“Por culpa de Arabia Saudí los niños en Yemen sufren así. Cosas de los amigos demócratas de los mafiosos Borbones”, “Policías que con Franco encarcelaban y que ahora encarcelen como jueces de Audiendia Nazi-onal”, ¿Matas a un policía? Te buscan hasta debajo de las piedras ¿Asesina la policía? Ni se investiga bien”, o “Dos años desde que Iñiga Cabacas fue asesinado por la policia sin que haya habido condenados por ello”.

Todas estas frases son tuits que Pablo Hasél lleva publicando en su cuenta desde hace muchos años. Y ahora, por hasta un total de 64 tuits lo encarcelan, como él mismo dice, por “literalmente explicar la realidad”. También le condenan por las letras de algunas de sus canciones. La pena será de 9 meses y un día pero si finalmente entra en prisión es también por tener otras sentencias en firme: una sentencia de dos años y medio de cárcel por amenazas y obstrucción a la justicia y una de seis meses de prisión por un delito de lesiones a un reportero durante una protesta en el Rectorat de la Universitat de Lleida.

El Tribunal Supremo (TS) confirmaba a principios de junio de 2020 la condena al rapero Pablo Hasél por enaltecimiento del terrorismo e injurias y calumnias a la monarquía y a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado. Una sentencia con el voto en contra de dos magistrados que no veían delito en sus tuits. Sin embargo, la conclusión fue que el mensaje de Hasél iba más allá de la crítica social y, por tanto, no se amparaba simplemente dentro del marco de la libertad de expresión.

Tras recibir la notificación sobre su entrada en prisión y que el plazo de ingreso terminara el pasado viernes 12 de febrero, este lunes Hasél se cerró en el rectorado de la Universitat de Lleida junto con unas decenas de activistas que conformaban un grupo de apoyo. Unas horas después, a última hora de la tarde del lunes 15 de febrero, se hacía público que la Audiencia Nacional española desestimaba el recurso que había presentado la defensa de Pablo Hasél. Así, sólo unas horas después, el martes 16 de febrero por la mañana, después de pasar toda la noche difundiendo mensajes de denuncia y recibiendo solidaridad, Hasél fue detenido por los Mossos d’Esquadra. “Viva la organización revolucionaria. Amnistía total. Nunca nos detendrán. Nunca nos callarán. Muerte al estado fascista”.

El cierre en el rectorado se organizó porque Hasél ya había dejado claro que no se entregaría, que deberían irlo a buscar. Y así fue. Para él, como tuiteaba pocas horas antes de ser “secuestrado por las fuerzas del estado”, como él mismo expresa, “me quedé aquí sin exiliarme para contribuir más a difundir el mensaje, a la movilización y sobre todo a la organización. Me encarcelarán con la cabeza alta por no haber cedido a su terror, por haber aportado mi grano de arena a lo que menciono. Todos podemos hacerlo”. Estas fueron sus últimas palabras antes de ser introducido en el coche policial.

La solidaridad en las calles: “contra la represión, que queme todo”

Y esta llamada a la movilización y a la organización se vio contestada. Al tiempo que las cámaras mostraban como los Mossos se llevaban a Hasél, mensajes y carteles convocando a manifestaciones para la misma noche de la detención llenaban teléfonos y redes sociales. La consigna era clara: “por su libertad y la del resto de represaliados por el Régimen y por la conquista de nuestros derechos y libertades democráticas”, Y así fue. Más de 70 convocatorias en solidaridad con Pablo Hasél llenaron las calles de los Països Catalans. Concentraciones y manifestaciones que, en algunos casos como en Barcelona, eran de miles de personas.

La respuesta policial fue también alta y durante la tarde y la noche se multiplicaron los vídeos por redes de cargas de los Mossos en ciudades como Valencia, Lleida, Girona, Vic o Barcelona. Y sin miedo, manifestantes de todas partes clamaron contra “la represión del Estado español no tiene límites y está dispuesta a todo para hacernos callar”. En Vic la manifestación terminó en la comisaría de los Mossos que acabó sin cristales y en otras ciudades se reprodujeron las barricadas para poder avanzar y demostrar la inconformidad contra el encarcelamiento.

