El 22 de febrero se celebra el día de la igualdad retributiva y el 8 de marzo el día de la mujer trabajadora. Ambas fechas son una nueva oportunidad para seguir denunciando, como sostienen los sindicatos, que son necesarias medidas específicas a las empresas y de carácter social para acabar con la lacra de la brecha salarial. Los cálculos apuntan a que el ritmo al que está disminuyendo la brecha salarial, el sueldo no será paritario hasta 2050. Con datos de 2018 (las últimas disponibles), en Cataluña la brecha salarial del salario medio anual se situó en un 22,17 %, casi un punto por encima de la media estatal. Por tanto, las mujeres cobramos 6.350 euros al año menos que los hombres, lo que supone 529 euros mensuales de diferencia. Así lo asegura el informe “Brecha salarial: igual retribución por trabajos de igual valor”, elaborado por la Secretaria d’Igualtat de la UGT de Catalunya.
Además, si por franjas se observa que la brecha es más baja entre las personas jóvenes, no es por una mejora de la situación de las mujeres jóvenes, sino por una peor situación de los hombres jóvenes respecto a los hombres mayores. Aparte de por la edad, también hay diferencias por origen. Entre las personas de nacionalidad española, la brecha del año 2018 era del 23,35%. Entre las de nacionalidad extranjera, del 17%. También por una peor situación de los hombres extranjeros respecto a los hombres de nacionalidad española. No por una mejor situación de las mujeres extranjeras respecto a las de nacionalidad española. Mujeres que normalmente también asumen trabajos no regularizados que no entran por tanto en estas estadísticas. De hecho, como explicábamos en este reportaje, oficialmente hay 319.000 trabajadoras del hogar dadas de alta en la Seguridad Social. Pero el INE tiene recogidas 580.500 personas que se dedican profesionalmente a las tareas de cuidados y del hogar. Así, hablamos de 261.500 personas que no están registradas, que trabajan, por lo tanto, sin contrato. Y a menudo, como seguíamos contando en este reportaje, el caso de las mujeres trabajadoras de los cuidados en situación de precariedad es a menudo, también, el caso de mujeres inmigrantes que trabajan sin contrato.
La brecha es del 36,79% en el caso de los empleos que necesitan menos calificación, del 27,22% en el caso de las de calificación media y del 17,95% en el caso de las más cualificadas. Consecuentemente, en el año 2019, un 71,90% de las mujeres tuvieron ingresos por debajo de dos veces el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Este porcentaje es 10 puntos menos en el caso de los hombres. Desde el sindicato CCOO apuntan en este sentido que es por eso que el aumento del SMI y de las prestaciones y pensiones mínimas contribuyen a disminuir la Brecha Salarial.
Desde UGT también denuncian que “a pesar de la imposibilidad de trabajar con datos actuales que nos permitan evaluar adecuadamente el impacto de la pandemia, el empeoramiento de todos los parámetros que registra nuestro informe nos permiten afirmar que esta crisis tiene cara de mujer y que la pandemia intensifica la desigualdad estructural y las brechas laborales que ya existían antes y que ahora se acentúan mucho más”.
Para hacer esta afirmación se sustentan en datos como que a las mujeres se les aplican más expedientes de regulación de empleo que los hombres (entre un 1 y un 3,5% más). También son las más afectadas por la temporalidad y la parcialidad, ya que 3 de cada 4 contratos de jornada incompleta están firmados por mujeres. La jornada parcial es la que tiene más brecha respecto a la jornada completa, y la parcialidad es una característica típica de las mujeres.
Además que los contratos que se crean son más precarios y más parciales, con respecto a los contratos que se destruyen son puestos de trabajo ocupados un 15% más por mujeres que hombres.
Como ya se ha ido viendo a lo largo de todo el año de pandemia, los sectores más afectados son los servicios esenciales, que son los que tienen más presencia femenina y que ya de por sí son más precarios por la división sexual del trabajo. El estudio también explica que las mujeres están fuertemente segregadas ocupacionalmente, es decir, hay una concentración más elevada de mujeres en determinadas ocupaciones: según los datos de la EPA de 2019, el 81,7% de las mujeres ocupadas lo estamos en tan sólo cuatro (de los nueve) tipos de empleos, ante el 46,7% de los hombres, que presentan más diversificación ocupacional. Estas cuatro categorías son personal de servicios de restauración, personales, protección y venta; personal técnico y profesional científico e intelectual; personal contable, administrativo y de oficina; ocupaciones elementales. Hay ocupaciones con salarios más bajos y donde la brecha es mayor. Y si distribuimos los salarios según franjas de ingresos, la brecha entre mujeres y hombres que cobran salarios más bajos es mayor que la brecha de las personas que cobran los salarios más elevados. Y casi 6 de cada 10 personas que cobran menos de mil euros son mujeres.
