Lo conocimos a principios del año 2018. Se llamaba Yure, tenía 6 años y la mirada inteligente de los niños que han pasado por experiencias duras en su corta vida. Pero era feliz. Feliz de poder jugar con su hermano pequeño, de sentirse muy querido por sus progenitores y por su familia que había dejado en Ucrania, feliz de… Vivir.
Yure fue diagnosticado en 2015 de un sarcoma en grado avanzado con presencia tumoral en la cavidad abdominal, mediastino y hueso. Había sido tratado en Ucrania y Alemania con éxito, pero el tumor había recidivado el año 2017, fecha en la que inició un segundo tratamiento. Después de un corto periodo de remisión el tumor apareció de nuevo, por lo que en Alemania le indicaron tratamiento paliativo.
Ante esta propuesta, los padres de Yure continuaron buscando otros tratamientos curativos y se encontraron con un hospital importante del Sistema Sanitario Integral de Utilización Pública (SISCAT) de Barcelona, en el que se estaba haciendo un ensayo clínico en fase III con un nuevo fármaco.
Tras contactar con este hospital y de vender el piso y todo lo que tenían en Ucrania para cubrir los 150.000 euros del coste del contrato con el hospital, la familia se traslada a vivir a Barcelona, donde inicia una nueva etapa de su duro camino de vida. Pero el tratamiento tampoco funciona, y el precio inicial del contrato se eleva. En Ucrania la hermana de la madre tiene que vender su peluquería para seguir pagando el tratamiento. Los padres están desesperados. Se plantean quedarse a vivir en Barcelona, ya están empadronados y tienen tarjeta sanitaria. Podrían recurrir a la sanidad pública, pero no, han firmado un contrato con el hospital que les solicita confidencialidad. Les da miedo que si cambian o hacen algo que no está en el contrato, su hijo deje de ser tratado y de nuevo recurren a sus amigos de Ucrania. Pero, Yure tiene una vida corta y a finales del año 2018 muere y nos deja. Sus padres desolados vuelven a la “calor” de Ucrania, en su lugar, un lugar amable para llorar y hacer el duelo.
La lectura del artículo publicado recientemente “Sant Joan de Déu i el turisme mèdic” nos ha vuelto a traer esta historia que vivimos y acompañamos desde Pasucat y Yo Sí Sanidad Universal y nos ha animado a reflexionarla y escribirla. Desgraciadamente, no es la única, no se trata de un caso aislado. De hecho, los últimos tiempos, hemos conocido más casos parecidos al de Yure, niños y niñas con cánceres que, actualmente, están siendo atendidos en hospitales de Barcelona. El llamado turismo médico parece que es una estrategia que se está impulsando para atraer a los hospitales catalanes pacientes internacionales, práctica que se potencia, incluso, por la Agencia Catalana de Turismo, como actividad generadora de riqueza y fuente de negocio. Negocio sanitario que nace y llega desde el mismo corazón del Sistema Sanitario Público Catalán.
La consideración de la salud y enfermedad como negocio es un fenómeno global, y hay varios actores que se benefician de ella: las organizaciones privadas que ofrecen asistencia médica, las corporaciones farmacéuticas e, incluso, fondos de inversión y bancos. Con este fin, impulsan políticas y legislaciones que promueven la mercantilización de la salud, así como la captura de los recursos públicos para proveedores con fines de lucro, compañías de seguros comerciales e inversores privados.
En la progresiva deriva del modelo mercantil y privatizador de la sanidad pública catalana, con la connivencia públicoprivada y la presencia cada vez mayor de empresas con ánimo de lucro en los centros concertados del SISCAT, que representan casi el 88% de todos los hospitales de la red pública, el comercio sanitario se está convirtiendo en una práctica habitual que perpetúa los intereses privados por encima del interés público.
Estas entidades concertadas habitualmente desarrollan consorcios, fundaciones y otras formas de ingeniería financiera con el objetivo de gestionar el dinero que reciben del Servicio Catalán de la Salud (CatSalut). Se crea así un sistema opaco de financiación y se dificulta su control. Por otra parte, se genera confusión entre lo público y lo privado, y muchas veces es difícil discernir entre uno y otro, para que los edificios, estructuras, personal, material, etc., son los mismos.
El argumento que las ganancias del ejercicio privado y del turismo sanitario redundará en beneficio de la parte pública del hospital ha mostrado falso e insolidario. En realidad se han descrito algunos hechos que muestran la relación contraria, es decir, que la sanidad privada vivo de aprovechar la sanidad pública. En esta línea, se pronuncia la defensora de Barcelona, en respuesta a una denuncia referente a Barnaclínic. En su informe, describe como la actividad privada que ejerce una sociedad mercantil en las instalaciones de un hospital de utilización pública impide que el espacio, la atención médica y las pruebas diagnósticas utilizadas con los clientes privados, se dediquen íntegramente a las personas atendidas en la sanidad pública. Y aunque se utilicen espacios diferenciados, la parte privada se beneficia del prestigio y ventajas de los centros conseguido gracias a la inversión y recursos públicos.
Cabe preguntarse si queremos que Catalunya sea un foco de atracción del turismo sanitario. ¿Queremos que los hospitales del SISCAT se conviertan en multinacionales del negocio sanitario que tal vez llegará a cotizar en bolsa? ¿Queremos ser como la Mayo Clinic de Estados Unidos (que también dice en su web que no tiene ánimo de lucro)? Además de la parasitación de la sanidad pública por la medicina privada ya comentada, hay que plantearse si es solidario un sistema sanitario que hace estos mercadeos con el dolor de las enfermedades de las personas y de los menores de otros países. El sistema sanitario público de Catalunya se define como de acceso universal y de atención integral de acuerdo con las necesidades de la población. La introducción progresiva de estos mecanismos insolidarios, que se aprovechan de la enfermedad, representan una contradicción con la propia naturaleza del sistema. Además, duele, moral y éticamente, esta política mercantil, y nos duele el papel que a veces hace la profesión médica como “cuerpo interpuesto” entre las personas enfermas y las multinacionales.
Tal como se ha propuesto desde la FAVB, ahora toca fortalecer la sanidad pública, es necesario revertir el modelo de provisión mixto fragmentado que incentiva la oferta de servicios mercantilizados, y hay que revertir todos estos procesos al sistema público. Si las empresas sanitarias y hospitalarias quieren hacer esto, que sea sin la colaboración del Sistema Sanitario Público. Que dejen de pertenecer al SISCAT. Ningún hospital del SISCAT haciendo estos negocios.

