La investidura de hoy no era tal. Era un calentamiento, una primera toma de contacto donde los diferentes equipos evaluaban las fuerzas de sus rivales. El problema de la política es que a menudo no tienes claro quién es tu rival y tu aliado. O, peor: a veces tu supuesto aliado actúa como tu enemigo. Es muy probable que Pere Aragonès acabe siendo el 132è president de la Generalitat de Catalunya, pero todavía tendrá que esperar para que el sueño de ERC se haga realidad. Junts por Catalunya no dejará que lo que consideran que es su casa sea “okupada”. Y menos cuando el discurso de Aragonés se ha situado en un terreno donde los postconvergentes nunca se han sentido cómodos: el de las políticas progresistas y la justicia social.
Comienza la cuenta atrás
Con esta primera sesión de investidura se pone en marcha oficialmente el cronómetro electoral. Después de la sesión fallida de hoy, el martes 30 de Marzo el pleno se volverá a reunir. Entonces, el candidato a la presidencia Pere Aragonès sólo necesitará una mayoría simple (68 diputados) para sacar adelante su investidura. Si dentro de cuarenta y siete días no se consigue investir a un presidente / a nuevo, se deberán volver a convocar elecciones.
La Mesa decide sobre el voto delegado
El pleno de investidura comenzaba con retraso. No es nada extraordinario. La impuntualidad a menudo es la norma en este tipo de actos. Lo importante en este caso era el porqué del retraso: la Mesa del Parlament se atascaba en la decisión de si el diputado en el exilio Lluís Puig podía delegar o no su voto. Atascada simbólicamente, porque todo el mundo sabía que al haber una mayoría independentista el resultado ya está marcado. Ciudadanos, VOX y C ‘s hacían una petición de reconsideración, y el PSC pedía un informe jurídico. Tres cuartos de hora más tarde de la hora prevista, y después de haber accedido a la petición de delegación de voto, comenzaba el Pleno.
El discurso de Aragonés: soplan vientos de cambio
Hay algo nuevo en el discurso de Aragonés. Como mínimo, algo nuevo desde el inicio de la era del procés. Por primera vez en una década, el principal representante político del independentismo ha decidido priorizar – al menos discursivamente -, la necesidad de luchar contra las desigualdades sociales por delante de la lucha contra el Estado.
Ciencia, feminismo, salud. Envejecimiento progresivo de la población. Priorizar las condiciones laborales de los trabajadores con una alianza parlamentaria. Revalorizar los cuidados. Reformas estructurales serias en lugar de discursos vacíos. Un plan de desarrollo para la industria alimentaria. Propuestas concretas para una nueva etapa.
El líder de ERC ha apelado al conjunto de la ciudadanía, y no sólo a una minoría (o una mayoría) convencida. Un paso hacia adelante para agrietar la diferencia nacional y poner el foco en la diferencia material, aquella que, al final del día, te cubre de la intemperie y te pone el plato encima de la mesa. Pero también era un paso para dejar de lado el identitarismo excluyente que ha representado durante estos años el proceso independentismo liderado por postconvergentes.
Aragonés citaba a Fuster, en Montserrat Roig, a Pi y Margall, a Gabriel Alomar: es decir, a la tradición del catalanismo republicano. Una visión progresista y de izquierdas, capaz de construir un frente amplio que vaya desde la CUP – quien ya ha votado a favor – hasta el Partido Socialista. Aunque Aragonés no citara a la familia socialista, era más que evidente que era el interlocutor invisible. Aragonés, hoy, sonaba a Maragall.
Asimismo, Aragonés ha puesto sobre la mesa la necesidad de comenzar a plantear una Renta Básica para atacar la emergencia social para los ciudadanos de Catalunya. Una apuesta aún vaga y poco concreta, pero solamente el hecho de decirlo no deja de ser un avance para repensar un modelo de estado del bienestar cada vez más obsoleto.
El discurso de hoy de Aragonés es la primera piedra para la reconstrucción de un nuevo escenario político en Catalunya. Un discurso que trae aire fresco a un Parlament acostumbrado a la confrontación y la repetición de mantras dedicados a la galería.
Sobre la independencia, un mensaje claro: amnistía y referéndum. “Hablemos”.