La pandemia también ha afectado de manera más grave y directa a las mujeres debido a que se ha solapado con la necesidad de los cuidados familiares, que mayoritariamente recae en las mujeres. Así, el impacto económico y social del Covid-19 recae en las mujeres y empeora las condiciones de vida, ya que “son ellas las que se encuentran en una situación de vulnerabilidad, las que tienen un trabajo precario, las que trabajan en la economía sumergida, las que tienen ingresos escasos y/o intermitentes, las que no tienen una vivienda asequible y adecuada”, denuncian.
Ser madre se penaliza
La brecha salarial aumenta especialmente a partir de los 35 años y en adelante. El inicio de la edad reproductiva y las necesidades de conciliación, que según los roles de género impuestos socialmente están asociados a las mujeres, hace que muchas mujeres estén parcialmente ocupadas en el mercado laboral remunerado o bien que desaparezcan durante los años con necesidades de conciliar.
Los datos afirman que tener familia es una causa clara de abandono del mercado laboral entre las mujeres. Las tasas de empleo de mujeres y hombres sin hijos se sitúan en un 85,0% para ellos y un 72,1% para ellas. En cambio, cuando tienen hijos, la tasa aumenta hasta el 89,2% de entre los hombres y baja hasta un 68,6% en las mujeres. Por lo tanto, tener hijas e hijos es un factor de inserción laboral para ellos y de abandono para ellas.
Aunque las mujeres no abandonen completamente el mercado laboral, dedican menos horas que los hombres, y no siempre de forma voluntaria. Están “menos presentes y menos disponibles” en el mercado laboral remunerado. Tener hijas e hijos penaliza a las mujeres en el mercado de trabajo y beneficia a los hombres.
En cuanto a las excedencias para el cuidado de hijas e hijos en Catalunya en 2018 el 92,85% las cogieron las mujeres, y sólo el 7,15% los padres o progenitores diferentes de la madre biológica. En todas las provincias más del 90% de estas excedencias las cogieron las mujeres. Aunque el porcentaje de mujeres que toman excedencias por cuidado está alrededor del 90%, sí es cierto que en Tarragona es donde el porcentaje de hombres que las cogen es más alto, de un 9,01%, mientras que el más bajo es en Lleida con un 4,92%.
Por otra parte, según datos de la EPA, un 22,5% de las mujeres encuestadas redujo el número de horas trabajadas para el cuidado de hijos. Entre los hombres, la cifra fue de un escaso 3,3%. Los datos también muestran que es a partir de la edad reproductiva cuando las mujeres deciden reducir el tiempo de trabajo remunerado.
En cuanto a los contratos a tiempo parcial, como ya hemos dicho antes, esta es una modalidad que mayoritariamente es utilizada por mujeres, ya que 7 de cada 10 contratos a tiempo parcial están firmados por mujeres. Según las encuestas, el motivo de utilizar esta modalidad de contratación entre el 63,6% de las mujeres de 35 a 44 años es la necesidad de tener cuidado de personas dependientes. En cambio en la franja de edad de 45 a 54 años hay un 47,2% de hombres frente a un 18,1% de mujeres.
La brecha en el complemento salarial sube hasta el 30,34%
El salario bruto está compuesto por el salario base más una serie de complementos, horas y pagas extras. En 2018 en Catalunya, el salario base mensual que cobraron las mujeres fue un 1,1% inferior al de los hombres por las causas antes mencionadas: empleos con sueldos más bajos, menos horas trabajadas por conciliar, etc. La brecha en el cobro de complementos salariales fue del 30,34%, el doble que la brecha en el salario base. Ellas cobraron, de media, 422,36 euros al mes en concepto de complementos salariales, mientras que por este mismo concepto ellos cobraron 606,30 euros mensuales. Por tanto, de media, si añadimos los complementos salariales y otros “extras” la brecha total mensual aumenta hasta un 19,88%.
Las mujeres, en general, no reciben tantos complementos como los hombres. Los complementos salariales suponen un 24,51% y un 28,19% del salario bruto mensual de mujeres y hombres respectivamente. Por lo tanto, la remuneración variable aumenta mucho la brecha salarial.
Desde UGT denuncian que en los complementos salariales falta una perspectiva de género porque muchas veces van asociados a trabajos masculinizadas por ser complementos de penosidad, toxicidad o peligrosidad. Aquí no se tienen en cuenta las habilidades, capacidades y otras características que tienen los trabajos mayoritariamente ocupados por mujeres. Los trabajos y tareas feminizadas están menos valoradas, y no se acostumbran a aplicar complementos. Muchos otros complementos también están asociados a la presencia en el lugar de trabajo. En este sentido, la conciliación dificulta el acceso a este tipo de complementos. En este sentido, el pago en concepto de horas extraordinarias es un 66,55% superior en los hombres.

