Ayer a las 22h entró en vigor el toque de queda en toda Catalunya, medida que prohíbe la movilidad general en todo el territorio entre las 22h y las 06h. Dentro de este horario se permitirá la movilidad de manera excepcional, por ejemplo, para permitir la movilidad de trabajadores y trabajadoras. Se imita, pues una estrategia que inició Francia, y que tiene como objetivo intentar reducir los contagios sin provocar una afectación grave a la economía apuntando a un segmento concreto de la población: los jóvenes. Se espera así reducir las reuniones nocturnas de la población entre 20 y 30 años y los famosos “botellones”, señalados como la principal actividad de riesgo.
El Govern catalán se suma a la propuesta de Pedro Sánchez a la vez que lo amplía ligeramente, puesto que la hora prevista para iniciar el toque de queda por el ejecutivo socialista era las 23h y no las 22h. En motivo del toque de queda, todos los comercios tendrán que cerrar como muy tarde a las 21h para poder tener margen de recoger y volver a casa.
Según anunció el subdirector de Protección Civil Sergio Delgado, todos los ciudadanos que se tengan que mover en horario no previsto tendrán que llenar un certificado de autorresponsabilidad similar al que ya se facilitó durante los meses de confinamiento, donde tendrán que especificar los motivos del desplazamiento.
Esta medida entra dentro de un marco legal excepcional, puesto que para que el Govern haya podido aplicar el toque de queda ha sido necesario habilitar previamente el estado de alarma en todo el estado. Si durante la primera oleada el ejecutivo de Sánchez centralizó todas las operaciones relacionadas con la gestión de la crisis sanitaria, ahora esta responsabilidad queda en manos de cada comunidad autónoma.
La aplicación del toque de queda no parece que sea la única nueva medida que se aplique al corto plazo: el Conseller de Interior Miquel Samper comunicaba en una entrevista reciente que “el toque de queda no es definitivo y se tendrá que complementar” y que “cuando tengamos datos del confinamiento nocturno, tendremos que analizar si es necesario un confinamiento diurno. Y si este confinamiento tiene que ser total o solo parcial”.
A estas alturas, pues, parece haber un consensos generalizado que se debe intentar evitar un confinamiento domiciliario total, pero también se admite que de continuar con la tendencia seguramente no habrá otra alternativa.
Lo que se sabe, por el momento, es que el cierre de los bares y restaurantes se alargará, como mínimo, dos semanas más. Para compensar las pérdidas económicas del sector de la restauración – uno de los sectores más golpeados por la crisis de la Covid19 –, Pere Aragonès explicó en TV3 que el Govern ya aplicó un paquete de 40 millones para ayudas, y que si es insuficiente – como parece previsible – se invertirá, “lo que haga falta” para empresarios y autónomos.
Las dos próximas semanas serán determinantes, y marcarán el rumbo con el que se encarará el final de año. Si llegan malas noticias, el confinamiento domiciliario podría estar más cerca de lo que todo el mundo se esperaba.

