Lo decía a menudo. Sobre todo cuando se dirigía a gente joven. Vendrán tiempos más bonitos, les decía. Ahora pintan bastos, vivimos rodeados de injusticias, pero nunca es tan oscuro como antes de salir el sol. Arcadi Oliveres lo repetía y aseguraba que era un proverbio chino y si lo decía él te lo creías, porque nunca mentía. Y decía verdades, muchas verdades. No siempre he estado de acuerdo con él pero como hablaba desde la honestidad y la honradez a menudo medio me convencía de sus ideas. O me convencía del todo.

La primera vez que lo escuché decir que el capitalismo era asesino pensé que exageraba. Ahora estoy convencido de ello. Como lo he seguido desde hace muchos años, en ocasiones sabía lo que tenía que decir antes de que tomara la palabra. Pero mirabas al auditorio y veías la gente embobada. Algunas imágenes del documental ‘Nunca es tan oscuro’ lo constatan de forma espectacular. Lo dirigió Erika Sánchez en 2014 y espero que loprogramen pronto para que lo podáis comprobar.

Mi mala memoria no me permite recordar cuándo fue la primera vez que lo entrevistamos en alguno de los medios en los que he trabajado a lo largo de mi trayectoria profesional. Sí que lo tengo presente cuando venía al programa TotsxTots de Com Radio, cuando lo dirigían y presentaban primero Francesc Triola y después Ramon Company. Si el programa era a las 21 horas y él estaba a las 19 en Tortosa nos decía que no sufriéramos y hacía todo lo posible por llegar al estudio. Casi siempre llegaba y si no lo hacía acabábamos hablando con él por teléfono, lo que era sinónimo de sufrimiento, porque no tenía el modelo más moderno y caro. El último iphone no estaba pensado para él.

Estos últimos días hemos hablado y lo hemos hecho a través del número de teléfono que tengo memorizado desde hace años. Sabías que si lo marcabas escucharías su voz amable y cariñosa. La misma voz con la que dejaba al descubierto a todos los malhechores políticos y económicos a los que ha denunciado sistemáticamente en una vida dedicada a la lucha por la paz y la justicia.

Hace seis años, cuando aterricé en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UAB, él estaba a punto de dejar la docencia. No por su voluntad, claro. Ni de él, ni de sus alumnos, la mayoría de los cuales le admiraban y reclamaban que hiciera el discurso de la ceremonia de su graduación.

Hace unos días lo telefoneé, pero ya no me devolvió la llamada. Había oscurecido. El sol debe estar a punto de salir.

¡Gracias, Arcadi!

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