Los Departaments de Salut y Treball, Afers Socials i Famílies han acordado intervenir dos residencias en Bellver de Cerdanya y Verdú. Con el fin de estabilizar la situación en el centro residencial Miniresidència Geriàtrica de Bellver de Cerdanya, el Departament de Salut ha asignado provisionalmente la dirección y la gestión a la Fundació Hospital de Puigcerdà. Las dotaciones de personal que sean necesarios en el centro residencial las aportará la nueva gestora y el personal actual del centro quedará bajo su dirección. La medida se ha tomado por la situación excepcional de imposibilidad del centro de cumplir los protocolos establecidos. Ahora mismo, el centro registra 11 casos positivos entre los residentes, de 29 personas que son, y también hay 5 trabajadores afectados.

En cuanto al centro residencial Llar Mare Marcelina de Verdú, se ha asignado provisionalmente la dirección y la gestión, hasta ahora en manos de las Hermanitas de los Pobres de San Pedro Claver, a la Associació per al Benestar i el Desenvolupament. La residencia registra 23 residentes positivos y 3 profesionales.

En esta segunda ola y ante también la campaña de la gripe, el delegado de CCOO en Geriatría en Catalunya, Josep Maria Martínez, nos indica que hay mucho trabajo por hacer: el personal no ha descansado y, además, hay residencias que no cumplen los protocolos. Algunas por imposibilización por su tamaño pero otras por incompetencia de sus direcciones. «El sector es una olla a presión y el Covid lo que ha hecho es destaparla, ha estallado», apunta. A pesar de tener la presión mediática encima y haber visto el cúmulo de reuniones que se realizan, Martínez no entiende como a pesar de la promesa de cambios estos no llegan. «El debate ha subido al Parlament de Catalunya y se han hecho mociones que hablan de un salario de 1200 euros, mociones para que haya enfermeras de noche en las residencias de más de 60 usuarios… Son mociones que se han aprobado pero no se hace nada».

Fuera de los despachos públicos, las patronales dicen que falta financiación y que la Generalitat hace dos o tres meses que no paga aquellas habitaciones que, por protocolos, deben mantenerse vacías por si hay que realizar aislamientos. Martínez prevé que muchas residencias pequeñas tendrán que cerrar si siguen meses sin cobrar y, añade, que antes de cerrar se producirán muchos despidos. «Si hay personas con un año de contrato indefinido, les sale más a cuenta echarlos y, por otra parte, no renovar los temporales. De esta manera se haría frente a las plazas vacías que no generan ingresos y la Generalitat no paga», avisa Martínez.

Si esto ocurre, aun se cargarían más las plantillas de lo que están ahora: una plantilla cansada que hace seis meses que lucha contra el Covid. Además es una plantilla insuficiente, ya que desde 2008 no se actualiza la cartera de servicios y las ratios son bajas. Como indica también Martínez, ahora ha aumentado la carga del trabajador, lo normal pues si un trabajador tenía que levantar 14 abuelos, en el momento que haya algún positivo, los tendrá que levantar y deberá hacer protocolos de aislamiento para cada uno de ellos. «Quizá la primera ola nos cogió con el pecho descubierto: un virus desconocido, que no sabíamos como iba. Entonces teníamos las ganas pero ahora la pregunta ya es: ¿lo podremos aguantar con el mismo personal? ¿Con personal cansado? ¿Gente que no ha podido hacer todavía vacaciones?»

Y es que muchas residencias no están contratando para hacer sustituciones de baja y uno de los motivos es no poder garantizar que ésta no entre el virus desde fuera. En la mayoría de residencias, como nos explican sus trabajadores, son ellos mismos los que se cubren sin garantizar de esta manera tener el personal descansado.

Covid o gripe: inquietud en las residencias por no llegar a todo

La gripe afecta a aquellas personas vulnerables y este año puede ser peligrosa, ya que la única manera eficiente de distinguirla del Covid es mediante PCR. Los aislamientos preventivos serán entonces muy importantes pero quizás no se pueden sostener.

Por las enfermedades pero también por los trabajadores. Normalmente la temporada de la gripe comienza justo al volver de vacaciones, de descansar… Esta profesión, como nos cuentan, tiene una parte vocacional y sus trabajadores desarrollan mucha empatía con la gente con la que trabaja. Son personas mayores que terminan siendo a menudo como los abuelos de los trabajadores. Abuelos a los que ven más que a los biológicos. No desconectan y lo necesitan y más cuando viven con el miedo constante de ser los culpables de su muerte.

