El sistema educativo público tiene una tarea asignada como nivelador social. En la teoría, tiene que equiparar a todas las personas que estudian, independientemente de sus orígenes, y permitirles igualdad de oportunidades en la carrera educativa y laboral.
“Es la herramienta principal para romper el círculo de la pobreza y neutralizar los efectos más negativos de la pobreza infantil”, dice sobre la educación el Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil del gobierno español. Con todo, los datos que presenta el organismo estatal demuestran que la herencia familiar determina el futuro educativo de los niños.
Sólo un 32% de los niños con progenitores de nivel educativo bajo logran alcanzar el alto, mientras que el porcentaje aumenta al 75% en los hogares con familia de nivel escolar alto. El 45% de los niños y niñas con padres en el peldaño más bajo del sistema educativo se mantienen se quedan en el mismo nivel y no progresan en el ámbito académico.
En cambio, el desenlace de los niños con progenitores con nivel educacional medio sí que es más proclive a funcionar como ascensor social. El 61% supera el escalafón educativo al cual llegaron sus padres y madres, un 29% lo iguala y sólo un 10% lo reduce.
“La función equitativa y compensatoria del sistema educativo español actual no neutraliza por completo el peso de los orígenes socioeconómicos en los resultados y trayectorias del alumnado”, asume el órgano gubernamental en su informe. “Persiste la transmisión intergeneracional de la desventaja educativa”, reconoce.
El ejecutivo español asegura, a través del Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil, que “el incremento previsto del 139% en el proyecto de presupuesto para el Ministerio de Educación y FP tiene como uno de los objetivos principales la promoción de la equidad”.
El Alto Comisionado considera que la inversión en la primera etapa educativa, de los cero a los tres años, es “la que ofrece más garantías” porque tiene el potencial de “proteger al alumnado del abandono educativo temprano y la repetición de curso en etapas posteriores”.
Más tasa de abandono y repetición
La repetición de cursos o el abandono del sistema educativo “afecta desproporcionadamente” a los estudiantes hijos de familias más pobres, reconoce el Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil en el último informe.
El 49% del alumnado que pertenece al primer cuartil más pobre del Estado español ha repetido algún curso al acabar la ESO. El porcentaje disminuye al 35%, 22% y 9% entre el resto de cuartiles, repitiendo la progresión de cuanto más riqueza más éxito académico. El quintil más desfavorecido económicamente supera en 12,4% la media estatal de tasa de abandono educativo temprano, que es del 17,3%.
Hay una estrecha relación entre el recorrido educativo de una persona y los ingresos que tiene
Entre las razones del menor éxito académico de los estudiantes hijos de familias pobres se encuentran las condiciones ligadas en el estudio. El 20% del cuartil más pobre no tiene un ordenador en casa para hacer los deberes, situación que sólo se da en el 2% de los hogares más acomodados.
Asimismo, el gasto medio en educación de los hogares más ricos del Estado casi llega a los 3.000 euros anuales, mientras que la media es de 1.500€ y la del quintil más pobre bordea los 500€. El Alto Comisionado calcula que el gasto en libros de texto supone un 31,1% del total del desembolso educativo de un hogar del quintil más desfavorecido, mientras que la media del estado es del 9,3%.
Nivel educativo y pobreza
El escalón del sistema de educación hasta el cual llega una persona no necesariamente tiene que marcar su devenir financiero o social. Ahora bien, numerosos datos demuestran la relación entre el riesgo de pobreza y el nivel de estudios del hogar familiar y el de la misma persona, una vez acontece adulta.
Según los datos del Alto Comisionado, el 22% de los adultos que crecieron en un hogar con nivel educativo bajo se encuentran ahora en riesgo de pobreza. La cifra es del 15% entre quienes tuvieron progenitores con nivel intermedio y del 12% los hijos e hijas de parientes con nivel alto.
Los datos son todavía más graves para los que hoy día son niños. El 51,8% de los que tienen padres con estudios inferiores, es decir uno de cada dos, se encuentran en riesgo de pobreza. Están en la misma situación el 37,1% de los pequeños con padres en el escalón académico mediano y sólo un 11,7% de los descendientes de personas con estudios del nivel más alto.
Para la edad adulta, entre los 18 y 64 años, el 33,3% de la población española con los dos niveles de educación más bajos están en riesgo de pobreza relativa según los datos de 2018. Es el caso del 21,8% de quienes llegaron a la educación intermedia y sólo del 9,7% con el máximo escalafón académico.
Más estudios, más ingresos
Independientemente de la herencia educativa de los progenitores, las estadísticas muestran que hay una estrecha relación entre el recorrido educativo de una persona y los ingresos que tiene. La diferencia se multiplica por 2,77 entre lo que ingresa una persona graduada con máster o licenciatura universitaria respecto de lo que recibe alguien con estudios inferiores en la educación secundaria de primera etapa.
Dejando a un lado la brecha salarial de género del 18%, una persona sin estudios secundarios tiene, de media en el Estado español, unos ingresos anuales de 8.440€. En el caso de haber completado la educación secundaria el valor aumenta a 13.120€, es de 19.398€ en el caso de diplomados y graduados universitarios o de 23.448€ para quienes tiene un máster o licenciatura universitaria.
Las tasas de paro también reportan una clara relación con el nivel académico de la población. Con los datos del tercer trimestre del 2020, el 34% de la población sin los estudios primarios completados buscaba trabajo sin éxito. Era el caso del 20,8% de quienes tienen la ESO y sólo del 11% de los graduados superiores.
Las estadísticas muestran una gran diferencia de género, con más mujeres en el paro que hombres, y generacional, con más parados entre las franjas de edad más jóvenes. Ahora bien, en todos los casos se repite la gradación de disminución de paro según aumenta el nivel educativo.


