El último lunes 25 de enero, Josep Sort, número 65 de la lista para JxCat para las elecciones del 14-F, dimitió de su cargo por sus polémicos tweets donde tildaba a Ada Colau, de “puta histérica española”. Pero, no sólo la alcaldesa de Barcelona ha sido víctima de los tweets xenófobos y machistas de Josep Sort. Otras personalidades públicas como el político Miquel Iceta, la actriz Rosa Maria Sardà o los periodistas Enric Juliana y Lidia Heredia también han sufrido los insultos del candidato nacionalista. Sort, incluso, tuiteó “Haremos limpieza de españoles, promise!” o “¿Y si renovamos CIE como centro de internamiento de españoles? No tendremos ni de gastar en el cambio de siglas”.

Ante la polémica generada por estos tweets, Laura Borràs, candidata de JxCat a las elecciones, ha afirmado este martes en una entrevista en Noticias en Red, que el problema por los insultos de Sort “está resuelto”. También, en sintonía con un clima de elecciones, la diputada Aurora Madaula de JxCat ha escrito “No toleramos ni toleraremos nunca actitudes que supongan una ofensa a las otras personas y actuamos en consecuencia. La política, como la vida, no es predicar, sino actuar”.

Pero, a pesar de las respuestas de las candidatas de JxCat, hay que recordar que Josep Sort no es el único miembro de las listas del partido de Laura Borràs que ha publicado comentarios insultantes. Joan Canadell, actual presidente de la Cámara de Comercio y número 2 de JxCat a las elecciones del 14-F, y Albert Donaire, número 38, han destacado en las redes sociales por sus comentarios xenófobos. Por ejemplo, Joan Canadell y Albert Donaire, tildaron la inmigración española de los años 50 como “colonos”.

Incluso, Joan Canadell, antes del asalto al Capitolio Americano incitado por Trump, recomendaba en un tweet que “el mundo indepe no se sitúe en contra de Trump”. Y ayer mismo, aparecían otros tuits de Roger San Millan, 47 por JxCat, que tildaba de “rata” al candidato socialista Salvador Illa e “hijo de puta” al ex director de ‘El Periódico’ Enrique Hernandez.

Del mismo modo que un vaso de plástico advierte de un océano ahogado de residuos, los insultos de Josep Sort son la punta del iceberg de un fenómeno cada vez más extendido en las redes: el discurso del odio por parte de una ultraderecha catalana, aunque, sin embargo, poco analizado. Según la Recomendación número 15 de la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI) del Consejo de Europa (2015), el discurso del odio se puede definir como “fomento, promoción o instigación (…) del odio, la humillación o el desprecio de una persona o grupo de personas, así como el acoso, descrédito, difusión de estereotipos negativos, estigmatización o amenaza con respecto a esta persona o grupo de personas y la justificación de estas manifestaciones por razones de “raza”, color, ascendencia, origen nacional o étnico, edad, discapacidad, lengua, religión o creencias, sexo, género, identidad de género, orientación sexual y otras características o condiciones personales“.

El ruido de las redes

Vivimos envueltos en el ruido de las redes. Como dice Victoria Camps, en las sociedades complejas” todo está mediatizado por los medios de comunicación. Lo que no pasa por los medios de comunicación no existe. Y, por tanto, la forma en que pasa por los medios es absolutamente fundamental para dar categoría de existencia a algo y sobre todo calificarla“. Pero, ¿cómo hemos de entender este discurso del odio en las redes?

En un marco de post verdad, las redes operan como trampas de las mejores palabras, deteriorando la esfera pública con insultos, mensajes machistas, racistas y descalificaciones de todo tipo. Sin intermediarios, sin ningún control de calidad, los tweets ofensivos devienen el verdadero cañamazo de la esfera pública, entre otras razones, por la inmediatez, la adicción y la facilidad a golpe de click a que invitan. En 280 caracteres resulta imposible la palabra razonada, con argumentos. Más bien, favorece el insulto, el pico gordo, el eslogan. Pero también, la actitud insensible, hiriente y violenta, en nombre de una libertad de expresión mal comprendida.

Como escribe Daniel Gamper en su último libro Las mejores palabras, “la democracia no es sólo la arquitectura institucional, es también la vida de la ciudad, un tejido social donde los ciudadanos sepan diferir pacíficamente y avanzar hacia la solución de los conflictos de manera incruenta“. Si por la pandemia nos vemos abocados a ‘vivir entre las redes’, ¿aprenderemos a convivir?

Reuniones y pintadas xenófobas

Sin embargo, antes de los tuits de Sort, la reunión del vicepresidente del Parlament por JxCat, Josep Costa, con algunas organizaciones políticas, entre las que había el Front Nacional de Catalunya, que defiende postulados xenófobos y se la vincula con la extrema derecha, permitió hacer visible algunos de estos grupos de ultraderecha independentista. También, las pintadas racistas en la fachada de la pizzería italiana Marinella del barrio de El Clot el pasado 11 de diciembre como “habla catalán o emigra” y “En Catalunya en catalán” debe enmarcarse dentro de estas tendencias ultras. Detrás de estas acciones, tras los tuits de Josep Sort y otros, se esconde el mismo fenómeno.

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