«Hay compañeros que van de casa al trabajo y del trabajo a casa. No salen porque no quieren perder más ancianos en su residencia» o «si el virus entra y lo llevas tú, el sentido de culpabilidad nadie nos lo pregunta pero lo tenemos» son algunos de los pensamientos que tienen los trabajadores en las residencias. Esto les ha llevado a estar tocados anímicamente, con depresiones, con ansiedad… No entienden pues que ante esta situación todavía haya centros donde, a pesar de tener stock, les hagan reutilizar batas y mascarillas. Tampoco como a pesar de la ley que dice que, si hay riesgo biológico, la descontaminación del uniforme corre a cargo del puesto de trabajo, en algunas residencias pequeñas los trabajadores se lo llevan a casa con el riesgo que ello conlleva.

Otro tema que también apuntan como insultante es la división que se hizo con la llamada paga Covid. Una paga extra que sólo recibieron los trabajadores directos dejando de lado la gente de mantenimiento, portería, conductores, lavandería, limpieza o cocina. En este sentido, Josep María Martínez defiende dos alternativas mucho más loables y eficientes. Una de ellas, una paga de 500 euros para todo el mundo igual. Aunque esta solución no sirve demasiado para el sector. La otra, destinar este dinero para hacer una mesa negociadora o un convenio autonómico donde, por ejemplo, se acuerde rebajar 50 horas el convenio laboral y aumentar un 2% el salario para todos. Sin hacer esto, Martínez dice que «esta paga es pan para hoy y hambre para mañana. Porque las condiciones laborales son las mismas. La gente trabajará igual».

Así, y volviendo a apelar al Govern, la sensación de Martínez, compartida por el sector, es que
no hay un cambio de modelo, que se sigue improvisando sobre la marcha, en fijar un protocolo y cambiar parte de éste en una nueva reunión a los tres días. Si no están diseñados todos los supuestos, el riesgo se encontrará en las residencias pequeñas y también en aquellas residencias grandes que no tengan una buena dirección o un buen control.

Ahora mismo, como los casos de Bellver y Verdú, las residencias que se intervienen o las que se cierran como sería el caso de la residencia de Calafell, lo hacen por no cumplir los protocolos o en prever una situación no controlada. Desde CCOO entienden que sería ideal hacer más controles pero dado que el Departament no da abasto y esto no es posible, apuntan que donde sí tienen margen es en poner más personas a trabajar. «Personas que se aseguren de que las residencias están limpias de Covid y que tengan el material suficiente, que tengan los protocolos actualizados, que hagan los planes de contingencia como dios manda, que se aseguren que los trabajadores reciban la formación necesaria, que sepan hacia donde ir y que ésta sea la misma línea…», defiende Martínez.

En el caso de la residencia de Calafell cerrada, ha sido la residencia Nostrallar dels Pallaresos quien ha asumido 15 de sus pacientes. Todos negativos de Covid. El caso es que la residencia Nostrallar fue intervenida por la Generalitat en la primera ola y pasó a ser gestionada por la empresa STS-Grup. Durante los tres meses que estuvieron bajo su gestión, los trabajadores explican que todo funcionó como «mano de santo»: «nos entendíamos y trabajábamos mucho como equipo y a gusto». Con fecha 31 de julio, no obstante la buena gestión, la empresa dejó de gestionarla por desacuerdos con la Fundación Catalana Privada de Apoyo a las Personas Mayores, que la gestionaba en un inicio. Desde agosto, pues, ha habido un nuevo cambio y los trabajadores no pueden más. Al entrar otra empresa gestora los cambios que se han aplicado, según los trabajadores, son «muy bestias». Explican que aún siguen tocados de la primera tanda: «estuvimos 3 meses muy jodidos y el estado de ánimo y las fuerzas de la gente ya no sabemos de dónde sacarlas». Además, desde entonces y también por la dinámica actual una parte de la plantilla está de baja laboral por ansiedad y estrés. «La gente cae como moscas», nos dice uno de sus trabajadores que quiere hablar como colectivo.

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