En Barcelona, ​​como muchos otros pueblos y ciudades, la concentración superaba la plaza que la debía recibir y los concentrados se empezaron a manifestar. En un punto dado, más hacia el centro de la ciudad, la manifestación se dividió en dos y fue entonces cuando la tensión bajo el grito de Libertad Pablo Hasél incrementó. Las cargas aumentaron hasta el punto que dos personas recibieron impactos por proyectiles de foam, uno en el ojo de una manifestante y el otro detrás de la oreja de una periodista. Y en este sentido, diferentes grupos han exigido ya responsabilidades ante la actuación de los Mossos por el uso de las escopetas de foam.

De hecho, el Servei d’Emergències Mèdiques notificó 33 assistencias con algunos traslados en las ciudades de Barcelona, Vic, Lleida, Reus i Girona. Hubieron un mínimo de 15 detenidos entre Barcelona, Vic y Lleida, siendo esta la ciudad donde hubo más.

Manifestació als carrers de Barcelona | Maria Fernández

Estado español: represión a golpe de sentencia

También con las palabras de Hasél sobre no exiliarse, es inevitable pensar en Valtònyc, rapero mallorquín exiliado en Bruselas desde el 23 de mayo de 2018, un día antes de su supuesto ingreso en prisión por una condena de 3 años y 6 meses de prisión. Cuando lo detuvieron en 2012, fue acusado de enaltecimiento del terrorismo, apología al odio ideológico, incitación a la violencia e injurias a la Corona. En Bélgica, meses más tarde, un juez denegó su extradición a España, argumentando que sus letras se enmarcaban en el ejercicio de la libertad de expresión.

Una libertad de expresión sobre la que se sustenta ahora Hasél y todos los activistas que lo apoyan. En boca suya, “no hay que estar de acuerdo con lo que digo para ver que esto es un grave atentado contra la libertad de expresión”. Así lo dice también una campaña de Amnistía Internacional que busca una reforma del Código Penal para que se deje de perseguir la libertad de expresión. Como aseguran desde la organización, 75 personas han sido condenadas por enaltecimiento del terrorismo en los últimos 5 años.

Esto ha sido así porque en España el retroceso de la libertad de expresión se ha visto agravado desde el año 2015, cuando el Partido Popular con su mayoría absoluta aprobó en solitario la Ley de Protección Ciudadana, conocida como ley Mordaza, y la reforma del Código Penal.

Desde Amnistía Internacional afirman que se oponen a cualquier ley que prohíba insultar o faltar el respeto a los jefes de estado y en la Corona. También a personalidades públicas, fuerzas armadas, y otras instituciones públicas, banderas o símbolos. ¿Por qué? Creen que los jefes de estado por ser figuras públicas deben tolerar más críticas que la ciudadanía: “el uso de leyes sobre difamación con el fin o efecto de impedir las críticas al gobierno o a cargos públicos viola el derecho a la libertad de expresión”, afirman.

En este sentido, el 8 de febrero, justo en medio de la campaña electoral para las autonómicas, el grupo de Unidas Podemos registró en el Congreso en Madrid una proposición de ley de “protección de la libertad de expresión” para derogar los artículos del Código Penal que hacen referencia a los denominados “delitos de opinión”.

El grupo parlamentario ha recibido múltiples críticas por “oportunistas” y por no asumir responsabilidades. Además, tampoco les fue bien que en Barcelona, ​​los equipos de limpieza del Ajuntament borraban uno de los murales realizado por el grafitero Roc Black Block durante la jornada de solidaridad del domingo 7 de febrero en las Tres Xemeneies del Poble-Sec. Desde el Gobierno de Barcelona en Común pidieron disculpas alegando no saber qué había pasado y ofrecieron pagar los costes de un nuevo mural.

No es la primera vez que el mundo del graffiti, el muralismo y el arte urbano llaman a la acción en la calle en defensa de la libertad de expresión. Ya lo hicieron en 2018 bajo el lema Faltan Pintadas y en el marco de la campaña de la Plataforma No Callaremos en contra de la represión.

