Con el inicio de la pandemia del Covid-19 se observó un descenso histórico de los niveles de contaminación del aire, especialmente durante el período de 30 de marzo a 14 de abril, cuando el confinamiento fue total y se redució drásticamente la movilidad y las grandes industrias cesaron prácticamente toda su actividad. Un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación “la Caixa”, junto con el Barcelona Supercomputing Center – Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS), estima que esta mejora de la calidad del aire evitó alrededor de 150 muertes prematuras en 47 ciudades españolas.
El estudio, publicado en la revista Environmental Pollution, evaluó los cambios en los niveles de contaminación atmosférica -dióxido de nitrógeno (NO2) y ozono (O3) – durante los períodos de confinamiento y desconfinamiento de la primera ola del Covid entre el marzo y en junio de 2020.
Los resultados de la investigación muestran que las emisiones de NO2, la mayor parte de las cuales procede de los vehículos, especialmente los de diesel, se redujeron en un 51% y un 36% durante el confinamiento y el desconfinamiento, respectivamente. “Los confinamientos por Covid-19 han llevado a reducciones sin precedentes a las concentraciones de NO2, especialmente cuando se aplicaron las medidas más estrictas para reducir la transmisión de virus, llegando hasta un 65% en algunas de las ciudades estudiadas”, explica Hervé Petetin, investigador del BSC-CNS y responsable de la aplicación de las técnicas de aprendizaje automático.
En este sentido, respecto al impacto de la disminución del NO2 sobre la mortalidad prematura, el estudio ha estimado que se evitaron alrededor de 170 muertes prematuras -120 durante el confinamiento y unas 50 muertes durante el desconfinamiento-. “Estimamos que con esta reducción del dióxido de nitrógeno se han evitado 28 muertes en Barcelona”, explica Hicham Achebak, primer autor del estudio e investigador de ISGlobal y del Centro de Estudios Demográficos (CED).
El ozono, en cambio, se redujo mucho menos, en un 1,1% y un 0,6%, respectivamente, aunque aumentó en algunas de las ciudades más pobladas. De hecho, se estima que la mortalidad prematura se incrementó en aproximadamente 20 muertes en relación con este contaminante durante el período estudiado.
Carlos Pérez García-Pando, profesor ICREA y AXA y jefe del grupo de composición atmosférica del BSC-CNS que ha participado en el estudio, explica que esto ocurre porque “el ozono es un contaminante secundario que puede aumentar cuando se reducen los óxidos de nitrógeno en entornos saturados de este contaminante, como en las grandes áreas urbanas”. Por ello, en el momento de evaluar los impactos de las exposiciones ambientales a la salud, se deben tener en cuenta las posibles compensaciones entre múltiples contaminantes.
“Estos hallazgos evidencian los grandes beneficios para la salud que supone la reducción de la contaminación atmosférica a corto plazo y, con reducciones permanentes de las emisiones, los efectos positivos podrían ser mucho mayores”, dice el investigador de ISGlobal que ha coordinado el estudio, Joan Ballester.
Además de disminuir la mortalidad prematura, los investigadores argumentan que la mejora de la calidad del aire “podría reducir la carga de enfermedad de epidemias que causan infecciones respiratorias como el Covid-19, ya que las enfermedades causadas por la exposición a largo plazo a la contaminación del aire son, a su vez, factores de riesgo de gravedad y mortalidad del Covid-19″.
Según otro estudio liderado también por ISGlobal, si las ciudades europeas fueran capaces de cumplir con los niveles de partículas en suspensión inferiores a 2,5 micras (PM2,5) y NO2 recomendados por la OMS, se podrían evitar 51.000 y 900 muertos prematuras cada año, respectivamente.
Grandes ciudades como París, Madrid, Barcelona, Milán, Bruselas y Amberes encabezan el ranking de muertes asociadas al dióxido de nitrógeno, así como ciudades más pequeñas situadas en sus proximidades con un posible aumento del uso del automóvil para desplazarse a las grandes ciudades, como Mollet del Vallès, que se sitúa en la séptima posición del ranking, por detrás de Barcelona.


