En la Conferencia Internacional del Trabajo realizada a Ginebra sobre ‘Trabajo y cambio climático: la iniciativa verde’, en el mandato incluido dentro de la memoria del director general el primer punto dice:

“La Constitución de la OIT de 1919 y la Declaración de Filadelfia de 1944 no contienen referencias a la sostenibilidad ambiental, y tampoco mencionan el cambio climático. Sin embargo, desde hace veinte años o más los acontecimientos se vienen acelerando y esto ha generado en los mandantes de la OIT de todo el mundo la firme convicción de que la Organización sólo puede cumplir su mandato de justicia social eficazmente si integra la sostenibilidad ambiental en el Programa de Trabajo Decente”.

En la misma línea, son muchas ya las voces que ven que el cambio climático está impactando en las dinámicas de trabajo. Este impacto, afirman, conllevará procesos de transformación, reconversión y adaptación en todos los sectores productivos, y lo hará con mayor intensidad en aquellos más expuestos a sus efectos. Para confirmar este proceso, organismos como el Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS) inició hace un año una encuesta para conocer cuáles son las percepciones, actitudes y opiniones de los trabajadores y sus representantes legales ante el cambio climático. Ello, entienden, contribuirá al diseño de las políticas y medidas de adaptación, así como a la ulterior comprensión y aplicación de las mismas. Por otro lado también apuntan que ayudará a administraciones, empresas y organizaciones sindicales a planificar su respuesta y su adaptación a los condicionantes derivados del cambio climático, a detectar impactos y vulnerabilidades y a conocer las necesidades de sensibilización, información y formación de los trabajadores para el diseño e implementación de las medidas y actuaciones necesarias para ello.

A parte de trabajar qué cambios son necesarios dentro de los sectores para que el impacto no sea desmesurado y esté libre de riesgos para los trabajadores, también es necesario prever las pérdidas que puede haber por el aumento del estrés térmico. Los cambios en la organización del trabajo pueden hacer peligrar algunos puestos de trabajo también por los avances tecnológicos. Pero según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), también se prevé que el aumento del estrés térmico provocado por el cambio climático traiga consigo una pérdida de productividad equivalente a 80 millones de puestos de trabajo. Los datos salen en entender que con un aumento de la temperatura mundial de 1,5°C para finales de siglo, en 2030 se habrá perdido el 2,2% de las horas de trabajo en todo el mundo. Este porcentaje equivale a 80 millones de puestos de trabajo a tiempo completo lo que, según la OIT conllevará pérdidas económicas a escala mundial de 2.400 millones de dólares.

Este informe de la OIT se basa en datos climáticos, fisiológicos y de empleo, y proporciona estimaciones sobre pérdidas de productividad. Afirma que, dado que el exceso de calor en el ámbito laboral constituye un riesgo para la salud en el trabajo, al restringir las funciones y aptitudes físicas de los trabajadores y su capacidad de trabajo, el sector más afectado a nivel mundial será el agrícola. Las consecuencias pueden ser que la productividad disminuya pero también en casos extremos puede provocar insolaciones, que podrían llegar a ser mortales.

Riesgos laborales y de producción

Así, estos efectos pueden comportar en muchos casos la aparición de nuevos riesgos laborales o el aumento de la intensidad y la gravedad de algunos de los ya conocidos, en numerosos sectores tan diversos como es la construcción, la agricultura, la pesca, los transportes, la industria, la seguridad, la salud, las energías renovables, los servicios de emergencias, etc., y, por tanto, afectan a un gran número de trabajadores.

Como explica el informe, el sector agrícola cuenta con 940 millones de trabajadores en todo el mundo y apunta que para 2030, el 60% de las horas de trabajo perdidas en todo el mundo como consecuencia del estrés térmico serán de este sector. El sector de la construcción también se verá gravemente afectado: el 19% de las pérdidas de horas de trabajo para 2030 corresponderán a la construcción.

Evidentemente, y como en todos los elementos que se analizan a nivel mundial, los efectos serán desiguales. Las regiones en las que más horas de trabajo se perderán serán Asia meridional y África occidental, en las que se prevé que se produzca una pérdida de alrededor del 5% de las horas de trabajo en 2030, es decir, alrededor de 43 millones y 9 millones de puestos de trabajo respectivamente.

