaginar otro tripartito. ERC más comunes, y CUP, suponiendo que esto fuera posible, no me lo imagino. Por números. Incorporar al PSC con el tipo de herida personal que tiene el propio Junqueras con él se me hace difícil de imaginar. Todo hace pensar, por tanto, que se podría hacer un gobierno con los papeles cambiados.

¿Y si queda por detrás?

La reacción inmediata no sé cuál sería. Esquerra es un partido democrático, con mucha solera y tradición. Esta unidad se mantiene por las circunstancias, porque el liderazgo de Junqueras les ha llevado prácticamente hasta la cúspide del poder, porque confían en terminar de alcanzar la cima, porque tienen el líder en la cárcel y la número 2 en Suiza. Otra derrota electoral no sé como la encajaría. Sería una derrota si no ganase. A medio o largo plazo, sobrevivirá.

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