Siempre el mundo de la cultura se posiciona en estos casos y ante el encarcelamiento de Hasél, más de 200 cantantes, actores, cineastas y otros artistas, entre ellos Paco León, Luis Tosar, Willy Toledo, Melani Olivares, Alba Flores o Fermín Muguruza, firmaron un manifiesto en apoyo. El escrito se titulaba “Sin libertad de expresión no hay democracia” y denunciaban que España encabeza “la lista de países que más artistas ha represaliado por el contenido de sus canciones”.

No Callaremos hasta que caiga la Ley Mordaza

Retornando a las movilizaciones del mundo de la cultura, No Callarem, plataforma fundada en marzo de 2017, organizó una jornada multitudinaria a las afueras de la cárcel Modelo el 15 de abril de 2018, poco antes del exilio de Valtònik. Como toda su labor, la plataforma se articulaba como respuesta ante la amenaza a un retroceso de los límites de la libertad de expresión. “El objetivo de la plataforma es dar máxima visibilidad a la problemática actual y denunciar los casos de vulneración de este derecho fundamental, tanto dentro del ámbito de la creación artística, como de la expresión libre individual o colectiva a las redes sociales”.

Así, el 15 de abril, el colectivo organizó una jornada llamada Fira Popular per la Llibertat d’Expressió con más de 30 actuaciones culturales. Entre ellas las de Pablo Hasél o Willy Toledo pero también de gente no encausada como Núria Graham o María Arnal y Marcel Bagés. Uno de los objetivos era recaudar fondos para defender todos los casos.

La campaña nacía entonces y sigue aún mediante otras expresiones en las calles. Y es que más allá de Hasél y Valtònik, encontramos los juicios contra doce miembros del colectivo de rap La Insurgencia, los Titiriteros que fueron directos tres días a prisión sin fianza por delitos de odio en una pancarta, Cesar Strawberry por ironizar en redes sobre el retorno de los GRAPO, a Cassandra con su tuit “ETA impulsó una política contra los coches oficiales combinada con un programa espacial” y una larga lista de activistas sociales. También la retirada de obras de arte como la de Santiago Sierra en la Feria ARCO titulada ‘Presos políticos en la España contemporánea’ o el secuestro del libro Fariña. Todos casos de condenas o de represión por delitos de enaltecimiento al terrorismo, injurias a la Corona y contra las instituciones del estado.

En todos estos casos, el estado español ha sido foco de mira internacional. De hecho, como quieren resaltar desde Amnistía Internacional, “el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ya ha condenado en tres ocasiones a España por aplicar el delito de injurias contra la Corona. Desde Estrasburgo han recordado que una mayor protección a jefes de estado mediante una ley especial en materia de insulto no es compatible con el Convenio Europeo de Derechos Humanos”.

Afirman pues necesaria una reforma del Código Penal y aún más teniendo en cuenta que se está hablando de una legislación ya señalada por la ONU por vulnerar derechos humanos incluso antes de su entrada en vigor en el año 2015. En ese momento, cuatro relatores de las Naciones Unidas denunciaban como las reformas del Código Penal y de la Ley de Seguridad Ciudadana socavarían los derechos de manifestación y expresión en España.

Unas demandas que no se han detenido, pero que han cogido fuerza de nuevo con la entrada en prisión de Hasél. Unas demandas que quieren verse conseguidas antes del sexto aniversario de la ley Mordaza, que sería este 1 de julio. Y en este sentido, todos los mensajes van a una, “porque mañana podrías ser tú, únete a la presión, únete a la lucha por la libertad de expresión y contra las leyes de un estado represor”.

Este mural fue pintado en el marco de unas jornadas para la libertad de expresión y en solidaridad con Pablo Hasel | CC Wikimedia commons:
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  1. Las golfadas de otro nunca encubren ni justifican las propias. Dicho de otra manera: que el emérito dé asco no justifica al rapero gordito en su apología de la brutalidad y la violencia contra los demócratas y contra quienes no piensan como él y cumplen la ley. Los delitos de Hasel NO son cultura aunque haya mentirosos que lo digan para confundir, como tampoco lo sería que se haga un rap para que le rompan el culo en la cárcel y animando q que alguien busque a sus padres y hermanos y les revienten la cabeza de un tiro, por criarle así y convivir con un monstruo decadente y dañino. Ya puestos, ese señalamiento y esa exaltación y ánimos también serían lo que este lerdo dice entender por “libertad de expresión”. Mentiroso.

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