Así, como ya nos encontrábamos en las demandas de la encuesta de ISTAS, en el informe de la OIT también se habla de doblar los esfuerzos encaminados a la formulación, financiación y aplicación de políticas a escala nacional que permitan paliar los riesgos que provoca el estrés térmico y proteger a los trabajadores. De hecho, desde la misma web del Departament de Treball de la Generalitat de Catalunya defienden que las políticas públicas y las administraciones deben tomar un papel activo en la adaptación de la sociedad a estos cambios y en concreto en la prevención del impacto que todos estos eventos pueden tener en la salud y la seguridad de las personas en general y los trabajadores en particular. Es allí desde donde han creado un portal para informar a los empresarios, los trabajadores, todos los agentes sociales y cualquier persona interesada de aquellos aspectos del cambio climático que pueden tener más relevancia en cuanto a la seguridad y la salud de los trabajadores. De hecho hablan de riesgos laborales asociados al cambio climático pero también dan herramientas para su prevención.

No está todo perdido, políticas sociales y formación como alternativa

Cómo afirma un informe realizado por LifeClinomics y coordinado por la Diputació de Barcelona y con el apoyo de agentes sociales y sindicatos como por ejemplo CCOO y UGT, “los impactos del calor y los fenómenos meteorológicos extremos sobre determinadas actividades profesionales –en especial, las que se realizan en espacios libres y en la calle– hace que algunos riesgos y vulnerabilidades se hagan todavía más evidentes cuando los contratos y las condiciones laborales son precarias”. Así, bajo el nombre ‘El mundo del trabajo ante el reto del cambio climático. ¿Cómo se tienen que adaptar las empresas y las personas trabajadoras al nuevo escenario climático?’, en el informe apuntan que el desconocimiento de estos impactos sobre las personas trabajadoras, cuando además se junta con criterios empresariales fundamentados estrictamente en la cuenta de resultados que acostumbran a desatender las políticas de prevención y salud laboral, conduce a situaciones de desprotección.

Es por eso que las políticas y retos que se plantean a escala internacional para hacer frente a los efectos del cambio climático ponen el énfasis en favorecer entornos de trabajo que fortalezcan los sistemas de protección social y laboral. Para dar cobertura a todo el mundo y no dejar nadie atrás, hace falta que cuando se avance hacia un modelo de producción y consumo que haga un uso más eficiente y sostenible de los recursos naturales para mejorar la competitividad, se haga de manera justa por todos los trabajadores, y que las nuevas oportunidades y nichos de ocupación estén en sintonía con esta nueva realidad.

Otro elemento esencial para reducir consecuencias negativas provenientes del impacto del cambio climático es la necesidad de formar todos los trabajadores que corren riesgos por el calor y los fenómenos meteorológicos extremos. Esta capacitación profesional, apuntan al informe, tiene que tener como objetivo que la persona sea capaz de reconocer los síntomas del estrés térmico, así como las medidas a adoptar para prevenirlo o actuar en casos
de emergencia.

Las personas trabajadoras tienen que recibir también asesoramiento sobre la importancia de estar en buena forma física para hacer su actividad en ambientes de temperaturas extremas, sobre la necesidad de beber cantidades suficientes de líquidos y de tener una alimentación que compense las pérdidas de sal con el sudor, o sobre los efectos que pueden tener
determinados medicamentos en cuanto a la tolerancia al fuerte calor. Del mismo modo, las personas sometidas a estrés térmico tienen que recibir formación sobre los factores que pueden elevar los riesgos para la salud, como por ejemplo: problemas cardiocirculatorios, exceso de peso, edad avanzada, alcoholismo, etc.

Paralelamente, aseguran que la sensibilidad de los responsables de las empresas ante los impactos del cambio climático es fundamental también para crear unas condiciones de trabajo saludables y de baja vulnerabilidad.

Por su parte, las autoridades laborales y sanitarias tienen que estar atentas a la observación de la normativa y al cumplimiento de los compromisos adquiridos por parte de las empresas. “Hace falta que desarrollen protocolos de vigilancia específicos del impacto de las temperaturas elevadas en la salud de las personas trabajadoras, formen sobre la cuestión a los profesionales de la salud y a los responsables de controlar las condiciones de trabajo, y mejoren los procedimientos de notificación y recogida de datos de los accidentes y contingencias laborales”, exigen desde el proyecto LifeClinomics.

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